Capítulo 3 Los secretos: la verdad sale a luz.

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  Decido llamar a casa para avisar que todo está bien y que muy probablemente regresaré tarde. Al fondo interpretan un tema de Pausini que suena más fuerte de lo quisiera.

- Tranquila mami, solo me entretuve un poco, llegaré tarde, no puedo darte muchos detalles porque me han alquilado el teléfono.

- ¿Y dónde se supone que estas?

- No se supone, estoy, que es distinto. Tengo que colgar. Te quiero.

- Bien, cuídate, no regreses muy tarde. Te quiero.

Pienso en llamar a Vicky, pero supongo las preguntas que hará y no tengo tiempo (ni suficiente efectivo) para responderlas así que será mejor llamarla luego.

- ¿Todo en orden? - pregunta colocando su mano a mitad de mi espalda mientras salimos.

- Si todo, bien. Gracias.

Seguimos caminando por las calles tranquilas de aquel lugar, la tarde ha avanzado, celajes naranjas y rosados se dibujaban en el cielo cual cuadro pintoresco. En el ambiente, la fresca brisa se va intensificando, pero aun así se siente la tibieza de la temporada

- ¿Hablaste a tu casa? - me pregunta de pronto.

-Sí, usualmente a esta hora me esperan, así que para evitar momentos incómodos prefiero avisar que llegaré más tarde.

Por un momento no dice nada pero parece que quisiera hacerlo, de pronto se detiene y lo suelta.

- Entonces piensas quedarte más tiempo...

- No mucho en realidad. Bajamos con Vicky poco antes de mediodía, pero ella tenía otros planes para hoy, yo preferí quedarme y tomar el bus de la tarde, el cual no tardará mucho en salir.

- Es decir que si no tomas el bus... Quedarías a mi merced - dice con ese brillo de genialidad en sus ojos y una sonrisa que resplandece en su rostro.

- Podría decirse que... Sí. - confirmo algo confundida y no puedo evitar enarcar una ceja – Por eso debo tomar este bus.

- O... Puedes quedarte conmigo.

- Me gustaría, pero si tiene algo más que hacer, no hay problema puedo tomar el bus. Igual estoy muy agradecida por su tiempo y por su compañía, hasta ahora ha sido una tarde muy agradable.

- Ahora te despides de mí...- dice con un tono juguetón en su voz, mientras una señora pasa entre nosotros, molesta por el bloqueo que ocasionamos.

No tengo planes de dejarte sola en este lugar y mucho menos permitir que viajes en un bus, sobre todo ahora que oficialmente tienes autorización para llegar tarde. - Concluye esbozando una sonrisa.

- En realidad, no me despedía... Solamente quería que supiera que estoy agradecida... De que esté aquí.

No dice nada, pero hace un gesto que vale por mil palabras. 

- Y bien, qué quieres hacer. - pregunta señalando a ambos lados, dándome a escoger hacia dónde dirigirnos.

- Bueno, podemos continuar caminando por un rato, se me antoja un helado, conozco un lugar donde venden unos deliciosos.

- Si eso es lo que quieres, adelante, tú guías.

Camino rumbo al poniente y al cabo de unos minutos, se aproxima nuevamente y cuestiona:
- ¿Qué te preocupa. Está todo bien?

- La verdad no es hacia donde ir lo que me interesa saber en este momento... si no de qué tema hablar.

- Bien, eso es fácil. - dice mientras se coloca tras de mí para ceder nuevamente el paso y quedamos pegados a un portón. - Sobre qué quieres platicar. –Pregunta entretenido con un mechón de mi cabello.

Una tarde a mitad del veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora