La noche se hizo presente, está despejado dejando ver un cielo estrellado y la luna llena resplandece en tono naranja.
- Por qué no crees en el matrimonio - pregunta de pronto, y quiero pensar que su pregunta nace por la inspiración del tema de Eros Ramazoti, que el chico interpreta en el piano de fondo.
- Digamos que de la teoría a la práctica hay un mucho trecho, creo que hay una laguna en esta institución básicamente por considerarla como contrato, es decir una obligación - digo tratando de ordenar mis ideas.
- Veo tu punto. Pero qué hay del compromiso y el cumplimiento de ciertas obligaciones sociales, digamos las económicas...- dice pensativo. – Después de todo, no se trata solo de vivir y pasar momentos juntos... También hay que pagar los gastos y los servicios de la casa, el carro, la hipoteca... Algún día colegio y demás.
Bueno, es obvio que su concepto es más personal que el mío.
- Dicen que a la fuerza ni los zapatos entran...
- Ni la comida es buena, me lo sabía yo...- me interrumpe bromeando.
- Pues sí. Supongo que cuando las parejas caen en rutina y además "deben" cumplir obligadamente con algunos aspectos, se pierde el sentido de la voluntad y pasa a ser solo un compromiso, pero... ¿Dónde quedan los sentimientos?
-¡Los sentimientos! Bueno la ley no contempla sentimientos, si no realidades y estas comprenden el compromiso adquirido por ambos, el hombre de aportar lo económico y la mujer el cuidado y protección. Los sentimientos no se tipifican.
Me mira como exigiendo que comprenda, pero ni con la mayor de las explicaciones del derecho comparativo, lograrían hacerme cambiar de parecer, el matrimonio y yo no seremos amigos.
-¿Alguna vez has llevado un proceso de divorcio?
Y ahí vamos. Justo donde quería llegar.
- No, pero he estado junto a muchas amistades que lo han sufrido, como quien sufre una enfermedad. Y como dicen, a veces la cura es peor que el mal.
- Yo llevé el proceso de mi hermana, y fue realmente sufrido, tanto para ella como para mi cuñado. Quizá al terminar luego sea el inicio de algo diferente, pero no reduce el dolor del proceso.- dice con un dejo de tristeza.
- ¿Por qué usted y no otra persona, no es muy personal?
- Bueno, verás al ejercer nuestra profesión hay veces que no puedes negarte a llevar un caso y aunque intentes no involucrarte en él, si hay personas afines a ti, esto te afectará. Pero aun cuando no sean personas cercanas, ver el sufrimiento que algunos procesos conllevan, de una u otra forma, terminan afectándote o por lo menos te dejan pensando mucho al respecto de un tema.
- Eso es cierto... Nos emocionamos con los preparativos y sufrimos con la culminación.- digo pensando en mis amigas.
De pronto su rostro se desfigura -¡¿Has hecho preparativos para boda?!- pregunta intrigado con sus ojos muy abiertos y casi oscuros.
A ver... En qué está pensando, su rostro parece alarmado, acaso cree que yo...
- Por supuesto que sí. Soy una chica.
- ¡Oh! Pensé que...- definitivamente está muy confundido. Titubea tratando de darse a entender. –Entendí que no querías una boda.
- No dije que fuera para mí...- no quiero sonreír más de la cuenta, pero me tienta el trastornarlo un poco con la idea.
- Me encanta eso de ti... - dice de pronto mientras sus dedos rozan la comisura de mis labios y libera mi labio.
ESTÁS LEYENDO
Una tarde a mitad del verano
Chick-LitLa primera parte de la historia sobre una chica universitaria, que está por tomar interesantes decisiones en su vida, para ello se toma una tarde para si misma, sin imaginarse que un encuentro casual podría cambiarlo todo. ...