Jimmy
Los rayos del sol calentaban ligeramente dando a saber que era plenamente las 11 de la mañana, sin embargo la historia se volvía a repetir como cada vez que me quitaba los guantes de las de las manos. Enojado conmigo mismo por haber nacido así, salí apuradamente de aquella clásica cafetería.
La sociedad era una mierda o tal vez la mierda era yo, aquellos pensamientos me fueron despejados debido a que una anciana del otro lado de la acera había llamado mi atención, al parecer esta tenía dificultades con sus compras al meterlas a su pequeño pero a simple vista un muy caro auto color rojo; de manera involuntaria mis piernas comenzaron a caminar a aquella dirección.
—Le ayudo— pronuncié tomando algunas cosas de sus brazos y metiéndolas enseguida a la cajuela.
—Muchas gracias querido, ninguna persona tuvo la solidaridad de ayudarme antes—agradeció sacando unas llaves de su bolsa de mano —Como agradecimiento me gustaría invitarte a desayunar— volvió a hablar sonriendome tiernamente.
—Se lo agradezco señora pero no tengo hambre— dije rápidamente, sin embargo mi organismo me traicionó haciendo rugir mi estómago.
—Eso no suena como si no tuvieras hambre— murmuró con el ceño fruncido y un par de segundos después con un aspecto divertido —anda vamos, sube al auto pararemos en una cafetería.
—En realidad no me siento muy cómodo en una cafetería— dije nervioso rascándome la nuca.
—Pues no se diga más, vamos a mi casa— dijo andando hacia el lado del conductor y abriendo la puerta, de manera derrotada la seguí.