Narra Lauren
*Tres semanas después*
Hace unas semanas le pedí a Camila que se mudara a vivir conmigo. Al principio lo dudó porque le gustaba su departamento y tenía una conexión sentimental con este, pero terminé convenciéndola con muchos besos, abrazos y le prometí que veríamos solo cinco películas elegidas por ella y yo no me opondría. Por supuesto que acepté; por ella vería todas las películas infantiles del mundo, con tal de tenerla a mí lado. Eres muy romántica, Lauren.
Por suerte, ella y sus amigas se recuperaron de las lesiones del accidente más rápido de lo esperado, ya que estos últimos días he estado muy ocupada en la oficina y no podía ayudarla con esas pequeñas cosas que se le dificultaba hacer con una mano.
El día de la mudanza, Camila llegó a mi departamento con sus cosas y no estuve allí para ayudarla debido a que estaba trabajando en un nuevo proyecto de unas construcciones en Florida. Este tenía a Chris completamente ocupado y, como soy su aprendiz, también me caía toda la responsabilidad encima. Debía acompañarlo a todos lados para ayudarlo con los documentos y, además, aprender de todos los movimientos. Eso hacía que llegara muy tarde a casa y sin la energía suficiente para cumplir la promesa que le había hecho a Camila luego de que me ayudara a llegar al orgasmo mientras ella tenía un brazo mal herido. Todos los días le prometía que sería ese, pero mi cuerpo no respondía simplemente porque estaba agotada mental y físicamente, y tampoco podíamos ver ninguna película. Ella solo me decía que no importaba porque comprendía mi cansancio, así que solo nos acurrucábamos y me llenaba de besitos lentos y delicados hasta que me quedaba profundamente dormida. No sabría qué haría sin ella.
Nunca imaginé que ser adulta y responsable era tan agotador. Aunque me sentía muy feliz por tener a Camila a mi lado, me di cuenta que apenas compartíamos tiempo. Las dos trabajábamos y yo a veces lo hacía más de la cuenta. Puedo confirmar que he cambiado mucho. Mi antigua yo, ya se habría quitado el traje he ido a un bar a beber hasta borrarse junto a una chica hermosa. Sin embargo, el solo hecho de pensarlo me dejaba agotada y no tenía ganas de hacerlo, solo quería llegar a casa y descansar junto a mi novia. Tenía la esperanza de que ya finalizado el proyecto, mi trabajo se reduciría hasta darme un horario más razonable.
Estaba con Chris en la oficina presidencial; su asistente también nos acompañaba y nos ayudaba a ordenar papel por papel. Yo analizaba las partes del contrato para evitar que algo se nos escapara y arruinara todo. Chris me acercó un vaso con whisky y lo acepté agradecida; necesitaba eso. Ya eran las once de la noche y aún no terminábamos. Desde las seis de la mañana estábamos encerrados en esa oficina trabajando en todos los detalles para el proyecto.
–El arquitecto tiene listo la maqueta y los planos –dijo Chris. Se sentó en su silla presidencial y dejó su celular sobre el escritorio.
Mi pobre hermano tenía unas ojeras marcadas y un semblante muy cansado. Comprendí que mi supuesta herencia no estaba allí solo porque sí, sino porque muchas personas trabajaban duro y dejaban el alma para que yo pudiera comer y disfrutar de esas viejas fiestas. Deseé abofetear a la Lauren del pasado, la que pensaba que solo sus problemas eran más importantes que los demás y que pensaba que vivir en una burbuja era lo mejor para dejar pasar esta vida.
–Estos documentos ya casi están listos –dije tecleando sin detenerme en la portátil.
–Gracias –dijo él soltando un suspiro de cansancio –No sé qué sería de mí en estos momentos si no estuvieses aquí redactando eso.
–Estarías perdido, lo sé –dije en modo de broma.
Los dos sonreímos.
–Cambiando de tema –bebió de su vaso y desajustó el nudo de su corbata. Yo me había quitado los tacones tres horas atrás. –¿Ya se lo pediste?
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Pasión y letras (Camren)
FanfictionCamila Cabello es una editora que quiere surgir en el mundo de la edición literaria. Ha trabajado duro por varios años y, al fin, está viendo los resultados. Su jefe le asignó un escritor de prestigio considerado nobel. Sin embargo, nunca imaginó qu...