Volviendo al presente, me doy cuenta que es imposible no reconocer esos ojos enmarcados con largas pestañas, que he visto a lo largo de mis años de estudio, le veo avanzar hacia mí y trato de disimular mi asombro con una sonrisa.
- Buena tarde, Laila. Me alegra encontrarla aquí.
- Buena tarde, doctor Del Águila. Que gusto verlo.
Si no fuera por el pequeño detalle de haber sido mi catedrático en algunos cursos a lo largo de mi carrera, diría que esa camisa le sienta de maravilla. Siempre le he admirado por la prolijidad de su presencia, salvo un mechón de su cabello que siempre cae cerca de sus ojos. Hoy se ve casual... Una camisa azul intenso y pantalón gris que se ajusta muy bien.
-¿Interrumpo algo o puedo acompañarle? - pregunta develando una sonrisa que deja ver la perfección de su dentadura.
Bueno, está bien, el tipo es un Adonis, que puedo decir.
- No, para nada. Siéntese por favor. ¿Cómo ha estado? Realmente tenía ya un tiempo de no saber de usted.
- Todo va bien, gracias, entre la oficina y la facultad tengo para entretenerme. - Dice mientras arremanga su camisa y deja a la vista parte de su piel.
- Está enterada de las nuevas disposiciones de la Universidad para los graduandos ¿Verdad? Pareciera que solo les complican el proceso pero en realidad vale la pena el reto.
- He escuchado algo, pero no estoy al tanto de la situación. No han publicado ni nos han notificado al respecto.
- Bueno, en ese caso, será mejor que se reúna con sus compañeros y que soliciten información en la Decanatura lo antes posible, no creo que estas disposiciones les favorezcan en absoluto y tampoco que les notifiquen algo.
Quedo en silencio y hago un recuento de pendientes a lo que sumo ahora la urgencia de llamar a todos los de mi promo.
- ¿Todo va bien, verdad?- Dice mientras coloca su mano sobre la mía.
No es algo que esperara que sucediera, a decir verdad, quisiera haber evitado el voltear a ver a nuestro alrededor para comprobar que su gesto pasaba desapercibido, pero fue un acto reflejo.
- Me parece que está algo preocupada, pero no precisamente por lo que acabo de comentarle de la U o me equivoco - pregunta.
Sin embargo mi atención esta en las suaves ondulaciones con su pulgar, sentirlo así de cerca con su intensa mirada plasmada en mí, es algo difícil de controlar. Mi mente viaje a otro lugar, hipnotizada ante él y aun cuando logro fijar mi vista en sus ojos, un miedo aprehende todo mi ser. Sé que él puede notarlo, ya ha pasado antes. Con el tiempo aprendí a reconocer que sus palabras podían significar algo más del contexto habitual. Al principio pensaba que tal vez era mi imaginación, pero poco a poco noté ciertas pautas de comportamiento en él que se repetían, cada vez con mayor intensidad. Como por ejemplo la ocasión en que nos dio la bienvenida al tercer año...
- No, la verdad es que no se equivoca. Pero no es nada fuera de lo común, solo estoy algo tensa por el trabajo de tesis, los exámenes y ahora pues lo que acaba de contarme. - Me abstengo de contarle que rompí con mi novio, que no logro conseguir empleo y que mis padres me presionan para que "ahora" haga algo con mi vida.
-¿Va a tomar algo, señor? - pregunta un mesero justo a tiempo para darme un respiro y poder retirar discretamente mi mano de la mesa.
-¿Qué está tomando? oh, claro un smoothie... Deme un cappuccino y una porción de esas deliciosas galletas de mantequilla que hornean aquí, por favor.
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Una tarde a mitad del verano
ChickLitLa primera parte de la historia sobre una chica universitaria, que está por tomar interesantes decisiones en su vida, para ello se toma una tarde para si misma, sin imaginarse que un encuentro casual podría cambiarlo todo. ...