No soy quien tú crees [MikaYuu] (Terminada) |Resubiendo|

→ XVI: Reviviendo el pasado

Vi con una enorme sorpresa el cómo a Scar se le escurrían las lágrimas de los ojos; su expresión era demasiado compleja como para tratar de descifrarla y no reaccionaba; solo unos diez segundos después logró regresar en sí —lo cual era demasiado tiempo tomando en cuenta a quiénes teníamos al frente—, lo supe cuando me habló en un susurro.

—Yuu, quiero que corras con los chicos a la puerta —dijo secándose las lágrimas.

—E-Está cerrada —murmuré nervioso al ver que ese chico seguía acercándose más a ella.

—Patéenla, se abrirá —aseguró—. ¡Fuera de aquí! ¡ahora!

—No me digas, ¿en serio crees que lo vas a librar de mí? —se burló él.

Nosotros jadeamos sorprendidos cuando ella nos gritó, pero apenas tuvimos tiempo de quejarnos porque nos dispusimos a patear la puerta; yo no podía dejar de pensar en que Scarlett había llorado.

Eso no ocurría desde hacía algunos años, y había sido mi culpa; además, nunca vi que las palabras de alguien que no fuese yo le afectasen tanto.

Ella temblaba, pero no se dejaba caer al suelo; no me gustaba el giro que estaba dando este asunto.

—Es divertido que estés tan asustada, pero tengo que hacer mi trabajo —musitó aquel azabache.

—Cállate... —la oí susurrar.

Aquel tono de voz me dio un escalofrío, alenté a que los chicos patearan más fuerte la puerta para poder irnos.

—¿En serio? ¿esta chica es el "gran objetivo" al que debo eliminar? —se rió él mirando a Shinoa y a Mitsuba; ¡¿cómo demonios se atrevía a decir eso?! ¡ni siquiera sabía que si ella lo deseaba podría matarlo en dos segundos!

—¡Dije que te callaras, Akemi! —gritó la ojimiel.

Su potente voz acalló todo el bullicio por un par de segundos.

—Oh, al parecer tienes carácter, Izawa-san —comentó aquel ojicitrino.

—No me llames así —le ordenó ella.

—Izawa-san —repitió él sílaba por sílaba.

—Yuu, fuera de aquí, ahora —gruñó Scarlett sin girar a verme; di un respingo—. Haré pinturas con sangre.

Sentí la piel de gallina y juntos, los cuatro dimos el ultimo golpe que hizo que la puerta se abriera; estando a nada de echarnos a correr, oí un frenón en seco de un zapato y giré a ver qué ocurría.

Me topé con la mirada amenazante de mi mejor amiga y la cara seria del chico viéndose fijamente; pasé saliva con nerviosismo.

—Aléjate de Yuu, Akemi —susurró ella—. No permitiré que lo toques.

—¿Y tú crees poder detenerme?

—¡Chicos, llévense a Yuu! —gritó la ojimiel.