1 Ciencia incipiente

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El concepto de comunicación no-verbal ha fascinado, durante siglos, a los no científicos. Escultores y pintores
siempre tuvieron conciencia de cuánto puede lograrse con un gesto o una pose especial; y la mímica es esencial
en la carrera de un actor. El novelista que describe la forma, en que el protagonista "aplastó con rabia el cigarrillo"
o "se rascó la nariz, pensativamente" está penetrando en el terreno de la comunicación no-verbal. También los
psiquiatras son agudos observadores que analizan los gestos de sus pacientes y hacen una práctica constante
estudiando e interpretándolos.

Pero sólo a comienzos de este siglo se inició una verdadera investigación acerca de la comunicación no-verbal.
Desde 1914 hasta 1940 hubo un considerable interés acerca de cómo se comunica la gente por las expresiones
del rostro. Los psicólogos realizaron docenas de experimentos, pero los resultados fueron desalentadores, hasta
tal punto, que llegaron a la notable conclusión de que el rostro no expresa las emociones de manera segura e
infalible.
Durante el mismo período, los antropólogos señalaron que los movimientos corporales no eran fortuitos, sino que
se aprendían de igual manera que el lenguaje. Edward Salir escribió: "Respondemos a los gestos con especial
viveza y podríamos decir que lo hacemos de acuerdo a un código que no está escrito en ninguna parte, que nadie
conoce pero que todos comprendemos. Pero los antropólogos, en su mayoría, no se han esforzado para tratar de
descifrar este código. Sólo en la década del cincuenta un puñado de hombres —entre ellos Ray L. Birdwhistell,
Albert E. Scheflen, Edward T. Hall, Erving Goffman y Paul Ekman— enfocaron el tema de manera sistemática. Aun
después de esto, la investigación de la comunicación fue una especialidad esotérica. Los investigadores que se
ocupaban del tema eran individualistas y trabajaban por separado. También tenían un cierto grado de audacia, ya
que la especialidad era considerada pseudo-científica. Uno de ellos dijo al respecto: "En un tiempo, todos nos
conocíamos, éramos un clan. Cuando dábamos conferencias a grupos de profesionales, con frecuencia nos
recibían con una especie de curiosidad y rechazo."
Todo eso ha cambiado. El nuevo interés científico por la investigación de la comunicación tiene sus raíces en el
trabajo básico realizado por aquellos precursores en la materia. Pero el enorme interés que ahora despierta la
comunicación no-verbal parece ser parte del espíritu de nuestro tiempo; de la necesidad que mucha gente siente
de volver a ponerse en contacto con sus propias emociones. La búsqueda de la verdad emocional que tal vez
pueda expresarse sin palabras.
La investigación de la comunicación proviene de cinco disciplinas diferentes: la psicología, la psiquiatría, la
antropología, la sociología y la etología. Es una ciencia nueva y controvertida, que contiene descubrimientos y
métodos de investigación discutidos con frecuencia. Una consideración esquemática de los distintos puntos de
vista y de las metodologías empleadas explica las controversias. Los psicólogos, por ejemplo, al observar la
corriente del movimiento del cuerpo humano, eligen las diversas unidades de la conducta por separado: el contacto
visual, la sonrisa, el roce del cuerpo o alguna combinación de estos factores, y las estudian en la forma tradicional.
Mientras realizan sus experimentos decenas de estudiantes universitarios pasan por sus laboratorios.
Generalmente se les da una tarea para distraer su atención, y al mismo tiempo se filma el comportamiento no-
verbal, que luego es procesado en estadísticas y analizado.
Por otra parte, los especialistas en cinesis (kinesics, la palabra significa estudio del movimiento del cuerpo
humano) prefieren el estudio sistemático. Estos especialistas provienen de diferentes orígenes científicos. Este
nuevo campo de investigación tuvo como fundador un antropólogo y ha atraído a psiquiatras, psicólogos y otros.
Uno de sus enunciados básicos es que no se puede estudiar la comunicación como un ente separado. Es un
sistema integrado y como tal debe analizarse en su conjunto, prestando especial atención a la forma en que cada
elemento se relaciona con los demás. Los especialistas en cinesis suelen salir llevando sus máquinas fotográficas
al campo, al zoológico, al parque o a las calles de la ciudad, y algunos de ellos sostienen que los psicólogos que
permanecen filmando dentro del laboratorio corren el riesgo de captar solamente una conducta forzada y artificial.
Al analizar sus propias películas pasadas en cámara lenta, han descubierto un nivel de comunicación entre las
personas, tan sutil y veloz, que el mensaje, aunque obviamente posee impacto, pasa casi inadvertido para las
mismas.
Los psiquiatras reconocen desde hace mucho tiempo que la forma de moverse de un individuo proporciona datos
ciertos sobre su carácter, sus emociones y las reacciones hacia la gente que lo rodea. Durante largos años, Félix
Deutsch registró las posiciones y los gestos de sus pacientes. Otros psiquiatras han realizado análisis fílmicos y
algunos otros accedieron a ser filmados u observados mientras trataban a sus pacientes. Cada vez más, los
terapeutas emplean películas y video tapes para estudiar el comportamiento humano y se valen de ellos como
instrumentos en el proceso terapéutico. Al ser confrontados con su propia imagen en la pantalla, los pacientes son
estimulados a reaccionar ante la forma de actuar y de moverse, y aprenden en base a su propio comportamiento
verbal o no verbal, dentro de un grupo.
Luego están los sociólogos que han observado y descrito una especie de etiqueta subliminal a la que casi todos
respondemos, y que conforma nuestro comportamiento tanto en los aspectos fundamentales como en los
pequeños detalles. Por ejemplo, todos sabemos cómo evitar un choque frontal en una vereda muy concurrida, a
pesar de que nos resultaría muy difícil explicar cómo lo hacemos. Sabemos cómo reaccionar cuando un conocido
se hurga la nariz en público; y cómo parecer interesado, y no comprometido en una conversación.
Los antropólogos han observado las diferentes expresiones culturales del lenguaje corporal y han descubierto
que un árabe y un inglés, un negro norteamericano y un blanco de la misma nacionalidad no se mueven en la
misma forma.
Los etólogos también han hecho su contribución. Tras varias décadas de estudiar a los animales en la selva, han
descubierto asombrosas similitudes entre el comportamiento no-verbal del hombre y el de los otros primates.

Sorprendidos ante este fenómeno, algunos se están volcando ahora hacia la "etología humana". Estudian cómo se
cortejan los seres humanos, cómo crían a sus hijos, cómo dominan a otros o transmiten su sometimiento, cómo
pelean entre sí o hacen las paces. Este comportamiento físico tan concreto puede compararse a la forma en que
los monos y los primates mayores encaran el mismo tipo de relaciones.
Por último, hay especialistas "esfuerzo-forma", un sistema que permite registrar el movimiento corporal, que
deriva de la notación de la danza. Lo que se pretende desarrollar es la manera de deducir hechos relacionados con
el carácter del hombre, no por la forma particular en que realiza un movimiento sino por el estilo integral en que se
mueve.
George du Maurier escribió: "El lenguaje es algo de poca significación. Se llenan los pulmones de aire, vibra una
pequeña hendidura en la garganta, se hacen gestos con la boca, y entonces se lanza el aire; y el aire hace vibrar,
a su vez, un par de tamborcillos en la cabeza... y el cerebro capta globalmente el significado. ¡Cuántos
circunloquios y qué perdida de tiempo...!"
Tal vez podría ser así, si las palabras lo fueran todo. Pero ellas son tan sólo el comienzo, pues detrás de las
palabras está el cimiento sobre el cual se construyen las relaciones humanas —la comunicación no-verbal—. Las
palabras son hermosas, fascinantes e importantes, pero las hemos sobreestimado en exceso, ya que no
representan la totalidad ni siquiera la mitad del mensaje. Más aun, como sugirió cierto científico: "Las palabras
pueden muy bien ser lo que emplea el hombre, cuando todo lo demás ha fracasado."

El lenguaje de los gestos. Flora DavisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora