Revelación

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La mucama alertó los sentidos de los dos hombres. Con una mirada descolocada, el dueño de casa dio el permiso para que la señorita prosiguiera con su rumbo. La japonesa caminó pidiendo disculpas con cada centímetro de su cuerpo.

Viktor continuó incómodo con las muestras de sumisión tan infantiles. Todos los ciudadanos de Japón parecían tener un chip que los obligara a obedecer incondicionalmente. Por lo tal, aborrecía con intensidad la manía del mayor. Eso de tener personas bajo mando no era lo suyo.

- Apúrate, no tengo tiempo para estas cosas. -Mandó el pelirrojo. Viktor vio con lástima, cómo la muchacha temblaba vertiendo el contenido de la pequeña tetéra en los vasos ceremoniales.

- Tranquila. No debes hacerle caso al iracundo de tu señor. -La mujer pareció estremecerse aún más.

La tensión entre ambos explotó más rápido que dinamita. Azul contra verde peleando en una lucha que ninguno ganaría.

- Déjalo ya, Viktor. No ganas nada enfureciéndome.

- ¿Cómo que no? -escupió en medio de una risa burlona, justo antes de probar del té recién servido.- Vivo para fastidiarte la vida. Éstas pequeñas cosas me hacen feliz.

- Lo que no sabes es que tu presencia me da una tremenda tranquilidad, aún con tu comportamiento tan infantil. Supongo que eso te hace tu, y yo amo todo de ti.

La muchacha ya había huído para cuando las mejillas de Viktor se encendieron en un rosado brillante. Ahora la tensión no era más que vergonzoso coqueteo. Viktor sintió ganas de vomitar.

- Eres asqueroso.

- Comienza, Vitya, no perdamos el tiempo.

- De acuerdo. -tomó la última gota de su té.- Siempre supe que Jean Jacques Leroy andaba en cosas turbias, pero no imaginaba el grado de ellas. Claro, hasta hace unos seis meses...

- Llegó a mis oídos que estuvo en reuniones con altos mandos. ¿Qué está pasando con los patinadores?

Viktor sonríe porque la pregunta es cierta. No hay día donde no se la haga. Cada vez se sorprende más con lo que se entera y eso que su viejo oficio no le deja cosas a la imaginación.

- El patinaje ha cambiado mucho en los últimos años, Alek. Desde que se volvió popular incluso los patinadores se pueden sentir como celebridades. ¿Quién mejor que yo para asegurártelo?

El pelirrojo lo escucha atentamente. Analizando cada palabra y gesto que viene del ruso. Alek está muy acostumbrado a esa faceta del menor: la seria con mirada impávida. La profesional, la que le enseñó hace mucho tiempo atrás.

- ¿Y entonces?

- JJ estuvo moviendo hilos para asentuarse en un lobby deportivo. Al principio no sabía bien qué es lo que buscaba, pero adivina qué... -la mueca del mayor es divertida. Comparten miradas que se sincronizan al instante y no se necesita que el ruso hable para que el otro sepa la respuesta.

- Las elecciones presidenciales están cerca...

- Exacto. Apoya a un grupo político.

- Hasta ahí no me parece nada de otro mundo. ¿En qué momento llegamos a la parte en que te delatan?

- Tranquilo. -aprovecha el lapso de tiempo para servir un poco más de té. Está delicioso y su garganta anda seca de tanto hablar.- Toma sentido cuando sabes que el hombre es financiado con dinero de la venta de armas y lavado de activos.

Alek suspiró agotado. Estaba sorprendido, pero cómo le cansaba estas noticias. Vender información no es difícil. Solo debes ser agradable, astuto, buen mentiroso y muy observador. Factores que se le fueron otorgados desde su nacimiento y solo pulió un poco para utilizarlos a su favor. Sin embargo, es una espada de doble filo que te puede hundir en problemas serios, como los de Viktor. Algo que no volvería a experimentar en su vida.

JUEGO DE NIÑOS [Yuuri x Yurio]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora