C a p í t u l o 4

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Lo que sintió Arya en ese momento estaba más allá de su comprensión

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Lo que sintió Arya en ese momento estaba más allá de su comprensión. Cada rincón de sus entrañas ardía. Quería librarse de esa insoportable e inexplicable sensación que empezaba a estrangularla, pero su cuerpo no lograba receptar las órdenes que le daba su cerebro, solo se encontraba tendida en el suelo; inmóvil, puesto que ninguno de sus músculos le obedecían.

Algo se estaba apoderando de su ser; y en medio de las convulsiones que estaba teniendo, sentía como una especie de electricidad recorría todo su interior; y a su paso, inhabilitaba todas las funciones de su cuerpo, finalmente llegando a sus sentidos por lo que su vista también le empezó a fallar.

La figura borrosa de una persona empezó a estrujarle el cuello y al mismo tiempo, gritaba desesperada cosas que no tenían sentido:

«¡Qué has hecho maldita! -gritó Lutz mientras le apretaba el cuello con sus dos manos».

Un destello dorado empezó a manifestarse por debajo de la ropa de Arya; y Lutz de un tirón, bajó el cierre de su sudadera dejándole expuesta una blusa blanca de tiras para ver de qué se trataba

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Un destello dorado empezó a manifestarse por debajo de la ropa de Arya; y Lutz de un tirón, bajó el cierre de su sudadera dejándole expuesta una blusa blanca de tiras para ver de qué se trataba.

Cubrió sus ojos un poco con su antebrazo, ya que la luz dorada que había descubierto brillaba intensamente. Esperó a que sus ojos se adaptaran a ella y al haberlo hecho no pudo creer lo que estaba sucediendo:

«No... ¡No! ¡Esto es imposible! ¡El Dragón se está acomodando! —dijo horrorizado—. Padre, que está pasando. ¡El legado que me has dejado está aceptando otro cuerpo!».

Un Dragón furioso de ojos rojos y alargado cuerpo dorado invadía la piel de Arya. Su figura rápidamente se trasladaba desde su espalda hacia su torso y extremidades.

Lutz desesperado por detener su trayecto, trató de recuperar dicho Dragón rasgando con sus uñas la delicada piel de su apresada.

«¡Regresa!, ¡Tus grandes poderes me pertenecen! ¡Yo soy el siguiente heredero!».

Al ver que no funcionaba, empezó a rasgar más fuerte manchando sus dedos de sangre.

«¡El poder del Dragón me pertenece sólo a mí!».

Tienes algo que me perteneceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora