Capítulo V: Un nuevo James Potter.

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El delgado camino que conducía a Hogsmeade se encontraba cubierto de espesa nieve blanca; una larga fila de estudiantes luchaban en contra de esta, intentando que sus botas no se llenaran de agua helada, aunque existían aquellos suertudos que conocían el hechizo correcto para impermeabilizarlas, entre estos Lily y sus dos amigas.

Las tres jóvenes conversaban animadamente de todo lo que se les ocurría, pero había un tema en especial ese día: la cita de Lily, la cual era, en efecto, la primera cita que iba a tener; la prefecta no era exactamente lo que se definiría como sociable, ni siquiera estaba cerca a serlo, por lo que el nerviosismo que sentía era incluso mayor que los años de vida de Nicolas Flamel.

- No sé que haré, ¿qué debo decir, cómo debo actuar? Jamás había tenido una cita antes, no tengo idea de en qué estaba pensando cuando acepté.

»  ¿Y si cometo alguna tontería y lo estropeo y nunca vuelve a dirigirme la palabra?

-¡Lily!- exclamaron sus dos compañeras al tiempo-.

La chica se calló dándose cuenta que se estaba saliendo de control.

-Solo sé tú misma Lil- proclamó Alice-; y si no le gusta él se lo pierde.

-Recuerda que si se pasa de listo solo debes avisarme y yo le daré uno de mis famosos ganchos de derecha- rió Elizabeht, quien, a pesar de tener una apariencia muy delicada poseía una fuerza tremenda gracias a haberse criado con cinco hermanos mayores.

-Y que sucede si- prosiguió la prefecta con timidez-... ya saben.

-No lo pienses más Lily, se supones que es algo que debe surgir con naturalidad, porque ambos lo quieren así, si te pasas toda la cita pensando en ello lo vas a arruinar.

La joven asintió para luego detenerse frente a la entrada de las Tres Escobas; se despidió de sus compañeras y estas le aclararon que estarían cerca solo por si necesitaba algo.

Nunca se había sentido tan nerviosa en toda su vida, su estómago se retorcía como si hubiese ingerido algo mal estado, las manos le sudaban y sentía que estaba demasiado sencilla para una cita, la mayoría de las chicas habrían aplicado algo de maquillaje y perfume, pero Lily escasamente llevaba un brillo de labios que casi ni se notaba.

¡Pero qué tonterías estaba pensado! Esto no era una cita con el creído de Black, que evidentemente se preocupa más por el físico que por lo que había en la cabeza de una mujer; estábamos hablando de Jaime Bell, el chico más amable y educado que Lily hubiese conocido jamás.

La pequeña pelirroja prosiguió a abrir con decisión las puertas del lugar, buscando a su enamorado con la mirada.

¡Estaba lista para su primera cita de verdad!


La madre de Remus siempre había dicho que él era muy maduro y sagaz para su edad, y Remus, a riesgos de sonar presuntuoso, lo creía así; era por ello que el joven hombre lobo lograba ver y entender cosas que otros no podían.

 Por ejemplo, había sido Remus el primero en percatarse mucho antes que el resto de sus amigo e incluso, mucho antes que el mismo James, de que las miradas y bromas que este le dedicaba a Lily Evans eran más que solo eso, eran un intento desesperado por llamar su atención. También había sido él quien advirtió a James que Sirius dejaría su casa muy pronto, por lo que le dio tiempo previo a su amigo para prepararle un cuarto en su casa; había previsto que algún día Severus llamaría sangre sucia a su mejor amiga por cierta influencia de sus amigos podridos Slytherin.

Debido a esos acontecimientos, sus amigos solían bromear diciendo que el prefecto tenía un futuro asegurado como el esposo de la profesora Trelawney; pero no era así, no se trataba de algún truco de adivinación, Remus simplemente observaba y unía piezas, por ello, no se sorprendió al ver una pequeña cabeza pelirroja que sollozaba suavemente en un rincón de las Tres Escobas, y por primera vez en la historia Remus pensó que quizá solo quizá, su amigo buscador aún tenía una oportunidad.

Lily Evans Y James Potter: La historia de dos almas gemelas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora