Capítulo 30

4.2K 247 141
                                    

Tiana Miller.

Agarro una botella de leche y comienzo a verterla en el vaso. Instantes después, lo introduzco en el microondas para calentarla. Rebusco en los armarios en busca de algo que comer, y cuando ya lo tengo todo listo, me siento en la isla de la cocina y empiezo a desayunar en silencio.

Después de esa petición ambos nos fuimos a la cama para que Hades pudiese descansar, y aunque yo no conseguí pillar el sueño hasta pasado un buen rato, la sonrisa de felicidad plena no abandonó mi rostro. Me aferre al cuerpo de mi novio y deje que las increíbles sensaciones que me transmitía no desaparecieran.

Aún así, la idea de ver a mis padres estaba ahí y sabía que en algún momento debía enfrentarla.

Oigo un par de pasos procedentes de la planta de arriba donde se encuentran los dormitorios, y poco después retumban esas pisadas bajando los escalones. No volteo cuando sé que alguien se está acercando a la cocina, y me limito a desayunar tranquilamente. Parece que fue hace siglos cuando desayuné por última vez, sola y en silencio.

— Buenos días Tiana. — El cuerpo de Ethan atraviesa el umbral de la cocina.

— Buenos días Ethan, ¿Qué haces ya despierto? ¿No trabajaste ayer por la noche?

— Sí, pero resulta que la embarazada se mueve ahora por dos y no conseguía pillar el sueño. — Comienza a prepararse también un vaso de leche y luego se une a mi en la isla, agarrando las galletas que he cogido. — ¿Y tú?

— No tenía más sueño. — Encojo mis hombros en un leve gesto.

— Ni tinii mis siiñi — Dice en tono sarcástico. — Algunos si tienen y mira donde nos vemos, despiertos y con ojeras kilométricas.

— No exageres, te ves bien. Tal vez, te faltan un par de horas de sueño, pero tú ya estás acostumbrado a eso.

— Gracias, supongo.

— Aún espero mi explicación de cómo acabaste aquí. — Y no es mentira, siento gran curiosidad por saber cómo fue que se unió a lo que tanto odiaba.

— Cierto. — Mueve la cuchara de su vaso, mientras parece poner en orden sus ideas. — El día que desapareciste, unos vecinos llamaron a la policía al ver todas tus cosas desparramadas por el suelo. Nadie vio, ni oyó nada, por lo que en un principio era extraño saber que te había ocurrido. Más o menos, una media hora después de que yo llegase, apareció el mismo coche lujoso en el que te encontré un día con tus supuestos "primos lejanos". — Ambos soltamos una risilla ante ese recuerdo, y Ethan hace comillas con sus dedos al mencionar la pequeña mentira que dije. — Y efectivamente, de allí bajaron Mia y Hades, aunque en aquel entonces me dijeron que se llamaban Michelle y Harrison.

— Espera, ¿En serio se cambiaron el nombre? — Pregunto atónita.

— Claro, tal vez, el nombre de Mia no me hubiese importado, pero el de él sí. — Da un pequeño sorbo a su vaso antes de continuar. — Hades es una persona muy buscada, y aunque puede ser que haya más gente así, con solo decírmelo, hubiese empezado una investigación acerca de quién es.

— ¿Y qué pasó luego?

— Él fue el que se quedó más afectado, en un principio pensé que era porque sois familia, luego ya me enteré de que no, después de llamar a tus padres para comunicárselo y mencionarles a Hades y Mia.

— ¿Lo han pasado muy mal mis padres? — Asiente. — Quiero ir a verlos, pero a Hades no le parece una gran idea.

— ¿Por qué? Ellos ya saben que estás en casa, los llamé poco después de que te rescataramos, estaban desatados por verte y oírte, pero les dije que estabas un poco débil y que en cuanto te mejoraras irías a verlos.

Hades © ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora