Cuando finalmente logro abrir los ojos inmediatamente los vuelvo a cerrar; irritado por el punzante dolor en las sienes y el agudo dolor en mi costado derecho. Aprieto los puños alrededor de las sábanas bajo mi cuerpo y vuelvo a abrir los ojos, acostumbrándome casi de inmediato a la vaga luz de la habitación. Cojo una bocanada de aire y sacudo la cabeza conforme elevo mis manos, llevándolas a los costados de mi cabeza al mismo tiempo que me reincorporo sobre la cama, logrando percatarme de como el lugar se encuentra vacío, con nada más que la cama en que me encuentro, sin embargo no se me dificulta el notar que es una de las habitaciones de la enfermería de El Reino. Hago el intento de levantarme y lo logro tras un par de intentos; tras convencerme de ser capaz de resistir el dolor que me invadía bajo la costilla izquierda, lugar en que, tras observar bajo la camisa que llevaba, logré ver como un herida del tamaño de medio puño yacía sobre mi piel, cubierta por una traslúcida tela blanquecina con pequeñas manchas de sangre seca.
Cuándo finalmente logro llegar a la puerta de la habitación esta se abre con suavidad y tras ella aparece Maggie, quien con un frasco de alcohol y un trapo entre sus manos reaccionó sonriendo con sinceridad al verme.
—Me alegra que al fin hayas despertado Daryl, pero necesito desinfectar tu herida.
—Te agradecería más si me explicaras que hago aquí —sus ojos se dirigen un instante a la cama de la que acabo de levantarme y luego vuelve a observarme, por lo que, con cierto desdén caminé hasta la cama y me tumbé sobre ella, permitiéndole, que tras acercarse levante mi camisa y luego retire la tela que cubre la herida.
—De acuerdo, ¿qué quieres saber? —cuestiona tras remojar el trapo con alcohol y comenzar a frotarlo sobre mi piel. Cierro los ojos un instante y sacudo la cabeza, porque ciertamente estoy demasiado confundido como para elegir un tema—. Está bien, mhm, llegaste aquí el miércoles por la tarde...
—¿Llegué? —le pregunto e inmediatamente las imágenes de aquél día comienzan a reproducirse en mi cabeza, sin embargo solo logro ver trozos que me dejan igual e incluso aún más confundido.
—Bueno, _____ te trajo aquí en la motocicleta..., y ella manejaba, porque tu estabas inconsciente a ratos —hago el amago de hablar, sin embargo Maggie continua sin darme el tiempo de hacerlo—, dijo que caíste de una planta a la otra en el hotel que fueron a revisar y, cuando caíste te enterraste un fierro en la espalda que salió por aquí —toca la herida bajo mis costillas.
Me llevo una mano al rostro y cierro los ojos con fuerza al instante en que la imagen de aquel hombre persiguiéndolos aparece en mi mente, no obstante está claro que no contó aquella parte.
—Tres centímetros más arriba y estarías muerto —continúa Maggie—; llevas ocho días aquí Daryl..., creíamos que te íbamos a perder.
—¿Dónde está ella?
La ojiverde me observa un instante y luego vuelve su mirada a mi abdomen. —¿Puedes voltearte?Necesito revisar la herida de tu espalda —realizo lo que me pide con cierta impaciencia, pero aún así, solo algunos minutos más tarde ella vuelve a hablar—. Cuando estuvimos curándote el día que te trajo aquí estuvo durante toda la noche contigo, pero a la mañana siguiente desapareció —inmediatamente un amargor me sube por la garganta y aprieto los puños con fuerza—. Estos ocho días solo se ha limitado a coger un caballo por la mañana, devolverlo por la noche, dormir y luego volver a salir. Nadie sabe que hacen mientras no está aquí..., hemos intentado hablar con ella pero no ha dicho ninguna palabra. Rick creé que es que se siente culpable por lo que te ocurrió, pues él estuvo bastante similar cuando ocurrió lo de Lori, pero yo no creo que sea solo eso Daryl —pausa un segundo y me indica que vuelva a mi posición original—, ¿tienes alguna idea de que le puede haber ocurrido?
Sacudo la cabeza.
—No, pero no creo que sea fácil averiguarlo.
***
Algunas horas más tarde, a eso de las nueve, cuando el sol ya se había escondido _____ atravesó los muros sobre un caballo de pelaje castaño; vestida completamente de negro, con los cabellos atados en trenzas de raíz en los costados de su cabeza y todo el cabello restante en una coleta alta, y su machete colgando de una funda en su espalda.
Cuando finalmente se baja del animal y comienza a guiarlo al establo comienzo a seguirla, procurando no advertirle de mi presencia, por una parte porque no sé como podría reaccionar y por otra porque quiero comenzar a saber desde ya si aquél cambio del que todos hablan en ella es realmente tan drástico. No obstante, al instante en que acaba de acomodar al caballo y se limita a depositar alimento en un cubo para que éste lo consuma puedo ver como me observa de reojo y sus hombros se tensan, pero no dice nada, simplemente continúa con sus acciones como si realmente no me hallara allí. Y quiero acercarme a ella y exigirle que me diga qué le ocurre, pero me abstengo, y recargándome en la puerta del edificio intento encontrar las palabras adecuadas.
—Esperaba otro reencuentro —le digo finalmente, deseando que aquello le ablande y se ría, pero no lo hace.
—Sí, yo también, pero no todo puede ser como queremos ¿no es así? —su voz rebota en mis tímpanos, lastimándome.
—¿Qué ocurrió _____?—No quiero hablar de eso.
—Tendrás que hacerlo en algún momento ¿sabes?
—Pues ese momento no es ahora Daryl.
Le llamo por su nombre y ella me observa, y a través de la oscuridad intento enormemente que se centre en mis ojos y que reaccione, algo que claramente no ocurre, pues solo se limita a ignorarme y, acomodándose el arma en el hombro hace el amago de salir del establo, por lo que cogiéndole del antebrazo con suavidad le obligo a volverse en mi dirección.
—Yo creo que si lo es _____.
—No, no lo es —espeta liberándose de mi agarre con bastante brusquedad a decir verdad, lo que me deja incluso más confundido que antes.
***
—¿Te dijo algo? —Maggie inquiere en cuanto entro a la habitación.
—Te dije que no sería fácil.
—Estoy preocupada por ella Daryl, realmente me asusta que esté haciendo algo erróneo allá afuera —esta vez habla Beth, quien junto a su hermana se halla inclinada sobre la silla.
Desvío la mirada, intentando revivir la conversación en mi mente, sin embargo está claro que ella no me dijo nada que sea de utilidad para acercarme a lo que está metida.
—¿Han intentando seguirla? —pregunto, provocando que todos los presentes me observen, siendo Rick el más interesado en mis palabras.
—No, no lo hemos hecho, pero tampoco puedes hacerlo tú Daryl, la herida en tu abdomen apenas comienza a cicatrizar.
—Sí, pero tampoco dejaré que muera haciendo lo que sea que esté haciendo —sentencio—. Lo haré, y ustedes deberían volver a centrarse en acabar con Negan.
Y de aquella manera, al día siguiente en cuanto sale el sol cojo mi ballesta, y en cuanto _____ entra al establo en busca de un caballo yo abandono la comunidad, esperando a una distancia prudente y escondido entre unos arbustos que la castaña salga del lugar para comenzar a seguirla. Cuando, tras algunos minutos las herraduras en las patas del caballo anuncian que se acerca espero en mi lugar con precaución, y cuando ella pasa frente a mi escondite cabalgando bastante calmada, espero algunos segundos para comenzar a trotar tras ella, con una mano presionandome levemente el abdomen y la otra cogiendo la correa de la que cuelga mi ballesta; escondiéndome detrás de todo aquello que pueda para evitar ser visto, hasta que finalmente ella detiene el ritmo a las afueras de una tienda de mascotas y se baja del caballo. Entonces dirige su mirada a su entorno y por un momento temo que se ha percatado de mi presencia, pero cuando finalmente ata al animal en un poste y se encamina hasta la puerta de la tienda para golpearle con los nudillos sé que no es así.—Me alegra verte nuevamente —oigo que alguien le dice cuando la puerta se abre, pero no me sorprendo, porque por alguna razón aquella voz se me hace demasiado conocida. Extraña y perturbadoramente conocida.
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Fantasma del ayer » Daryl Dixon y Tú [Terminada]
Fanfiction«Ahora miro hacia atrás y no la reconozco. Continúa siendo ella; son sus mismos labios, su mismo cabello, el mismo simpático agujero en su mentón, su misma delgada nariz. Sin embargo al mismo tiempo no lo es; el temor en su mirada y el temblor en su...