Juvia no esperaba conocer a Gray en las vacaciones de verano ni enamorarse, el amigo de Natsu y de Lucy.
Gray no esperaba conocer a quien sería su mariposa azul, poniendo su mundo patas arriba. No, no lo esperaba, sólo quería conocer a esa chica que...
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♥
―Nos faltan el arroz, las salsas picantes y el azúcar. ―decía Juvia llevando la lista en la mano, en tanto Lucy se ocupaba en llevar el carro por los pasillos del supermercado.
Natsu se había comido todas las salsas picantes de la despensa en estas dos semanas, Gajeel arrasó con todo lo que fueran panes y bollos, y Gray atacó todos los helados que eran de Erza y las comidas congeladas.
Hombres...
El único que se salvaba en esa manga de inútiles era Zeref. Bueno, no tanto. Hace poco comenzó a traer a una amiga que no vivía tan lejos de aquí, conociéndola en el casino jugando póker. Todos se asustaron al verla, mayor fue la impresión de Natsu, ¡pues su hermano tenía gustos raros!, ¡no podía tomarse enserio lo de "Legalicen a las de dieciséis"!, ¡esa chica aparecía tener trece años!
Su hermano mayor era más depravado que Gray.
Mavis, ese era su nombre; explicó su problema de crecimiento y no tenía trece años. Diecinueve para ser exactos, un año menor que Zeref. Sí, era bajita, pero era bonita para las chicas, adorando su largo cabello rubio.
Entre ellas bromeaban sobre los gustos definidos de los hermanos Dragneel; la pasión por las rubias. Aunque, Mavis insistía que era amiga y nada más del mayor.
Friendzoneado.
― ¿Qué tal si llevamos galletas? ―le propuso Lucy.
―Tú eres la que cargará con los gastos.
―Es cierto... ―era multimillonaria, ¡galletas al carro! A Natsu le gustarán.
Respecto a Natsu y la consola portátil que le rompió a Zeref, le compró una mucho mejor con el dinero ganado en el casino de esa única noche que fueron. Para volver a entrar deben esperar una semana más. El dueño y los guardias fueron muy estrictos, no era para tanto.
― ¿Crees que a Gray-sama le gusten las galletas?
― ¿No le has preguntado sus gustos?
―No...es que ―apenada, jugó con dedos frente a los miles de paquetes de galletas―... No sé cómo...y...nos hemos alejado un poco. Aún me gustaría conocerlo más.
―Todo a su tiempo, Juvia.
― ¿Podrías contarle a Juvia cosas de Gray-sama? ―preguntó con esperanzas.
―Eso sería desubicado, ¿no? ―se las destruyó con mucha razón, ¿en qué pensaba?― Tampoco sé cosas intimas de él, sólo Natsu lo sabe.
―Sí... ―bajó la mirada desanimándose. Lucy apretó la boca cerrando los ojos, tomando aire. No quería quitarle las esperanzas de acercarse más a Gray.
―Lo único que te puedo decir, es que en estos momentos de su vida necesita disfrutar y tener buena compañía.
