Lo esencial es todo aquello que es necesario: que es importante. Algo que se desea o se impone, y, de vez en cuando, el tiempo es esencial.
¿Qué voy a hacer ahora conmigo?
Soy mi droga más potente; mi poción mágica, y mi ancla al océano.
Es esencial conocerme, para poder actuar. Debo dejar de ahogarme en mi llanto, para comenzar vivir, aunque no sepa cómo hacerlo.
Intentar. Fracasar. ¿Qué es lo correcto? Pues una opción depende de la otra. Hoy quiero extender cada extremidad de mi cuerpo y ser libre al vuelo. Sólo eso y nada más.
Poseer mi propio espacio para realizar en él todo lo que se me venga en gana, dejando a este mundo, aunque sean tan sólo siete minutos.
Quiero introducirme en una selva de América; quiero ser rey de las naciones con el propósito de vivir mi cuento de hadas, porque temo, severamente, que dejaré de creer en ello si no lo vivo, y dejaré de ser niño, dejaré a la esperanza; quiero probar los platillos de cada país y conocer sus culturas; quiero ayudar a los que lo requieran; quiero vagar por las playas del norte y ver hacia el Sol antes del ocaso.
No quiero morir.
¡Por favor, no me dejes morir!
Sin embargo, si algún día llegase a hacerlo, libera mis cenizas sobre la brisa de la montaña más silenciosa que sientas, tal vez entonces sea libre.
Me soy esencial.
He conocido a todo aquel que el destino ha querido, y estoy satisfecho por todos, ya que cada uno me ha hecho ser lo que soy.
He pillado la mirada prohibida que tanto he deseado.
He tenido vergüenza y bondad.
He escuchado atentamente los sonidos del planeta.
Pero necesito espacio. Espacio para ser quién soy.
La soledad es buena en muchas ocasiones.
Ahora, necesito deshacerme de este perfume negro que impregna mi corazón, y rociarme con lluvia. Lavarme... Sanar.
Anhelo ser adicto a mí, y levantarme ante la luz del alba para respirar hondo y no pasar un instante más en mi lecho, sino, gozar de una euforia enorme porque sabré, entonces, que soy alegre y que he empezado a vivir.