Capítulo 1 El encuentro y un secreto develado

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Con su perspicaz mirada, Vicky exclama rindiéndose: ¡Sigo sin entender por qué siempre escoges ese lugar!

- No hay mucho que entender - respondo restándole importancia mientras juego con el dial, en busca de algo mejor que estática, en la vieja radio de Cabro, así le llamamos al VW Cabriolet que recibió luego que su hermano se fuera al extranjero a terminar sus estudios, y dado que nos había sacado de muchos apuros, Cabro era nuestro protector.

Después de un rato, mi amiga dejó de presionar y manejaba tarareando lo que ambas entendimos era un tema musical entrecortado por la mala recepción. Sonreía con su característico movimiento altivo. Vicky ha sido por mucho, más que una amiga, una hermana; aunque en realidad soy mayor que ella pero ahora que se ha iniciado en eso que llaman matrimonio, su lado protector lo ha "sobre-desarrollado".

Al cabo de una hora llegamos a nuestro destino, una ciudad colonial que esta retirada, por pocos kilómetros, del bullicio y algarabía de la capital. De un tiempo a la fecha, este lugar se ha convertido más que un escape, en mi refugio. Me permite respirar hondo mientras mi mente se aclara del vaivén cotidiano. Sus calles empedradas y edificaciones coloniales, le dan un toque de nostalgia, a la vez que inspira tranquilidad incluso en un día laboral como hoy, algo que en la ciudad no se logra percibir entre la rutina y el constante estrés.

Encontramos un parqueo a menos de una cuadra de donde almorzaríamos. La tarde es simplemente perfecta. Últimamente el calor ha sido devastador lo que para mí ha significado, un esfuerzo sobrenatural de paciencia para no mantener un mal humor, definitivamente el calor no es lo mío.

Nos ubicamos en una de las mesas del exterior. La música gregoriana, envuelve el aire, el ambiente y a todos los que estábamos en la cafetería y sus alrededores, llevándonos a otra época, tal era el grado de éxtasis, que aun estando en pleno verano una fresca brisa primaveral nos resguarda del calor abrumador, quizá fuera esta condición lo que me había atraído acá en estos últimos días.

Un chico de complexión fina y diminuta, se nos acercó para tomar la orden. –Señoritas, que gusto volverlas a ver. ¿Desean lo de siempre o ...? - interrogó con un dejo de esperanza.

Vicky y yo nos miramos y asentimos al mismo tiempo. El chico se retiró no sin antes hacer un gesto de desilusión, lo que me inspiro remordimiento de por qué siempre ordenamos lo mismo.

- Algún día probaré un plato típico - intervino Vicky como leyendo mi pensamiento - Pero hoy con el emparedado tengo suficiente.

En cuestión de minutos el emparedado de pavo con alfalfa y zanahoria así como mi ensalada del chef, fueron servidos.

Platicamos mucho sobre el viaje de bodas y para mi suerte se ahorró los detalles engorrosos. Me relató los por menores de cada lugar al que visitaron mientras iba pasándome foto tras foto y se ampliaba en lo ocurrido en cada toma.

Justo cuando estábamos por ordenar un postre sonó algo en su bolso. – ¡Estrenando! – justificó mientras sostenía entre sus manos un teléfono celular y respondía la llamada. Había visto que algunos de mis compañeros de la universidad tenían celulares e incluso Rafa llevaba uno que le proporcionaron en su nuevo trabajo. Pero yo, en cambio, me sentía cómoda con mi localizador.

Rafa... Pensé para mis adentros. Mi novio o debería decir "ex novio". No hacía ni 48 horas que habíamos platicado, luego de encontrarnos en ese momento en que se debe decidir hacia qué lado del camino avanzar, acordamos separarnos, aduciendo la incompatibilidad de horarios que en reiteradas ocasiones provocó que nos dejáramos plantados mutuamente. Nos conocimos el último año del colegio, en aquel entonces era un chico tímido e introvertido, que de alguna forma llamó mi atención. Al conocerle encontré un excelente amigo, hasta que la amistad dio lugar a otros sentimientos. Cumplimos casi tres años de noviazgo. Ambos culminamos el pensum de estudios y estamos enfrascados en los trabajos de graduación. Él inició a trabajar en una empresa multinacional hace un par de meses y yo... Yo aún no encuentro algo que me guste.

- Vamos nena, no me hagas jugar a ser la bruja del cuento. ¿Dime qué te pasa? Discutieron con el idiota de Rafa otra vez - intervino mi amiga atrayendo mi atención - No puedo creer que me voy unas semanas y te encuentro hecha un lío.

Esquivo su mirada, azorada por lo atinada que ha sido.

- Todo va bien, no veas fantasmas "Cruela"

- Puedes decirme lo que quieras, pero tus ojos no me mienten.

Niego con un gesto de cabeza mientras bebo lo último que queda de mi smoothie de berries.

- Bueno igual puedes contarme de camino a casa - dice con un ademán para pedir la cuenta - Es hora de irnos, linda, mi caballero de brillante armadura, quiere que lo lleve a recoger su carro al taller.

No fue sino cuando estábamos por irnos que decidí quedarme.

Por tercera vez y exasperada, Vicky volvió a preguntar: -¿Estás segura de que quieres quedarte? No niego que el ambiente es fantástico - dice mientras observa por mucho, a unos chicos guapísimos que pasan a nuestro lado y nos sonríen amistosamente - pero quedarte sola aquí, no lo comprendo. ¿O acaso tienes una cita?- pregunta entrecerrando los ojos.

- No, tranquila.- digo poniendo los ojos en blanco. - No tengo ninguna cita, ya te expliqué, todo irá bien, solo quiero estar un rato, dar una vuelta quizá y luego tomaré el autobús a casa. Te llamaré en cuanto regrese, ¿te parece bien?- prometo.

Entornando los ojos, asintió de mala gana, porque su preocupación rebasaba el entusiasmo por reunirse con su recién conquistado esposo y dejarme sola en aquel café le pareció inaceptable.

- Está bien, pero recuerda que estaré pendiente de ti, así que si no quieres que llame y hostigue a tu madre, regresa temprano.

Haciendo un gesto de resignación se despide con un abrazo. –Sabes, la próxima vez, pensaré dos veces antes de venir a almorzar hasta acá contigo.

Viéndola caminar, no dejo de preguntarme cómo hacen todos, para aprender a sobrellevar una rutina diaria que les acompañará de por vida.

Estando sola en la mesa arquee la espalda enderezándome al tiempo que me acomodaba en la silla. Me dediqué a contemplar los alrededores y dejarme llevar por mis pensamientos.

Al parecer no soy la única que aún no toma control de su vida... Un joven a mi lado improvisa con unos crayones de madera unas baquetas y tamborilea a ritmo de un tema de Era que suena al fondo.

Distraída viendo a mi alrededor, de pronto siento como si soy yo el objetivo de atención de otra persona... Y no me he percatado de eso hasta ahora, no es lo mismo observar que sentirse observada.

¡Esa mirada tan enérgica! me hace viajar en el tiempo...  

Una tarde a mitad del veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora