Capítulo 6

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Narra Lauren

Camila me salvó la vida esa tarde. De no ser porque se encargó de hacer la comida, la reunión habría sido un completo fracaso porque tenía pensado pedir pizza, y pizza con vino caro, no era una buena mezcla, mucho menos para mis excéntricos amigos artistas. La vi sacando los ponquecitos del horno, olía maravilloso; realmente me había enamorado de ese aroma a comida de hogar. Camila era fantástica.

Terminé de arreglar el lugar para recibir a los invitados. La música estaba en un volumen considerable y todas las botellas estaban puestas a la vista de todos. Camila no tardó mucho en arreglarse. Salió de la habitación, llevaba un hermoso vestido corto casual de color blanco con un cinturón negro que marcaba su cintura y el cabello suelto y ondulado. No podía dejar de verla y noté que ella tampoco a mí.

Yo llevaba un pantalón negro de vestir, una camisa elegante que dejaba ver un poco mis pechos y el cabello suelto y ondulado.

–Te ves genial –le dije y le acerqué un vaso con whisky.

–Tú también te ves muy bien –me dijo y observó el vaso para luego hacer una mueca. –No creo. Necesito estar sobria, al menos una noche.

–Este será el único vaso de toda la noche – le dije. Ella lanzó un suspiro y aceptó.

–¿Qué? –preguntó enarcando una ceja –¿Tengo algo en la cara?

–No. –sonreí y aparté la mirada colocándola en el celular. Me había quedado completamente embobada pensando en lo linda y tierna que se veía y también de cómo quitarle ese vestido –Ya los invitados están por llegar.

Minutos más tarde, cuatro de mis amigos llegaron. Camila me acompañó a recibirlos y a servirles copas de vino. No tuve más remedio que presentarla como mi asistente. Conocía a esos cuatros y estaba segura de que no la dejarían en paz en toda la noche si se enteraban que era editora.

Poco a poco el lugar se fue llenando de invitados. Corrí a la cocina a buscar una toalla para limpiar la copa de vino que se derramó en una de las mesitas. Era extraño que estuviese haciendo eso, se supone que esa reunión era mi excusa para alocarme y disfrutar de unos hermosos y últimos momentos con mis amigos, pero estaba atenta a mi papel de anfitriona junto con Camila, por supuesto. Me sentía bien cada vez que cruzaba miradas con ella. Nos hacíamos gestos desde lejos y podíamos entendernos. Ella traía más fruta y yo más vino, o la salvaba de un grupo en el que no sabía cómo salirse de la conversación y ella me salvaba a mí de lo mismo.

Limpié el desastre sobre la mesita y escuché el timbre. Vi a Camila abrir y luego a más de mis amigos entrar. Me acerqué apurada.

–¡Mani! –exclamé con los brazos abiertos.

Normani también se acercó y me abrazó con fuerza. Había pasado mucho tiempo desde que no nos veíamos.

–¿Y no piensas saludarme a mí? –Verónica se acercó con los brazos abiertos.

En cuanto la abracé, aprovechó el momento para apretarme una nalga. Di un pequeño brinco de sorpresa y la alejé sonriendo.

–Deja ya de hacer esas cosas –Lucy le dio un codazo debajo de las costillas.

–¡Lucy! –exclamé al verla –No me digas que ustedes dos siguen juntas.

–Desgraciadamente para mis nervios y paciencia, sí –contestó Lucy una vez terminamos el abrazo –y afortunadamente para mi corazón y mi amor, también.

Pasión y letras (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora