No soy quien tú crees [MikaYuu] (Terminada) |Resubiendo|

→ XXVII: En la boca del lobo

Cuando sentí el aire de Japón golpear en mi rostro una vez salimos del aeropuerto fue maravilloso, por primera vez desde que dejé de vivir con mi madre, sentí que había vuelto a casa; y el abrazo de Scarlett fue la cereza del pastel para sentirme mejor con todo lo que había sucedido.

Rápidamente nos pusimos en marcha, había un auto esperando por nosotros, Chess lo había enviado; los chicos nos íbamos a subir todos apretados atrás y dejaríamos que Scarlett, que era la única chica, se subiera adelante, cosa a la que ella se negó, y terminé yo de copiloto.

El camino fue en silencio, sobretodo porque Akemi estuvo a punto de colapsar de los nervios por cargar a mi amiga, me burlé de su situación en silencio; y Kimizuki y Saotome no eran habladores realmente, o quizá porque habían sido entrenados como Scar, aunque ellos vivieron todas sus vidas sin salirse de ese margen.

Al llegar a casa, estaban Lacus, Mika y Rene fuera en la parte de afuera junto con Chess; sonreí inmediatamente y apenas el auto fue aparcado salí disparatado a abrazar al rubio.

—¡Mika! —chillé emocionado, este levantó la cara y sonrió contento, abriendo sus brazos para recibirme.

Cuando sus brazos me apretaron me sentí en casa, como si nada pudiera salir mal, como si absolutamente todo estaría bien si me quedaba en ese exacto lugar; era algo extraño que él pudiera despertarme tal sensación, sobretodo después de pasar por tantas horribles cosas.

Era como si finalmente pudiera ser yo mismo, sin preocuparme de nada, o de tener que proteger mi corazón de ser herido; aún con tanto dolor en mi vida, él era uno de esos escasos rayos de alegría que me salvaba de enloquecer.

Sentí que él levantó suavemente mi menton, a lo que me dejé llevar para recibir un cariñoso beso de su parte; me sonrojé tontamente, y mi corazón latió presuroso. Apenas pude escuchar como Scarlett nos tomaba fotos, a los chicos riendo y a los demás callados, probablemente viendo la situación.

—Creo que fue suficiente por ahora —rió la ojimiel—. Vamos dentro, tenemos mucho que hacer.

Obedeciendo, todos la seguimos y entramos a la casa —ya que el par de maletas que habían en el auto ya estaban en el interior, pues Chess se encargó—, luego ella nos pidió que nos cambiemos de ropa en lo que ella habla con la pelipúrpura, a la que apenas noté por estar abrazado de mi novio; todos nos separamos —muy a mi pesar— para poder vestirnos y regresamos a sala, en donde ellas dos nos esperaban con la puerta al ático abierta.

—Pequeños cerdos, vamos a mostrarle a Uno-sama que tanto progresaron —espetó la ojirubí sonriendo malévola—. Al ático, ahora —ordenó; Mika, Lacus y Rene la obedecieron sin rechistar, solté una risita.

—Ocho, prepara lo que te pedí y vuelve a Francia, me eres de utilidad allá y gracias por cuidarlos en mi ausencia —sonríe de lado Scarlett mientras ponía una mano en su hombro; ella asintió y se retiró—. ¿Ustedes qué esperan? Suban también —nos gruñó a mí, a Kimizuki, Saotome y Akemi.