Capítulo XI: El amor solo es verdadero cuando es correspondido.

1.2K 40 48
                                    

Al principio todo estaba oscuro. Era incapaz de distinguir nada más que las leves sombras a su alrededor: una alta e imponente y la otra más pequeña; el ambiente era pesado, se le hacía difícil respirar, tanto que sentía como si cada bocanada de aire que tomaba hacía que sus pies se anclaran más contra el piso.

Una pequeña luz iluminó la habitación (estaba casi seguro de que era un Lumus), revelando cuatro paredes estampadas de verde y plata y en el centro de la misma, justo en frente de una enorme cama de dosel estaba pintado el escudo de Slytherin; había muchos libros por todos lados: en la cama, en el suelo, en las estanterías, en la mesita de noche... libros de magia...de magia oscura.

Tardó un momento en entender que se encontraba en su habitación del Número 12 de Grimmauld Place.

-Es tu momento de probar tu lealtad, joven Regulus- susurró una voz arrastrada y suave.

La figura pertenecía a un hombre encapuchado, por lo que era difícil definir su complexión o color de piel; sin embargo, Regulus pudo observar un par de ojos rojizos y brillantes muy parecidos a los de una serpiente.

Era Lord Voldemort.

Regulus recordó que el padre de su compañero de Slytherin Lucius Malfoy también lo había conocido. Lo había descrito como imponente, aunque para él era más bien atemorizante.

-Mi señor- el joven se inclinó en una reverencia, justo como sus padres le habían enseñado que debía hacer el día que conociera al Señor Tenebroso.

-¡Levántate!- ordenó Voldemort- Regulus Arturus Black, ¿eres aspirante a Mortífago, no es así?

Regulus dudó un momento, pero acabó por asentir.

-¿Y por qué crees que eres digno de llevar mi Marca, heredero de los Black?

-Po...porque soy un sangre pura, parte de los Sagrados veintiocho- se explicó el buscador intentan que su voz no revelara su miedo interno-. ¡Soy un mago excelente!, el mejor de mi clase. Y además creo firmemente que los sangre sucia representan un peligro mortal para nuestra comunidad.

Voldemort lo observó detenidamente; su mirada era gélida y aterradora, Regulus estaba empezando a tener la sensación de que entre más lo miraba sus piel se erizaba y su ritmo cardiaco se aceleraba hasta puntos inhumanos.

El Señor Tenebroso repitió una a una las razones que el chico le había dado, para luego hacer un extraño ruido el cual Regulus no estaba seguro si era una risita pues parecía más un siseo de serpiente.

-¿Qué crees que significa ser un Mortífago, joven Black?

Mortífagos.

Regulus había escuchado aquella palabra innumerables veces, tanto dentro de Hogwarts como en su casa e incluso en el Callejón Diagon. También en diferentes contextos: algunos lo pronunciaban con odio total, otros como si fuera la mismísima Orden de Merlín.

Y luego estaban los que no se sentían cómodos en ninguno de los bandos.

Tenía claro que un Mortífago debía por obligación entender la importancia de la pureza de la sangre, debían amar las Artes Oscuras y ser capaces de asesinar con sus propias manos sin pestañear.

Eran los hombres que sus padres idolatraban y que su hermano aborrecía.

Cuando Regulus cumplió los diez años, empezó a desarrollar una obsesión por los libros. Leía en su cuarto, en el comedor, en la sala de estar, e incluso en el baño; su libro favorito se lo había obsequiado su hermano Sirius unos meses antes de que este mismo se fuera a Hogwarts, le era difícil recordar el título pero hablaba a cerca de honor, lealtad, amistad y valentía, sobre hombres que darían hasta la vida por proteger a sus compañeros.

Lily Evans Y James Potter: La historia de dos almas gemelas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora