Capítulo 7

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Narra Lauren

La noche fue intensa para mí. Camila hizo que me excitara de una manera que jamás había probado con ninguna otra mujer. Nunca antes me había lanzado a besar a nadie como lo hice con ella. No podía controlar más el impulso que me causan sus ojos y sus labios...su voz. Por supuesto, en ese momento estaba furiosa porque la vi llevarse a Shawn a la habitación. Así que les dije a todos que se fueran; no tenía ganas de hacer ninguna fiesta y mucho menos de aparentar que me divertía. En cuanto me despedí de Normani y las chicas, vi a Shawn salir apurado y algo molesto. Se despidió de mí y se fue. Entonces, vi a Camila. Tenía el cabello levemente alborotado y los labios hinchados. Eso me enfurecía más porque no fui yo quien causó que estuviera así.

En cuanto me confesó lo que le pasaba, estaba llena de ira y de deseo, así que simplemente me dejé llevar por esos dos y tuve el mejor sexo de mí vida. Y solo es eso; sexo. No puedo enamorarme. Ella no merece el dolor que le provocaré en unos días. Quería apartar de mi cabeza el deseo de querer dormir abrazada a ella. Solo es sexo.

Me levanté de la cama y fui directo a la ducha. En cuanto terminé y salí de la habitación, observé el living impecable. Todo estaba ordenado y limpio. No había rastros de ninguna fiesta anoche. Noté que salía un aroma delicioso de la cocina y me acerqué. Allí estaba Camila con un delantal que le marcaba la cintura, preparando panqueques.

–Buenos días –dijo sonriente –Ya tus panqueques están listos. ¿Quieres café o jugo de naranja natural?

–Buenos días –dije sorprendida. –Café, por favor.

Me senté en la silla del mesón y la vi colocar el plato con el panqueque delante de mí. Olía delicioso y estaba muerta de hambre. Corté un pedazo y me lo llevé a la boca. ¡Dios!, estaba bueno. No estaba acostumbrada a esto. Luego de dejar la casa de mis padres, por lo general, mis desayunos eran una taza de café, pizza de la fiesta de ayer o una fruta. Ya había perdido la costumbre de comer comida hecha en casa.

Camila se sirvió y se sentó delante de mí colocando dos tazas de café para las dos.

–¿Cómo dormiste? –me preguntó mientras cortaba un pedazo de su delicioso panqueque.

–Muy bien –contesté y le sonreí –Tú ¿cómo dormiste?

–Pues dormí de maravilla. Alguien me ayudó a liberar mucha tención anoche.

–¿Sí? –Pregunté como si no supiera nada –Entonces ¿hizo un buen trabajo?

–El mejor, hasta ahora–Noté su mirada intensa y su sonrisa –Por eso le estoy pagando con un delicioso desayuno.

–Y de verdad está delicioso.

Terminamos de comer y la ayudé a levantar la mesa y a lavar los trastes.

–Tengo que salir –me dijo colocando su bolso y el celular sobre el mesón –Debó reunirme con algunos periodistas y arreglar algunas cosas, ¿estarás bien si te dejo sola por unas horas?

–No hay problema. –Contesté y no me di cuenta que la estaba mirando más de lo que me esperaba –Aprovecharé el tiempo para adelantar el manuscrito.

Mentí. De hecho, iba a escribir, pero no el manuscrito, sino las cartas de despedida que pienso dejarles a todos mis conocidos.

–Perfecto –Camila se acercó a mí. Pensé que me iba a dar un beso en la mejilla. Pero fue directo a mis labios –Nos vemos.

–¿Qué coño haces?– pregunté sorprendida y pude notar su cuerpo tensarse.

–Lo siento, yo...me dejé llevar. –Camila estaba nerviosa.

Pasión y letras (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora