→ IX: Descubriendo sentimientos

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La semana había transcurrido con tranquilidad, Scar y los chicos se habían encargado de animarme y de hacerme compañía, por lo que todo el dolor fue más llevadero, y tuve hombros en los que apoyarme para poder salir del hoyo en que sentía que caía; también noté que Mika me prestaba mayor atención, lo que, de una manera u otra, me sacaba sonrisas.

Respecto a las clases, se me habían hecho pesadas, pues, al menos para mí, carecían de sentido, puesto que estaba volviendo a aprender algo que yo ya sabía y manejaba, tal vez, incluso, mejor que los profesores.

Era viernes, mi madre había fallecido el lunes, faltamos el martes a la escuela, el miércoles y el jueves nos adelantamos con las actividades correspondientes, y ese día, como ya todo estaba en orden y no tenía deberes por hacer, Mika me pidió que fuéramos por un helado.

Scar me lo permitió, pues dijo que iba a salir y a estar ocupada, y que yo debía distraerme, sobraba decir que se burló de mí cuando le dije que saldría con el rubio, pero la ignoré.

Mika, de entre los tres chicos, era el más atento conmigo, incluso desde el principio, cuando recién nos habíamos conocido; la verdad no lo entiendía, ¿por qué lo hacía? No era que me molestara, tal vez podía decir que me agradaba, pero yo quería saber porqué.

Es decir, ¿qué tan a menudo él conocía a alguien y ya le ponía un apodo, o se despedía con besos en la mejillas? ¿o yo era el raro por ver ese comportamiento de una forma diferente?

Incluso cuando comíamos el helado, él me trataba casi con demasiada gentileza, me limpiaba las comisuras de los labios, me daba a probar de su postre, me escuchaba de una manera muy atenta cuando yo hablaba; eran, de hecho, gestos muy tiernos.

Pude descubrir que realmente Mika era un chico dulce y divertido, y realmente yo disfrutaba pasar tiempo con él; hasta teníamos cosas en común de las que podíamos pasar horas y horas charlando.

Además, me di cuanta de que Scar nos shippeaba, aunque también a Rene y Lacus, cosa que debí haber visto venir.

Oh, y también me gustaba cuando él acariciaba mis mejillas, no lo hacía muy a menudo, pero se sentía bien, hasta me hacía sonreír; casi me sentía como un gato al que le encantaba recibir mimos.

Cuando salimos del local, ya habiendo terminado de comer —y sin que él me permitiera pagar mi helado—, fuimos al parque que quedaba en el vecindario y nos sentamos, o bueno, él se sentó y me jaló para cargarme en su regazo.

Me tomó desprevenido, por lo que quedé sobre él sin que hiciera esfuerzo alguno, y logró hacer que me pusiera rojo de vergüenza; traté de bajarme disimuladamente, pero él me rodeó la cintura con sus brazos, dejándome inmovilizado.

M-Mika —lo llamé avergonzado.

¿Qué pasa, Yuu-chan?preguntó apoyando su cabeza en mi brazo.

Sentí que mi corazón se aceleró, aunque supuse que fue por los nervios que sentía al estar de esa manera, para mí era algo ligeramente incómodo, porque jamás me había sentado sobre las piernas de un chico, además de tener tan cerca su miembro; antes no me fijaba, pero a una distancia tan corta, era casi imposible no hacerlo.

Intenté no hacer contacto visual con él y miré hacia al frente, donde una manada de corredores iban pasando, suspiré; no me di cuenta de porqué, pero uno de ellos me empujó y yo caí al suelo, tocando eso por accidente.

¡Oye! —reclamó Mika al verme en el piso—. Yuu-chan, ¿estás bien?inquirió agachándose a mi lado.

No soy quien tú crees [MikaYuu] (Terminada) |Resubiendo|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora