Promesa

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El pelinegro caminó algo ansioso por su habitación. Lo que acababa de suceder lo había dejado sin habla. Si bien siempre se consideró profesional respecto a sus misiones y frío para ejecutarlas; el pedido que acababa de aceptar lo descolocó por completo.

Viktor Nikiforov, muerto por sus propias manos.

Había cometido magnicidios anteriormente, pero algo de tal tamaño nunca. Viktor, el héroe de Rusia. Uno de los hombres más admirados y queridos por el mundo del patinaje. Muerto.

Yuuri sobó sus manos nervioso.
¿Cómo debía de proceder? ¿Sería capaz de hacerlo? Las inseguridades lo golpearon levemente. No, no podía permitir que le ganaran.

Él es el mejor. Él puede ser mejor.

Con una mirada de determinación observa el horizonte. Sus ojos negros tienen un brillo de fuerza.

Recuerda quién eres, se menciona. Yuuri Katsuki, el asesino a sueldo mejor pagado de Asia. Tiene veintitrés años y ya posee absolutamente todo lo que desea.
Mata porque lo disfruta. Hace mucho que dejó de preocuparse por moralidades absurdas. Los humanos no son mejores que los perros.

Lo que inunda su mente ahora es el misterio que abarca el caso. Había recibido una llamada anónima donde un hombre le ofrecía un monto bastante generoso por asesinar al patinador el día de la final del Grand Prix, cuando quiso excusarse vio que su cuenta estaba llena con muchos más ceros de los que había antes. Su contratador no aceptaría una negativa.

Obviamente, este personaje quería crear una gran polémica. Un gran golpe capaz de enfocar la mirada del mundo en una sola persona. Yuuri pensó que se avecinaba algo fuerte, algo tan grande y escandaloso que solo una desgracia de tal magnitud lo podría opacar. 

No siguió mucho más con aquel tema. 

Ya había aceptado, ya no había marcha atrás. 

🌼🌼🌼

Dos días después

La pista de hielo estaría vacía si no fuera por el ruso. Las luces son  mínimas y a penas iluminan su recorrido sobre el hielo, pero esto no es un problema, al contrario, lo vuelve más enigmático, más íntimo. 

La figura sigue dando vueltas y saltos frenéticos por toda la superficie lisa. Cada uno de sus pasos son medidos con una precisión de dioses, nada queda a la suerte. La pasión que desborda brota por sus poros, se reflejan en sus gestos y miradas igual de intensas. 

Mientras patina, Viktor se siente como un pintor dando pinceladas a un lienzo enorme. Se siente fuerte, poderoso, seductor; Viktor es consciente de sus atractivos, sabe que cada minúscula parte de su cuerpo es una obra de arte dispuesta a venderse al mayor postor. 

Así es el ruso. El encanto hecho hombre. Una figura ideal para presumir y admirar. Como una muñeca de colección, piensa. Hermosa pero siempre fuera de alcance. 

Mientras patina, Viktor piensa muchas cosas, cosas como lo solitaria que es la vida al ser un muñeco de exposición. Cosas como el momento en el que dejó de sentirse completo al patinar. También en cuando dejó de esforzarse para dar una buena impresión. 

¿Para qué debería esforzarse si cualquier acción sería alabada? Ya no se sentía un ser humano. 

- ¿Por qué tan tenso? -una voz retumba en el área. El mayor se detiene con un movimiento brusco y poco limpio, está agitado y algo ido. 

- ¿Ya es hora de tu entrenamiento, Yuri? Perdí la noción del tiempo...

- Te ves terrible. De esa forma no ganarás ni la de bronce en el Grand Prix Final. 

Yuri lo mira a lo lejos, está sentado cómodamente en las gradas. Su voz sale burlona, como siempre. Viktor no está bien, puede notarlo, algo lo aturde a tal grado que se ve incapaz de hacer un acto como es debido. 

Puede que el menor sea una bestia al hacer su trabajo, pero Viktor siempre ha sido alguien a quien apreciaba medianamente. No puede evitar sentirse como un traidor al hablarle con tanta naturalidad o al preguntarle qué es lo que le pasa. Sin embargo, es un peso que viene incluido en el paquete de su vida, no puede rechazarlo. 

- Lo sé, lo sé. Ya estaré bien, no te preocupes.-sonríe abiertamente mostrándose mejor. Yuri no le cree nada. -Sabes, Yuri...quería hablar contigo. 

El rubio asiente neutral aunque por dentro la curiosidad está a punto de destrozarlo. 

- ¿Recuerdas esa promesa que te hice hace años? 

Yuri sintió su corazón detenerse. 

No, por favor. 

- ¿Aún quieres que sea tu entrenador? 

Con los ojos abiertos por el asombro y el estómago removido por el amargo de la noticia, se obliga a responderle negativamente. 

- Claro que sí, Nikiforov. Igual te hubiera obligado a cumplirlo. 

Mierda, ¿qué acaba de hacer?

🌼🌼🌼

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JUEGO DE NIÑOS [Yuuri x Yurio]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora