09 | feel you

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Los siguientes días son bastante complicados, pues el simple hecho de que nuestro objetivo sea el hallar al grupo lo hace todo sumamente difícil y, esto, sin siquiera contar el hecho de que debamos cargar con Gabriel, pues, si bien es ______ quien se encarga en su mayor parte de mantenerle con vida está claro que ni ella y su potencial son capaces de proteger durante cada momento a un idiota que parece ser un imán de caminantes, por lo que tarde o temprano tanto Beth como yo —aunque en su mayor parte yo, pues Beth tampoco es la gran cosa— nos vemos obligados a darle una mano.

Respiro hondo y me permito reposar el mentón sobre la ballesta, intentando no desorientarme por la nula luz de la carretera.

—Estás bastante calmado tomando en cuenta que ya va una semana y aun no logramos hallar al grupo.

_____ se distingue a la perfección bajo la casi trasparente luz de la luna, lo que me permite ver como, a unos metros de mí, se mantiene observando el cielo, mientras se abraza a sí misma y a un rifle que hallamos hace dos días en una cabaña en el bosque.

No sé que responderle, pues creo que sí, estoy bastante calmado a pesar de aun no hallar al grupo, aunque sospecho que aquello es simplemente porque confío en ellos y sé bastante bien que son capaces de aguantar todo y sobrevivir sin mucho problema.

—No me preocupan demasiado; sé que están vivos.

La castaña me observa, recargando su cabeza sobre sus rodillas, éstas aún pegadas a su pecho, y logro ver como presiona los labios durante un par de segundos.

Desvío la mirada.

—Creía que era normal el preocuparse por las personas que quieres aunque sepas que están bien.

Puedo sentir su mirada sobre mí, sin embargo no la observo, simplemente me limito a encogerme de hombros, manteniendo la mirada fija en la oscuridad a nuestro alrededor.

—No sé mucho de esas cosas.

—¿Del preocuparse? —ella inquiere y la observo un instante, notando como se mantiene en la misma posición, inerte, observándome con atención.

Sacudo la cabeza en negación— Del querer a las personas —le digo y no es necesario observarla para saber que aquello le ha sorprendido.

—No te creo.

Vuelvo mi vista una vez mas a ella, hallándola reincorporada totalmente sobre el asfalto, aun junto a Gabriel, quien duerme plácidamente bajo una delgada manta.

—No lo hagas.

No parece inmutarse ante mi respuesta, como si realmente siquiera me hubiera oído, pues aun así vuelve a hablar, con bastante calma y decisión.

—He visto como miras a Carol; se nota que le quieres muchísimo..., o a Beth, te preocupas bastante por ella, como si fuera una clase de hermana pequeña, también a Rick, se nota a kilómetros que ustedes son como hermanos.

Frunzo un poco el ceño, centrándome en la sinceridad en sus palabras, como si estas fueran puras y completamente ciertas. Aunque ciertamente la chica ha acertado completamente, en todo. A Carol le  aprecio demasiado, al igual que Rick y Beth, a quienes veo como hermanos, el primero muchísimo más cercano, sin embargo a ambos, aunque, aún así, no lo siento completamente así, pues no sé si aquello es realmente el cariño ya que jamás lo he vivido a carne propia y creo jamás poder vivirlo. Aunque debo decir que en un momento de la calma de la prisión llegué a creer que Beth lo había logrado, que ella me gustaba o algo parecido, pero con el pasar del tiempo me di cuenta de que eso era prácticamente imposible, imposible para mí; que yo no soy capaz de querer a alguien de verdad porque no tengo idea de como hacerlo.

Aprieto la ballesta entre mis manos y hundo mi quijada en la misma, intentando no mostrarme demasiado interesado por sus palabras.

—Querer a alguien es..., como aquél día en la guardería cuando estallé por lo de mi hermana; estaba gritando como una desquiciada, quizás podría haber alertado a una horda de caminantes o a, aun peor, un grupo de personas. Tú podrías haber escapado y ya, decir que me mordieron o algo así, pero decidiste pasar por el rollo y ayudarme a calmarme.

Me giro a observarla, notando como se mantiene seria mientras observa a Beth dormir junto a ella.

—¿Insinúas que te quiero?

______ se vuelve hacia mí con rapidez y las cejas en alto, a mi parecer arrepentida.

—Solo es un ejemplo; no se me ocurrió otro. 

Frunzo el ceño desviando la mirada, sin embargo se me es imposible no soltar lo que comenzó a rondar por mi cabeza al oír sus palabras.

—Porque no lo hago —acoté.

—Vale.

La observo de reojo y aprieto la mandíbula. Quizás fui muy duro.

—Creo que no quiero a nadie.

—Vale.

Vuelvo mi vista a su dirección al percibir movimiento, y cuando lo hago me percato del que se ha levantado de su lugar y comienza a caminar hacia el bosque al otro lado de la carretera.

—Jamás podría hacerlo.

—He dicho que está bien Daryl, en serio.

Despego la quijada de mi arma y me reincorporo.

—Hay dos tipos de personas —comienzo a hablar cuando ella hace en amago de volver a caminar, logrando que esta se gire para observarme—. Las que viven una infancia feliz y las que siquiera llegan a conocer a carne propia lo que es el cariño por parte de su familia, y está claro que aquello afecta bastante a la persona.

La castaña cambia el peso de una pierna a la otra y observa de reojo el bosque a sus espaldas, para finalmente comenzar a caminar hasta sentarse a mi lado.

—Que no hayas recibido cariño de parte de ellos no significa que no puedas sentirlo y entregarlo tú.

Asiento, porque sinceramente no sé de otra manera para reaccionar.

—No estás de acuerdo —afirma y yo sacudo la cabeza, negando.

—El caso es que no sé qué es el cariño, no lo he sentido jamás —intento explicarle—, con Merle teníamos una relación demasiado extraña, no sé si le quería y francamente si el lo hacia conmigo jamás lo sentí así.

Me giro a observarla, notando como mantiene su mirada fija en mí, atenta a cada movimiento de mi parte, pareciendo realmente interesada.

Sus ojos se mueven sobre mí rostro y cuando aleja su mirada de mí creo que ha dado la conversación por terminada, pero, en cambio, se limita a alzar su mano y posicionarla sobre mi rostro.

—¿Sientes esto?

Frunzo un poco el ceño, centrándome en la forma en que sus ojos se mueven al hablar, como si no estuviera bromeando.

Claro que lo siento.

Tras mis palabras su pulgar se mueve sobre mi rostro, acariciando mi mejilla, y, por alguna razón, no lo siento incómodo como creí que lo sentiría.

—Así comienza —me dice, para luego dejar caer, con suavidad, su mano hasta reposarla sobre el asfalto bajo nuestros cuerpos.

Analizo su rostro, centrándome especialmente en sus ojos grisáceos que se mantienen fijos en mí, como si aun esperara una respuesta que no soy capaz de otorgarle. Finalmente, tras un par de minutos es ella quien rompe el contacto desviando la mirada.

—¡Eh, miren que tenemos aquí!

Me giro con rapidez hacia aquella voz, alzando la ballesta de inmediato, alerta, hasta que finalmente logro distinguir a través de la oscuridad, a quien exclamó aquellas palabras.




Disculpen el retraso; culpen al colegio<3

Fantasma del ayer » Daryl Dixon y Tú [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora