01 | her new

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 Los músculos me arden con mayor intensidad con cada paso que damos a través del denso bosque a nuestro alrededor. Según Grabriel; el sacerdote con que nos hemos topado, no muy lejos se encuentra su refugio, el que dice nos brindará protección durante todo el tiempo que sea necesario, en recompensa por haberle salvado de morir a causa de los caminantes. Aunque sinceramente no confío demasiado en él, y es que ¿cómo hacerlo? Es decir, el hombre ha sobrevivido durante casi dos años a los caminantes y siquiera cargaba con un arma cuando nos lo encontramos. Increíblemente fantástico y difícil de creer. Es normal desconfiar de él ¿no es así?

Acomodo mejor la ballesta en mi espalda y me adelanto algunos metros hasta estar a un lado de Rick, quien tras indicarme que esperemos algunos segundos a que el grupo tome la delantera comienza a caminar a mi lado.

—Es sospechoso —acaba diciendo, tras varios segundos en que creí solo me había llamado para poder vigilarle las espaldas al grupo.

—Sí.

—Aunque le encontramos a punto de ser devorado —frunzo un poco el entrecejo y me encojo de hombros. Quizás es a causa de anteriores experiencias, sin embargo sea como haya sido nuestro encuentro; no confío en él—. Si llega a intentar algo; acabaré con él.

Asiento, dándole mi apoyo, porque por más insensible que pueda parecer es lo que ahora requieren las situaciones; actuar rápido sin escrúpulos. Así acabé comprendiendo por completo aquella vez, hace varias semanas, cuando al estar junto a Beth en el bosque en busca del grupo nos topamos con un grupo de merodeadores y estos intentaron pasarse de listos. Debo decir, que la chica no me importaba demasiado cuando nos vimos obligados a dejar la prisión; solo le veía como una cría demasiado esperanzada, y sumamente débil; la veía inútil, y, sinceramente, continúo haciéndolo. Sin embargo el ver como un imbécil de un metro noventa la cogía haciendo el intento de manosear su delgado cuerpo me hizo hervir la sangre y no pude evitar recordar a Sophia la última vez que le vimos viva; aquel momento en que los caminantes se percataron de su presencia bajo el automóvil y ésta completamente aterrada se echó a correr hacia el bosque; llorando. Aquél incómodo molestar en el pecho que sentí al verla alejarse se repitió, solo que aquella vez no me di cuenta demasiado tarde; y fui capaz de actuar lo suficientemente rápido como para luego no lamentarlo. Solo dispara; adiós compasión.

Cojo aire y exhalo con paciencia mientras entre cierro los ojos agudizando mi vista, hasta ser capaz de divisar, a unos cincuenta metros entre los árboles, una iglesia no muy grande, de paredes blancas y una pequeña escala que guían hasta sus grandes puertas.

Apresuro el paso hasta alcanzar a Glenn, quien se halla al frente del grupo, para poder vigilar cada movimiento del sospechoso sacerdote, quien, algunos metros frente a nosotros apresura su paso, llevándome a mí, a hacerlo también.

Llevo mis manos con vivacidad a mi ballesta y la alzo tan rápido como puedo al ver como un una figura humana se cola en mi campo visual, sin embargo esta se lanza demasiado rápido sobre el Padre Gabriel, sin darme el tiempo necesario para distinguirle bien, y estoy a un instante de disparar una flecha, hasta que me percato de que no es un caminante; sino una muchacha que le abraza con fuerza.

—Estaba preocupada, te busqué por todas partes; creí que habrías ido al pueblo pero tampoco te hallé allí.

Frunzo un poco el ceño, y observo de reojo a Rick, quien ahora a mi lado parece estar tan desconcertado como yo. Al parecer ella es la razón de que el Padre continúe con vida.

No obstante, cuando la muchacha rompe el abrazo y Gabriel le informa que le hemos salvado, y ella se gira hacia nosotros siento una punzada en el pecho conforme el pulso se me acelera.

Desde sus potentes ojos grisáceos, hasta sus dedos alrededor de la navaja que cuelga de su mano derecha, y su mandíbula apretada; todo en ella me grita cuanto resentimiento guarda por mí; cuanto sufrimiento le causé y cuán arrepentido debería estar al respecto.

Cambio el peso de una pierna a la otra y me concentro en observarle con detenimiento a través de los mechones de mi cabello que se colan sobre mis ojos. Sus ojos brillan con recelo bajo sus pestañas, estos deslumbrando bajo sus cejas fruncidas, mientras que sus labios se hallan fruncidos sobre sus dientes apretados debido a la rabia que de seguro siente.

—¿La conoces? —Rick inquiere aún con el arma en alto tras varios segundos o minutos, de tensión desde que la chica se giró hacia nosotros. Y podría asegurar que no solo es él quien ha notado la mirada que la muchacha me otorga.

Ella eleva la camisura de sus labios en algo parecido a una sonrisa, sin embargo su mirada continúa cargada de resentimiento y parece que en cualquier momento se echará a correr en mi dirección para cortarme el cuello con la navaja que lleva en su mano. Aunque ahora que lo pienso, es algo bastante improbable tomando en cuenta que la cría apenas es capaz de hacerlo a los caminantes. Suertuda, sí, pues ciertamente, no soy capaz de comprender como continúa viva; cómo aquella debilucha con la que me topé tras un mes de iniciado apocalipsis un día de caza en Atlanta, puede continuar viva, y como puede ser posible que sea ella quien ha estado protegiendo al Padre Gabriel.

—Algo así.

Fantasma del ayer » Daryl Dixon y Tú [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora