3 Comportamiento durante el galanteo

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Todos sabemos mucho más de lo que realmente creemos saber. Ésta es una de las aplastantes conclusiones a
la que llegamos cuando estudiamos la comunicación no-verbal.
Por ejemplo: toda mujer sabe cómo corresponder a los requerimientos amorosos de un hombre atractivo. Sabe
cómo frenar una relación no deseada o cómo alentar a su posible pareja. También sabe cómo controlarse para no
parecer demasiado interesada. La mayoría de las mujeres no pueden precisar con exactitud cómo lo hacen.
Muchas ni siquiera se dan cuenta de que la técnica es casi enteramente no-verbal, a pesar de que durante la fase
del galanteo, los detalles de este tipo pueden transformar un tema ambiguo, como el del estado del tiempo, en una
insinuación por demás seductora.
Los primeros estudios acerca de la comunicación no-verbal durante el galanteo fueron realizados por
especialistas en cinesis, especialmente el doctor Albert Scheflen, que trabajó con Ray Birdwhistell.
Al analizar películas sobre el galanteo, Scheflen documentó que el amor llega a transformar en bella a una
persona —hombre o mujer— y logró señalar la forma en que esto se produce.
Una mujer, por ejemplo, se transforma súbitamente en más bella, cuando responde a un estímulo emocional
como la atracción sexual que desencadena cambios sutiles en su organismo. En su fría manera de expresarse, los
especialistas definen este delicioso fenómeno como "un estar en disposición para el galanteo inmediato".
En parte, esta disposición se debe a la tensa inflexión muscular: los músculos se comprimen respondiendo a un
toque de atención, de manera que todo el cuerpo se pone alerta. En el rostro, las arrugas que normalmente están
muy marcadas, tienden a desvanecerse, del mismo modo que las bolsas debajo de los ojos. La mirada brilla, la piel
se colorea o se torna más pálida y el labio inferior se hace más pronunciado. El individuo, que generalmente tiene
una postura pobre, suele enderezarse, disminuye milagrosamente el vientre prominente y los músculos de las
piernas se ponen tensos; este último efecto suele representarse en las fotos sexy y vulgares. También se altera el
olor del cuerpo y algunas mujeres afirman que se modifica la textura de su cabello. Lo extraordinario es que una
persona puede sufrir todas esas transformaciones y no tener conciencia de ellas.
La pareja en pleno galanteo también suele ocuparse de su arreglo personal: las mujeres juguetean con el cabello
o se acomodan repetidas veces la ropa; el hombre se pasa la mano por el cabello, se endereza las medias o se
toca la corbata. Por lo general, éstos son gestos inconscientes que se hacen automáticamente.
A medida que avanza el flirt, las señales son obvias: miradas rápidas o prolongadas a los ojos del otro. Pero
también existen algunos signos menos obvios. Durante el galanteo las parejas se enfrentan abiertamente. Rara
vez vuelven el cuerpo hacia un lado. Se inclinan el uno hacia el otro y en algunas ocasiones extienden un brazo o
una pierna, como para no dejar pasar a ningún intruso. Al hablar con una tercera persona, si están uno junto al
otro, dejan a la vista la parte superior del cuerpo de manera educada, los brazos caídos o apoyados en el sillón,
pero no cruzados sobre el pecho; al mismo tiempo forman un círculo cerrado con las piernas: las rodillas cruzadas
de afuera hacia adentro, de manera tal que las puntas de los pies casi se tocan. Con frecuencia, las personas
dramatizan la situación y forman una barricada con los brazos y piernas en esta posición.
Algunas veces, la pareja realiza roces sustitutivos: una mujer puede pasar suavemente el dedo por el borde de
una copa en un restaurante, o dibujar imaginarias figuras sobre el mantel. Otras veces adopta actitudes
provocativas: cruza las piernas, dejando entrever parte del muslo; apoya la mano en la cadera e inclina desafiante
el busto hacia adelante; o se sienta como ausente y se acaricia el muslo o la muñeca. Las parejas durante el
galanteo ladean la cabeza, y emplean señales genéricas como la inclinación pelviana. El mostrar la palma de la
mano es quizás el más sutil de todos los signos. La mayoría de las mujeres anglosajonas mantienen las manos
cerradas y sólo raramente dejan ver las palmas. Pero mientras dura el flirt, las enseñan constantemente. Aun en
gestos que se realizan con la palma hacia adentro, como podría ser fumar o taparse la boca al toser.
La mayoría de nosotros al pensar en el galanteo considera en primer término las sensaciones internas —una
excitación que proviene decididamente de nuestras vísceras—. Todo lo narrado anteriormente nos puede parecer
artificial. Como investigadores del comportamiento humano, los especialistas en cinesis se limitan a estudiar esta
rama y se niegan a especular sobre los sentimientos, basándose en el hecho de que éstos no pueden medirse
científicamente. Más aun, ni siquiera pueden identificarse con certeza.
Obviamente, los sentimientos están presentes. En el punto culminante del galanteo, por ejemplo, uno se siente
atento, atraído hacia la pareja, lleno de euforia. Los gestos que se realizan para tratar de mejorar el aspecto
personal son la consecuencia de una repentina toma de conciencia del propio yo. Las caricias diferidas o
subrogadas forman parte de ese delicioso conflicto que se plantea entre el deseo de tocar y el sentimiento, de que,
tal vez no se debe, conflicto que por lo general es subconsciente. La inclinación pelviana puede llegar a ser una
señal tan sutil y automática, al punto que una mujer que camina por la calle distraídamente, se asombra al registrar
una sensación semejante en su pelvis cuando se cruza con un hombre que le resulta atractivo; por supuesto, lo
mismo puede ocurrirle al hombre. Mostrar las palmas de las manos es otro gesto inconsciente.
Resulta tentador extraer una conclusión simplista sobre este hecho y decir que cuando una mujer muestra la
palma de la mano está tratando de conquistar a un hombre, consciente o inconscientemente. Algunas veces es
así, pero este mismo gesto también suele significar una bienvenida. Puede no tener connotación sexual alguna, a
no ser que ocurra durante un período de galanteo y se relacione con otros gestos indicativos específicos. De

El lenguaje de los gestos. Flora DavisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora