Capítulo 1

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Tiana Miller.

La luz del sol entra por la ventana, como cada mañana al despertarme. Estiro los brazos, mientras suelto un perezoso bostezo.

Debería estar prohibido dormir tan poco.

Un delicioso aroma a café y tortitas llega a mis fosas nasales, provocando que mi estómago empiece a rugir. Me destapo y me pongo mis hermosas zapatillas de estar en casa, y digo hermosas porque mi "maravilloso" novio, me compro unas zapatillas con el estampado de un emoticono de mierda.

Preciosas.

Bajo las escaleras, de mi dúplex y me dirijo a la cocina.

— Buenos días — Lo abrazo por la espalda y le dejo un beso en ella.

Él se da la vuelta y me envuelve en sus brazos.

— Buenos días, ¿Cómo has dormido? — La pregunta me confunde por lo que me separo para mirarle la cara. Tyler McCain, mi novio, nunca en lo que llevamos juntos me ha preguntado por cómo estoy o algo por el estilo. — ¿Qué? ¿No puedo preguntar como has pasado la noche?

— Si, es solo que... Nada déjalo — Una sonrisa un poco forzada aparece en mi rostro, cosa que él no nota para luego girarse y volver a cocinar.

Tyler, es un tanto peculiar. Lo quiero bastante, para ser capaz de aguantarlo cada noche que llega drogado o borracho. No sé cómo me pude fijar en alguien así, bueno sí lo sé.

Me mostró otra faceta de él, que es la que realmente me gusta e intento cada día sacar a ese Tyler. Pero él se empeña en querer ser un chico malo o algo por el estilo, cosa que hace realmente mal ya que siempre acaba haciendo el ridículo ante todos y yo acabo avergonzada.

Muchas veces ha acabado en el hospital por el exceso de alcohol que bebe y muchas otras, ha tenido accidentes por conducir borracho.

En fin, no es el novio perfecto como soñé que tendría, pero lo único que espero de él es que alguna vez vea el daño que me causa verlo en el estado de la embriaguez, he intente arreglarlo.

— Toma, he hecho tortitas que sé que te gustan — Me deja el plato delante mía, una vez que me siento en la isla de la cocina y me dispongo a comer.

— ¿Qué es lo que quieres, Tyler?

La pregunta escapa de mis labios una vez que él se sienta delante de mí.

Me observa durante unos segundos, buscando algún gesto de broma o algo, pero al no encontrar nada, dirige su mirada al plato.

— Siempre tan lista — Murmura por lo bajo, cosa que no ha funcionado ya que lo oigo — No te enfades, pero me he metido en un lío con las cosas estas de las drogas y eso... Necesito dinero — Sentencia al fin.

Mi reacción no es nada del otro mundo, pues ya estoy acostumbrada a sus problemas ilegales. Siempre le acabo dando dinero, ya que no quiero que al final toda la mierda esa le arrastre, pero cada vez me resulta más difícil comprender por qué no para.

¿Qué piensa sacarme todo el dinero?

Esta vez, voy a poner un punto y final a esta cadena sin sentido.

— Lo siento, pero no puedo darte más mi dinero — Su rostro lleno de tristeza, hizo que algo de mi interior se rompiese, pero la parte coherente se mantuvo firme — No te das cuenta de que es siempre lo mismo. Porque no te esfuerzas por cambiar y así todo el dinero que desperdicias, podríamos ahorrarlo para nuestro futuro.

— Lo intento, de verdad. Pero es que me es muy difícil, tengo la adicción y ya no puedo remediarlo.

— No lo intentas, si de verdad lo hicieras ya me hubieses dicho que te llevara a rehabilitación — Su obsesión por las drogas y el alcohol no tiene cura a no ser que vaya a rehabilitación y por mucho que me cueste decirlo, no tiene más remedio.

Hades © ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora