No soy quien tú crees [MikaYuu] (Terminada) |Resubiendo|

→ XXII: Entrega

Mika y Yuu estaban recostados en la cama mirándose fijamente, habían frenado los besos por unos segundos únicamente para verse con intensidad; el rubio no era capaz de apartar sus ojos del doncel en frente suyo, amaba ver su sonrojado rostro, se veía adorable.

—N-No me mires así, Mika... —susurró el moreno, avergonzado.

—¿Por qué? Si te ves muy lindo —rió; pero luego se puso serio—. ¿A qué hora se van?

—En unas horas...

—¿Cuándo vuelves? —preguntó en un suspiro resignado.

—No lo sé, ni siquiera sé qué está ocurriendo, pero sé que debo hacerle caso a Scarlett —expresó el azabache.

—E-Entonces, Yuu-chan, ¿me permites hacerte el amor? —cuestionó en tono bajito.

Yuu casi estalló en un sonrojo amplio que cubrió toda su cara, se sentía tan avergonzado que no fue capaz de responder, tan solo pudo refugiar su cabeza en el pecho del rubio, quien se sorprendió ante la acción, pero únicamente se rió.

La verdad, podría sonar tonto, quizá alocado y un tanto posesivo, pero para Mika, el realizar una acción tan íntima como aquella con ese ojiesmeralda que tanto le gustaba significaba mucho más que solo placer carnal; sentía que se había hecho parte de su complicada vida y eso lo reconfortaba.

[…]

¡¿Cómo me pedía eso?! No pude evitar ponerme nervioso, me dio muchísima vergüenza que mencionara aquello; de las miles de cosas que pudo haber dicho en una situación así, eligió esa.

No fui capaz de responderle, por lo que él se limitó a abrazarme con suavidad, acariciando mi espalda y besando la coronilla de mi cabeza.

—Lo siento, pido demasiado —se rió estrechándome aún más.

—Mika...

Levanté la cabeza un poco para mirarlo, sus mejillas estaban rojas, quizá tanto como las mías, aquello me enterneció; le sonreí y me acerqué a él para besarle, me gustaban sus besos, podían ser muy dulces, pero también muy apasionados.

Poco a poco, casi sin que me diera cuenta, él se posicionó sobre mí, dejándome a su merced; jadeé en cuanto sentí su rodilla estimulando mi serpiente con torpeza.

—M-Mika... Ngh...

Él sonrió y nuevamente me besó, sin dejar de presionar en aquella zona sensible; sentía que lentamente mi cordura se estaba yendo al demonio y no sería capaz de controlarme si él seguía haciéndome sentir tan bien como en este momento.

Suspiré extasiado cuando sus labios dejaron los míos y bajaron por mi cuello, formando camino de besos y saliva, y sacándome unos sonidos que, estoy seguro, no eran para nada decentes; Mika me sonrió y yo lo observé con algo de duda.

Antes de que le preguntara el porqué de su sonrisa malvada, me mordió en la clavícula, lo que me hizo pegar un grito y luego jadear; aquello me hacía sentir como un perro que respiraba agitado.

Con delicadeza, él quitó mi camisa, y yo me cubrí por vergüenza.

—¿Q-Qué sucede? —preguntó el ojizafiro viéndome algo extrañado.