Si bien con el pasar de los días la temperatura desciende con brutalidad, entumeciendonos sin compasión ni descansos no nos detenemos. Supongo que es simplemente porque si lo hacemos sería estar un paso más lejos de Rick y los demás, sin embargo a pesar de querer hallarles tanto como los demás a mis costados debo decir que comienzo a creer que todos los esfuerzos que hemos puesto en ello son en su mayoría nulos, pues a pesar de ya haber transcurrido dos semanas desde nuestra separación no hemos tenido pista alguna además de aquel caminante rebanado en dos partes, lo que si analizamos con detenimiento podríamos decir que otra persona podría haber sido él causante y no exactamente Michonne.
Los muslos me arden con cada metro que avanzamos, pero debo decir que aquello no se compara en lo más mínimo con la angustia que sentimos cada uno de nosotros. Las posibilidades ya están claras; cada carta sobre la mesa, y la más repetida es el simple hecho de que la razón del aún no haber dado con Rick, Carl, Michonne y Judith, es el que ninguno de ellos continúe con vida.
Jamás me ha gustado rendirme ni mucho menos dar la espalda a algún compañero —aunque Merle fue el único que tuve antes del apocalipsis, pues cabe añadir que ocasiones para dejarle a su suerte hubieron en abundancia—, y, aún cuando las razones para rendirnos son demasiadas creo que tanto yo como cada uno de nosotros se rehúsa en su totalidad a abandonar nuestro propósito.
Por la tarde, a eso del medio día decidimos que nos daremos un tiempo para descansar y poder comer alguna de las provisiones que hemos conseguido día a día, la que si bien no es mucha —de hecho es poquísima— nos permite mantenernos en pie y continuar con nuestra búsqueda.
Cojo el par de galletas que Glenn me extiende y le agradezco con un asentimiento antes de llevarme una de ellas a la boca y sentarme en el asfalto junto a Maggie, quien tras un par de segundos se limita a retirar de sus hombros la mochila con la que carga hace unos cuantos días y sacar de ella un mapa, el que acomoda sobre el suelo, en medio del circulo que hemos formado para descansar. Le extiende un lápiz a Glenn quien frente a ella se inclina sobre el mapa y encierra en un círculo el estado de Georgia.
—Comenzamos aquí —realiza un punto a un par de centímetros de la autopista 58, indicando donde se hallaba la iglesia de Gabriel. Me acomodo sobre mi lugar y observo con atención como continúa trazando una línea sobre todo el transcurso de la autopistas por las que nos hemos movido—, y ahora estamos aquí —señala con un óvalo el lugar y luego dirige su vista a Carol, a quien le entrega el bolígrafo.
La grisácea se inclina sobre el mapa y señalan con un círculo los pueblos más cercanos al lugar en que permanecemos.
—Podemos marcar un punto fijo —comenta—, uno de estos pueblos o bien un lugar más reconocido como la estación de trenes y, luego de verificar que sea seguro e instalarnos podemos poner letreros o algo parecido en distintos puntos indicando donde nos encontramos pero de alguna manera en que sólo loa miembros del grupo lo comprendan para no correr los riesgos de que algún desquiciado llegue hasta nosotros.
Sacudo la cabeza, afirmando, y luego me reincorporo sobre mi lugar para después llevarme la siguiente y última galleta a la boca.
Sinceramente me parece buena idea, pues, después de todo ubicándonos en un lugar y dejándoles señales al grupo es la manera más segura de hallarlos o, al menos, lo es un poco más que rondar por la carretera con la esperanza de hallarles.
Me levanto de mi lugar y me acomodo la ballesta en los hombros.
—Deberíamos continuar si queremos lograrlo.
Las miradas no tardan en dirigirse a mi, y aunque creo que me recriminarán, pues nos detuvimos para descansar, no lo hacen, al contrario, simplemente se limitan a levantarse y acomodarse sus mochilas para luego comenzar a caminar.
—Ya hablas como un líder.
Me vuelvo hacia _____, que a mi lado mantiene una pequeña sonrisa en sus labios mientras su vista se encuentra fija en el camino frente a nosotros.
—No es lo que pretendo —me excuso y ella asiente sin siquiera observarme, asique regreso la vista al frente con resignación
—Claro, bien.
—Hablo en serio.
—Bien.
Frunzo el ceño y la observo intentando mantener la calma, no obstante, la frustración me invade.
—Púdrete —le suelto y ella me observa con gracia resplandeciendo en sus ojos.
—Oye, que eso no tiene nada de malo.
—Tú no entiendes nada.
Los grisáceos ojos de la castaña me examinan durante un instante antes volver su vista al frente asintiendo.
—Jamás hablas de ti ¿como se supone que lo haga?
—Da igual, no es de tu incumbencia.
—Excelente, volvió el Daryl idiota —suelta antes de apresurar su caminata hasta ubicarse junto a Maggie, quien le dedica una sonrisa que no tarde en ser correspondida.
Varias horas más tarde, en cuanto la noche comenzó a caer nos adentramos al primer pueblo, en el que decidimos pasar la noche en una de las casas pero, al mismo tiempo, darnos el tiempo de revisar algunas de las del rededor en busca de algo de alimento, planteando que mañana por la mañana revisaríamos a mayor profundidad el resto del lugar.
Finalmente, cuando el cielo se oscurece por completo nos reunimos en el salón de la casa elegida en un ambiente bastante más tranquilo mientras consumimos cada uno una lata de comida de las que encontramos en alguna de las casas o bien de las que manteníamos guardadas.
Atravieso el salón saboreando los trozos de fruta que llevo en la boca hasta llegar a la ventana, donde me siento, posando mi vista en el exterior, donde el silencio junto a la oscuridad lo vuelven todo un tanto más tétrico, pero, al mismo tiempo, más tranquilo y seguro. Supongo que por aquí no han pasado personas hace bastante tiempo, lo que obligó a los caminantes a migrar.
Golpeteo la lata con mis dedos y pego la cabeza a la pared detrás de mí.
—Ustedes no pueden durar mucho tiempo en buen plan ¿verdad? —observo a Carol y esta sacude la cabeza con los labios apretados en una sonrisa—, todos dicen "los opuestos se atraen", pero que va, que cuando lo hacen solo generan problemas. Íbamos tan bien, sin discusiones ni nada parecido y ahora, otra vez separados.
—Ustedes le dan más importancia; da igual si discutimos o no, o si nos odiamos o lo que sea —sentencio intentando que mi voz no se haga notar demasiado entre los murmullos de la habitación, sin embargo noto que no lo de concretado en cuanto me percato de como a unos metros, sentada sobre uno de los sofás junto a Beth, _____ me observa con los ojos brillosos con algo que no soy capaz de reconocer. La castaña sostiene un momento mi mirada, pero finalmente vuelve su atención a la menor de los Greene.
—Vaya, Daryl —masculla Carol—, deberías oírte porque se nota a millas que lo que acabas de decir no es lo que en verdad piensas.
La observo con atención y la grisácea simplemente se encoge de hombros antes de palmear mi hombro y hacer el amago de comenzar a caminar.
—¿Y a ti qué te ha picado? —inquiero, sin embargo Carol simplemente sacude la cabeza sin detenerse.
—Solo observo, escucho y proceso; no es difícil notarlo —finaliza, y es lo último que dice antes de salir de la habitación.
Me inclino para dejar la lata sobre el suelo y luego me reincorporo sobre mi lugar, llevando mi vista al mismo tiempo a _____, no obstante, en el lugar en que esperaba hallarla no la encuentro, y aunque la busco con la mirada por la habitación no la encuentro. Y me pregunto si debería preocuparme e ir a buscarle o si simplemente debería pasar de rollos y disponerme a descansar.
Finalmente me levanto de mi lugar y atravieso el salón dispuesto a buscarle.
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Fantasma del ayer » Daryl Dixon y Tú [Terminada]
Fiksi Penggemar«Ahora miro hacia atrás y no la reconozco. Continúa siendo ella; son sus mismos labios, su mismo cabello, el mismo simpático agujero en su mentón, su misma delgada nariz. Sin embargo al mismo tiempo no lo es; el temor en su mirada y el temblor en su...