Prólogo

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    Son muchos los eventos que pueden marcar la vida de una persona, o como dicen: dejar una huella.  Pero... ¿Qué tan malo podría ser un cambio de planes? Esa es una buena pregunta, para quien suele planearlo todo, aprender a improvisar cuando las cosas no salen como lo establecido es lo que algunos le llaman tener la mente abierta, yo le llamo un reto.

    No soy de las personas que huyen ante las complicaciones, pero si me tomo el tiempo para decidir algunos aspectos significativos, porque sé que marcaran mi vida; un hábito que me ha acompañado desde niña.

   En mi caso me atrevería a decir que la huella más profunda en mi vida se marcó una tarde en pleno verano. Cuando me sentía demasiado confundida como para estar en casa, huí hacia un lugar en las afueras de la ciudad.

    Todo puede cambiar con una mirada, hundirse en los ojos de alguien y encontrar su alma. 

    Perderse en las intenciones sin diferenciar entre lo que puede o no ser... 

    Sentir sin un toque, los latidos de quien te observa y desear estar realmente juntos. Que esto motive caricias... Caricias que no son otra cosa que el deseo de sentir real a la persona que se contempla. 

    Cuando un beso es solo un sello que garantiza que lo que se está sintiendo, existe. 

    Cuando dos cuerpos se funden en un abrazo, en un mar de caricias y en un beso perpetuo. 

    

Una tarde a mitad del veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora