capitulo 4

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CUATRO

Hermione lo miró fijamente. Como proposición de matrimonio, resultaba bastante ofensiva, tanto así que, durante un largo momento, ni siquiera fue capaz de reaccionar. Amaba a Harry, pero se estaba pasando de la raya. ¿Creía que se casaría con él para que pudiera tranquilizar su conciencia? ¿Pensaba que estaba tan desesperada que no perdería la ocasión? Peor aún, ¿estaría en lo cierto? Temblando por dentro, comprendió que no sabía si tendría fuerzas para rechazarlo, aunque se hubiese declarado por la peor razón posible.

Para darse tiempo, se dio la vuelta, sacó dos tazas del armario y siguió dándole la espalda mientras se concentraba en normalizar su respiración y en serenarse. Mientras sostenía una bonita taza de cerámica entre los dedos, logró articular dos palabras con naturalidad:

-¿Por qué?

La piel de Harry tenía un matiz ceniciento bajo la tez morena, y Hermione supo que no le había resultado fácil pedírselo. ¿Cómo iba a serlo cuando todavía esperaba, en su corazón, a Ginny?

Como cualquier hombre de negocios competente, empezó a esbozar las ventajas de la fusión.

-Creo que haríamos una buena pareja. Los dos somos profesionales, comprenderíamos la presión a la que estaría sometido el otro, las exigencias laborales que menguarían el tiempo que, normalmente, dispondríamos para estar juntos. Nos llevamos mejor ahora que nunca, y los viajes que tengo que hacer nos darían un respiro a los dos. Sé que estás acostumbrada a ser independiente y a disponer de tu tiempo a tu manera -dijo con cautela, mientras intentaba adivinar la acogida que había tenido su propuesta, pero era como buscar expresiones en el rostro frío y liso de una muñeca de porcelana-. Sabríamos cuándo seríamos un estorbo para el otro.

El café estaba hecho. Hermione tiró los posos a la basura y vertió el líquido humeante de delicioso aroma en las dos tazas. Le pasó una, se recostó en la encimera y sopló con suavidad su café para enfriarlo.

-Si necesitamos tanto tiempo a solas, ¿para qué tomamos la molestia de casamos?

El rostro sombrío de Harry se suavizó al contemplar la cascada pálida de pelo que se curvaba, como brazos vivientes, en tomo a los hombros de Hermione.

-Hermione, si pudieras aceptar un frívolo amorío, anoche no habrías sido virgen.

Temblando, Hermione recordó que Harry era un buen estratega. Sabía cómo defenderse y atacar, y cómo aprovechar un argumento débil. No, no era una mujer capaz de tener aventuras aquí y allá, porque nunca había podido fijarse en ningún otro hombre excepto en él. ¿Acaso Harry era incapaz de ver la verdad? Una mujer que llevaba siendo virgen tanto tiempo, a pesar de las oportunidades normales para alterar esa condición, solo podía tener una razón para ir a sus brazos sin reparos, como ella había hecho la noche anterior.

-Lo de anoche estuvo bien -prosiguió Harry con suavidad, y sus palabras se enredaron en torno al corazón de Hermione como sarmientos, acercándola cada vez más a él, sometiéndola a su voluntad-. Me sentí tan bien dentro de ti que perdí un poco la cabeza y, aun así, sentí cómo te suavizabas por dentro. Si hubiera podido esperar, ¿habrías perdido un poco la cabeza por mí? ¿Empezaba a gustarte?

Harry bajó de la banqueta y se acercó a ella, mientras su voz grave de terciopelo seguía seduciéndola. De pie ante ella, bebió su café, sin dejar de mirarla por encima del borde de la taza.

Hermione también tomó sorbos de café, y lo mantuvo en la lengua para que sus papilas gustativas se deleitaran con el sabor amargo. Podía sentir el sonrojo que se propagaba por su rostro, y dijo su tez pálida que dejaba entrever incluso rubor más leve.

Una nueva oportunidad (Harry y Hermione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora