Ese día en particular el estómago de Rachel no se sentía de lo mejor, eran las cinco de la mañana lo indicaba el reloj de la pared, había cenado pollo descubriendo que lo amaba, lo habían desmenuzado propiamente para ella, en pedazos sumamente pequeños, sabían deliciosos era algo nuevo sabiendo que su dieta de siempre eran papillas, pastas y frutas. Incomoda giro varias veces por la cuna, hasta que lo sintió... quería ir al baño pero, en serio quería ir al baño. Pensó en alternativas de salida, en cualquier forma, pero las barras tenían seguro y estaba muy alto para alcanzarlo e incluso si lo conseguía, el mameluco que traía puesto tenía el cierre por detrás, probablemente no alcanzaría a sacarse la pijama.
Se resistió firmemente, la presión en su estómago la estaba matando, se maldijo internamente por no tener el aguante de hace dos meses, su rostro se tornó rojo y sus ojos se aguaron.
No aguanto.
En segundos sintió el desagradable olor, avergonzada por el sentimiento de estar sentado sobre su popo, no le gustaba... no le gustaba para nada el sentimiento. Lagrimas calientes corrieron libremente por sus mejillas hasta su barbilla, se sentía... humillada. Paso una manta por encima haciéndose bolita intentando que su llanto no se escuchase tanto.
Pero se escuchaba, su hipo entre suspiros llorosos sonaban bastante. Shelby no tardo nada en levantarse, alarmada por el llanto de su bebé. No entendía nada abriendo la puerta con prisa para pasar.
—¿Qué pasa? — intrigada pregunto pero al irse acercando y captando el olor —Oh... mi bebé.
La señora Corcoran bajo las barras de la cuna jalando la manta que cubría a su hija, la descubrió con los ojos cristalinos y el rostro sonrojado hasta las orejas, intento escapar de la mayor pero esta rápidamente la atrapo en sus brazos.
—Sh... sh... sh.. — la arrullo balanceándola de lado a lado sin mencionar nada sobre el aroma, tal vez mas adelante con más confianza podría hacer una broma sobre ello —Mami ya está aquí corazón...— intento tranquilizarla besando sus mejillas —Te cambio rápido para que no te roces ¿si?
Rachel no dijo nada, su humillación solo la hacía soltar lágrimas y quejidos inentendibles. Shelby la puso en el cambiador viendo el rostro triste de la menor que no dejaba de dar quejidos con respiración agitada.
—Rachie, respira por la nariz... despacio. — le indico no quería que entrara en un ataque de pánico —Tranquila mi amor.
Pero no funcionaba, buscando otra solución abrió un cajón cercano sacando un chupón violeta para ponerlo en labios de su hija que inconscientemente chupo rítmicamente calmando su llanto, la mayor sonrió pues al parecer ya sabía mejor que era ser mamá y su hija entendía un poco más que era ser un bebé.
La menor estaba desconcertada, los conocimientos que adquirió todos esos años jamás le hubiesen permitido hacer algo como eso... había despertado a una mujer en horas de madrugada solo para que le cambiara el pañal, totalmente vergonzoso. Casi como si supiera lo que pensaba su madre hablo.
—Las mamás se levantan cuando sus bebés las necesitan, — aclaro bajando el cierre de su espalda para recostarla de nuevo en el cambiador —es normal Rachie, si te ensucias yo te limpio, así funcionan las cosas.
Pacientemente saco el mameluco de sus piernas, desabrocho las cintas sacando el pañal casi inmediatamente para enrollarlo y tirarlo a la basura, dio un vistazo a la menor que aun soltaba una que otra lagrima por sus grandes ojos marrones y tomo varias toallitas húmedas para limpiarla apropiadamente, no sabía si era cosa de ser madre pero tenía una pequeña obsesión por el trasero de su bebé.
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Azallam (ABDL)
Ficción GeneralRachel es criada para no experimentar la niñez, ni nada infantil, pasando por traumas en el proceso, cuando su madre biológica la recupera decide cambiar eso viajando a Azallam donde ella volverá a ser tratada como ¡¿bebe?! -¡Soy un adulto! -No lo...