Escondida. Arya rozó fuertemente sus ojos con sus dedos para asegurarse de que no estaba imaginándose cosas y volvió a mirar.
Definitivamente era una persona. Un hombre. ¿¡Qué demonios hacía una persona en medio del bosque en toque de queda!?
Parecí...
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Estando en el aire, se preparó para el impacto. Flexionó un poco las rodillas, la espalda la inclinó hacia adelante y sus manos las puso en frente. Cuando tocó el suelo, evitó que sus talones se asentaran para amortiguar la caída, su cuerpo rotó sobre su espalda, recuperando el equilibrio. Con ese impulso se levantó, cogió su mochila y de inmediato corrió sin mirar atrás.
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El exitoso aterrizaje se lo agradeció al club de gimnasia olímpica. No era la primera vez que hacía algo parecido, pero nunca se enteraría que está vez la mayor parte de su suerte de quedar ilesa se la debía al Dragón; de no ser así, su escapatoria hubiese terminado en un total fracaso, acabando con múltiples fracturas, contusiones graves o incluso la muerte por sus propias heridas.
Dejando afuera al club de gimnasia olímpica, donde se la pasaba practicando la mayor parte del tiempo. Utilizaba su capacidad en beneficio personal. Ya sea para llamar la atención, llegar más rápido que los demás, situarse en lugares difíciles de alcanzar; y finalmente, para ingresar en lugares restringidos tomando cosas que no le pertenecían, pero este último lo dejó de hacer después del accidente que tuvo su madre un año atrás.
Antes del accidente, Arya sobrellevó las repercusiones causadas por el abandono de su padre de la peor manera. Su madre siempre quiso enmendar el horrible ambiente que dejó al marcharse, pero Arya nunca quiso cooperar.
Sentía un gran rencor hacia su madre. Su corrompida conciencia le decía repetidas veces que todo era su culpa y nunca dudó en decírselo, así que buscó consuelo con la gente equivocada.
En cada encuentro que tenía con sus "Nuevos amigos", estos la desviaban del camino poco a poco sin siquiera notarlo. Ciegamente se sintió identificada con esas personas. Les rebosaba el rencor y le enseñaron a filtrar todo ese odio a su manera.
Conoció el arte del "Parkour" y no tardó mucho en adaptarse a esa nueva y emocionante disciplina; que, a diferencia de la gimnasia olímpica, los movimientos eran más independientes, se permitía improvisar y no sentía la presión de ningún juez evaluando su desempeño. Era libre ya que las reglas no existían.
El grupo de amigos con el que se juntó era grande, pero poco a poco el número de miembros disminuía. A esos desafortunados los atrapaban en el acto y a cada uno los condenaban a prisión por los mismos cargos. "Robo y Allanamiento".
