Capitulo 24

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Abrí los ojos y vi a Paulo. Estaba dormido y tenía la boca medio abierta. Reí un poco al verlo y me levante de la cama. Me puse la camiseta que tenía Paulo antes de que... de eso. Justo cuando iba a abrir la puerta de la habitación, sonó el timbre. Fui hacia la puerta y, sin preguntar quién era ni nada, la abrí. Pero me lleve una gran sorpresa al ver quién era.

—¿Qué haces aquí?— dije enseguida.

—Hola a vos también— dijo irónica. Yo torcí los ojos y la mire mal.

—¿Qué haces aquí?— repetí la pregunta.

—Vine a ver a Pau— respondió. ¿Quién se cree para decirle Pau a mi Pau?

—Paulo no quiere verte— "sonreí"

—¿Ah si? Pues eso no decía en el centro comercial— contestó.

—Ya se que vos fuiste a donde estaba él, Antonella— dije cruzándome de brazos.

—Si, yo fui a donde él estaba, le pedí perdón, él aceptó mis disculpas, hablamos un poco, y luego me dijo que podía venir a visitarlo cuando quisiera— dijo encogiéndose de hombros. Yo fruncí el ceño.

—¿Qué?— solté.

—Lo que escuchaste— contestó— ¿Me vas a dejar entrar o no?— preguntó aparentemente fastidiada.

—Amor, ¿No has visto mi celular? No se en donde lo deje— escuche la voz de Paulo dentro de la casa.

—¿Que te parece si vienes acá y me explicas esto?— cuestione mirando a Antonella.

—¿Explicarte que...— gire a verlo antes de que terminara de hablar para que pudiera ver a Antonella. Él abrió levemente la boca y se quedó así por un par de segundos.

—¿Entonces?— dije para que hablara.

—Hola Pau— le dijo Antonella a Paulo sonriendo. Yo la mire mal.

—Hola— la saludo Paulo— ¿Por que viniste?— le preguntó.

— Vos me dijiste que podía venir cuando quisiera— respondió como si nada.

— No creí que vinieras el mismo día en que te lo dije— contestó Paulo.

—Así que si se lo dijiste— comente negando lentamente con la cabeza.

—¿Por qué crees que mentiría?— cuestionó Antonella. Yo la mire incrédula.

—¿Y preguntas?— dije en tono incrédulo.

—Anto, creo que es mejor que nos visites otro día— intervino Paulo.

—Que te visite, querrás decir. Vine solo a verte a vos— contestó Antonella. Yo volví a mirarla mal. Aunque creo que no he dejado de mirarla mal desde que llegó.

—Como sea, adiós— le dijo Paulo.

Antonella entro a la casa y beso la mejilla de Paulo, le sonrió y luego se mordió el labio. Si antes la estaba mirando mal, no se imaginan como la miraba ahora.

—Adiós, Pau— dijo y salió de la casa. Yo cerré la puerta y gire a ver a Paulo enseguida.

—¿Qué tienes que decir al respecto?— pregunte cruzándome de brazos. Él abrió la boca para responder, pero yo hablé antes— Y que no te gusta ser grosero no es un argumento— dije y él suspiro.

—Lo lamento, no sé en qué pensaba cuando le dije que podía venir— contestó.

—Yo tampoco sé ni entiendo en qué pensabas— replique.

—Ella no va a volver, vas a ver— dijo acercándose a mi.

—¿Y si lo hace?— cuestione.

—No lo va a hacer, porque ahorita la llamaré y se lo diré— respondió. Yo asentí y baje la mirada— Te quiero— dijo tomándome del mentón y levantando mi cara.

—Yo también te quiero— le sonreí y él me devolvió la sonrisa.

—¿Y qué quieres hacer hoy?— preguntó.

—Estar en casa— conteste.

—¿Te parece si salgo a comprar algo para que comamos?— propuso.

—Iré yo— dije.

—Menos mal, porque tengo pereza— contestó. Yo reí negando lentamente con la cabeza.

—Me iré a cambiar y voy— avise.

—Dale— contestó Paulo.

Fui hacia la habitación y comencé a buscar ropa. Me coloqué unos jeans algo sueltos, una blusa negra, y unos tenis. Salí de la habitación.

—Ahorita vuelvo— le medio grite a Paulo.

—Bueno— gritó él.

Agarre una campera marrón del perchero y salí de la casa. Me subí al auto y conduje hacia un súper.
Al llegar al súper, me baje del auto y camine hacia la entrada. Entre y fui hacia el pasillo en donde estaba los dulces. Agarre una bolsa de mis gomitas preferidas y una de los chocolates preferidos de Paulo. También agarre algunas frituras y varios dulces más.
Fui hacia la caja para pagar todo lo que había tomado.

—Hola— me dijo un chico que también estaba haciendo la fila, estaba detrás de mi.

—Hola— le devolví el saludo.

—Son muchos dulces, ¿No crees?— dijo enarcando una ceja y sonriendo.

—Me encantan los dulces— conteste sonriendo y me encogí de hombros.

—A mi también me encantan. Deberíamos comerlos juntos, digo, no es bueno que comas tantos dulces sola— dijo con una sonrisa coqueta. Yo enarque una ceja.

—Tengo novio— dije. El chico hizo una mueca.

—Que lástima, eres muy linda— contestó.

—Gracias— le sonreí sin mostrar los dientes.

Y ahí llegó nuestra plática, porque ya era mi turno para pagar las cosas. Pague todo y después me fui de ahí.
Subí al auto y conduje nuevamente hacia la casa. Me tarde como unos diez minutos en llegar. Al llegar, agarre todas las bolsas y me baje del auto. Camine hacia la entrada y puse las bolsas en el suelo mientras buscaba las llaves. Sé que a Paulo le daría pereza venir a abrir, así que no quise molestarlo. Abrí la puerta y entre con todas las bolsas en las manos, las cuales, después de yo dirigiera mis vista al frente, cayeron al piso.



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Holaaa!!

Espero que les haya gustado el capítulo.

Creo que a esta historia solo le quedan 6 capítulos más, y termina. Siento que no da para más esta historia, a veces quedo en blanco y no sé qué escribir. Así que solo tendrá 30 capítulos.

Voten y comenten.
-L💕

Since Always -Paulo Dybala y tu-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora