Veinte primaveras dieron juicio justo sobre la amistad en mi vida, de modo que hube confirmado que gocé de muchos amigos. Centenares de ellos; por todas partes: de todas las combinaciones posibles. Amigos que compartieron vino y pan conmigo; que logré que se enamoraran de mí; que llegasen a despertarme personalmente durante la aurora; amigos con los que reí, de una manera tan fuerte, que mi abdomen dolía; amigos que lloraron y se enfadaron varias veces; amigos que supieron mis problemas; que fueron confidentes de mis delitos infantiles o de mis travesuras durante mi adolescencia; que sufrieron dolores en su espalda debido a la dolencia posterior por golpes voluntarios; con los que compartí mis vestimentas, mi comida y mi techo.
Amigos a través de mi existencia.
A pesar de todo, estando en el presente, me di cuenta de que algunos ya han partido y alejado de mi cercanía. Probablemente, la gran mayoría no me recuerde, o desconfíe en mí... Otros fallecieron, o, se convirtieron en mis enemigos.
¿Qué significa, o debería significar para nosotros un amigo? Porque, a la hora de ser adulto, en específico durante el momento en que esté armando el rompecabezas de mi vida, tendré que saber dónde van ubicados.
Porque si de algo estoy seguro es que los he desvalorado, pues cuento con ellos diariamente o los veo seguido, y eso causa que olvide lo esenciales que son para mí. Compañeros de vida, de mi corazón.
Si tan sólo ellos se diesen cuenta de lo mucho que los adoro y los aprecio.
Ellos son mi familia escogida. Los elegí... Aunque, opino que ellos me eligieron a mí.
En realidad, no sé qué me habrán visto para merecer su compañía. Mi madre siempre dijo que no los llamase "amigos", porque, no existen. Siempre estuve a la defensiva, ya que afirmaba que eran reales, los poseía. Ahora, yo me pregunto: ¿qué es un amigo? Para mí, significa mi apoyo, mi otra vida, porque sin ellos viviría en soledad absoluta. Son mi fuente de cariño y confianza. Son las hojas del árbol de mi vida: sin ellas, estaría vacía. Podría quedarme con ellos horas y horas en una habitación vacía, y nunca me aburriría, todo mi tiempo sólo para ellos. Con ellos encuentro felicidad entera. ¡La risas que emanan de nuestro cuerpo! Por estupideces, por temas sin sentido, por bromas...
Porque ellos son capaces de responder algo más que "nada" a la típica interrogante "¿qué haces?" Y, junto a ellos, el peso del mundo se vuelve una pluma... Y somos algo hermoso juntos, aunque el clima esté triste... Porque con ellos todo está bien y conocen mi corazón.
Los extraño...
Me encantaría organizar una fiesta e invitarlos a todos, programar un día infinito para tener tiempo para cada uno. Son mi mundo: un enorme océano de astros en él.
¿Y mis enemigos? Basta decir que ante sus intentos de cambiar mi curso, sus palabrerías, sus juegos tramposos, su infelicidad al ver mi alegría, sus susurros dentro de los pasillos, sus golpes y sobrenombres, no han logrado entrar en mí, porque no me desmorono más, ya no soy arcilla. Soy de diamante, de hierro fuerte, radiante de sonrisas y abrazos. Puedo gritar que sé mi nombre.
¡Gracias amigos que pasaron por mi vida, y gracias por aquellos que vendrán! Desde este instante, los espero con un gran abrazo.
Mi mayor sueño es contar con muchos a mi lado, en mi lecho de muerte.
Yo no cumplo con las reglas del juego, soy imprevisto. Soy especial, al igual que ustedes.
De esto me doy cuenta estando mayor, mas, tengo la esperanza de que alguien empezará a amarlos, a decirles que son lo máximo en su vida y no los dejará ir jamás.
Un amigo es hermano.
Y lamento que mi madre no tenga razón... Tuve, tengo, y tendré amigos; no importa que se presenten en cantidades inconmensurables, únicamente necesito uno para ser feliz. Para mí, la amistad es real.
Y si fuese posible planear la gran "fiesta", daría a todas las estrellas del firmamento a cambio de ello.