Lo prohibido

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Es indescriptible la sensación de enamorarse en secreto; de caer en la mirada de alguien; de saber lo que haría a nuestro lado la persona que nuestro cuerpo tanto anhela. Para muchos, tal amor es prohibido. 

En una fracción de segundo se convierte en algo inalcanzable el tocar sus labios, respirar su aroma, o conocer cada parte de su cuerpo. Es ese instante cuando roda un filme en nuestro interior, donde los protagonistas somos nosotros dos, y nuestro cuerpo se estremece. Es un pequeño placer que se goza en privado, pues nadie puede entrar a este paraíso mental en el cual pasamos largo tiempo.

Nosotros, lo de amores prohibidos, nunca pasamos desapercibidos. Esa persona, al reconocer que le miramos, y, de pronto nos observa, es entonces, cuando, sonreímos. Confeccionamos una sonrisa carismática, única en su clase.

El amor... Ah... Durante el tiempo que lo dominamos es tan maravilloso... Tan erótico a veces. 
Un beso. Sentir nuestros cuerpos. Sentir la respiración de cada uno. Saber que esa persona es enteramente nuestra... Es por ello, que el romance se considera tan preciado para la humanidad: algo, que, para algunos, es simplemente extraordinario, y para otros, prohibido.

El amor se vuelve prohibido al no poder tener, no poder amar, pero desear en secreto. He aquí cuando se compagina ese secreto y ese romance y juntos se convierten en una delicia: un secreto restringido. 

Un amor que es tan puro, que luce una diáfana seda, sin tizne que la deslustre. Ese deleite de imaginar una tarde mirando al ocaso, una noche en su compañía, o cómo su mano se entrelaza con la nuestra, y sus labios, junto a los nuestros, sellan nuestros destinos, cual acuerdo perpetuo. Un delicioso capricho. Un momento estupendo. Un amor prohibido.

Tengo que hablarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora