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—Todos los papeles están listos, ¿Lista para salir de aquí?.

Después de un mes, Sienna estaba lista para dejar el hospital.  Llegamos al acuerdo en el que ella viviría conmigo por un tiempo solo para validar nuestro matrimonio ante la aseguradora.

Una vez que estuvo fuera del hospital, la llevé a su departamento y dejé que empacara unas cuantas cosas.

Recorrí solo un poco el lugar en el que Sienna vivía. Estaba casi vacío a excepción de un pequeño sofá en medio de el amplio espacio. Solo había una mesa vieja y una silla en el lugar que le correspondía a un comedor y la cocina no tenía nada más que un pequeño refrigerador y una estufa de electricidad. En una esquina había una pequeña repisa con tres portaretratos de fotografías.

En la primera fotografía se mostraba a Sienna sonriente a lado de lo que parecía ser su familia. En la segunda fotografías se mostraba a ella con dos mujeres sonrientes mientras mantenían frente a ellas copas de margaritas. La última fotografías era de ella y un chico muy familiar, ella estaba sobre su espalda y ambos sonreían.

Si en esas fotografías se veía feliz, ¿Porque intentó quitarse la vida?

—Mis cosas están listas, ¿Que haces?

—¿Quién es él?

—Mi ex pareja, no le tomes importancia. ¿Nos vamos?

En todo el camino a mi hogar Sienna no dijo nada. Tal vez era el hecho de vivir con un completo extraño, yo también lo estaba haciendo pero trataba de no pensar en eso todo el tiempo.

—Bien, mi casa es tu casa. Ponte cómoda.—Dejé sus maletas en el suelo y la observé caminar con sigilo por la sala.

—Tu casa es muy linda.

—Puedes tomar mi habitación. Dormiré en el sofá y éste fin de semana compraré una cama, desocupare el estudio para ti.

—No quiero causarte molestias. Ya estás haciendo mucho por mí.

—Eres mi esposa, Mientras pueda tendrás lo mejor.

—Gracias.

—Ve a recostarte. Son órdenes del doctor.—Agradecí el haber contratado personal para limpiar el departamento una vez por semana. Si no fuera así, habría ropa sucia en el suelo, toallas apestosas en la cocina y decenas de envases de comida precocida por toda la sala.

Sienna, a duras penas, dejó que fuera yo quien cargase sus maletas hasta la habitación. Desempaco sus cosas y durmió por toda la tarde, al menos eso es lo que quiero pensar y no que se encerró para evitar tener contacto conmigo.

No pude dormir en toda la noche, ninguna chica había dormido en mi cama desde hace meses cuando mi última novia me dejó y de ahí las chicas que llegaban a recostarse sobre mis sábanas no era necesariamente para dormir. Cuando dieron las seis de la mañana me levanté del sofá y me dirigí al cuarto de baño para comenzar con mi rutina diaria.

Al darme cuenta de lo tarde que era retiré la toalla de mi cuerpo y la dejé sobre la encimera caminando sin cuidado por la sala hasta que el grito avergonzado de Sienna hizo que instantáneamente tapara mi miembro con las palmas de mi manos. Sienna cubrió sus ojos con las manos dándome tiempo de analizar la diminuta pijama que vestía.

—Lo siento. No recordaba que estabas aquí.

—Solo cúbrete. Tus manos no son suficientes.—Ella seguía con ambas manos en su rostro y miró hacia arriba.

—Lo siento.—Volví a repetir antes de entrar a la habitación y respirar con profundidad esperando que la vergüenza y la erección mañanera por ver a Sienna de esa manera desaparecieran.

...

—¿Que te sucede Mendes? Parece que viste a un fantasma.—Charlie me palmeó la espalda y me tendió mi tabla de expedientes.

—No fue nada. Tuve una mala mañana.

—¿Problemas en el paraíso? ¿En plena fase de la luna de miel? Amigo, deberías ir con un buen especialista. No es normal que no se te pare a esta edad.

—Eres un idiota, Arthur.

—Más vale que quites esa cara, oí por ahí que el jefe de cirugía estará vigilando de cerca a los internos y residentes. Si te ve con esa cara de culo te irá mal.

No fue mi día. Ponché la vena de un paciente, perdí una muestra de sangre, no pude seguir el hilo de una apendicectomia haciendo que fracasara y recibí un regaño de mi superior y el jefe de cirugía por todas aquellas acciones.

Llegué a casa más cansado que nunca, solo quería acostarme y esperar que la noche pasara y con ello se llevara el día desastroso que pasé. Cuando abrí la puerta el salado y delicioso olor de comida recién preparada me envolvió, cuando cerré la puerta y colgué mis llaves y bata, Sienna enfocó su mirada en mí con una ligera sonrisa.

—¿Que tal estuvo tu día?

—Uno de los peores desde que trabajo en ese lugar.

—Bueno, mañana será un día mejor. ¿Quieres cenar?.—Tal vez tener a Sienna aquí no sea tan malo después de todo.

Dedicado a

Ohmybenito
AQUAMENDES

Inestable{Shawn Mendes Fan Fiction}*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora