Capítulo corregido.
Caminaba en dirección a mi casa con mis dos amigos tarareando una canción que se me hacía familiar, estaba tan preocupada en entender porqué el mundo, el destino, o lo que fuese, era tan injusto conmigo que no me pregunté de qué se trataba. No era que tuviese un prototipo de compañero ejemplar, ni mucho menos, pero aquel chico superaba las expectativas de compañero no deseado.
— Mar— Dije intentando llamar a mi amiga que seguía cantando como estúpida al lado de Alan— ¡Mar!— Esta pegó un saltito y se giró rápidamente.
— ¿Qué pasa, aguafiestas?— Rió un poco, pero yo mostré mi cara de "tengo un mal día" y no hizo más que levantar los dedos índice y corazón en un signo de paz.
— ¿Por qué no trajiste tu auto?
— ¿Por qué vos no trajiste el tuyo?
— Sabes que no traigo esa carcacha a clases por una simple razón, no me gusta depender de nadie y menos de mis papás— Ella ladeó la cabeza y asintió con mala gana.
— Ella siempre tan rebelde, algún día vas a valorar que tus padres nunca estén en casa.
— ¿Valorarlo? Ni que les costara mucho permanecer un mes en casa, pero no— Dije pateando una roquita fuertemente para desquitarme— Ellos tienen prioridades, su pequeña bebé, su EMPRESA mundialmente conocida.
— Cada uno tiene los padres que tiene— Dijo Alan rodeandome los hombros con su brazo, apoyé la cabeza en su pecho y sonreí falsamente.
— Vos lo decís porque tenes la familia perfecta. Hijo único, con padres que lo miman y le dan todo su amor, a nosotras siempre nos tocó la peor parte.
— Lo que quiero decir es que... No podes cambiar lo que nos tocó, lo aceptamos o lo rechazamos, pero realmente somos jóvenes para saber realmente si son malos padres.
« Buen punto, en cierto modo » Pensé.
Seguimos caminando las pocas cuadras que nos quedaban sin hablar. Un silencio rotundo inundaba la calle desolada, me sentía vacía interiormente sin nada a mi alrededor, confundida por la presencia tan desagradable del chico nuevo.
Chico nuevo... Me había percatado de que aún no sabía su nombre. Tenía que ser un nombre de chico malo, tal vez se llamaba como alguno de los hermanos Maddox, ellos si que eran malos y sexys, aunque sólo vivieran en mis libros.
«¡Dios! Que triste era ser yo»
— ¿Alguno se percató qué el chico nuevo es raro? ¿Hace cuánto qué está en la clase?— Los dos se pararon en seco y me observaron.
— Ni idea— Dijeron al unísono— Tal vez, lo pasaron de otro curso o es estudiante de intercambio.
— No lo creo, no tiene acento y no parece tener ninguna dificultad con el idioma.
— Como digas— Contestó Alan— Hablando de compañeros, Selena me estuvo hablando toda la clase. Creo que coqueteo conmigo— Lo miré con curiosidad, me llamaba la atención la forma en que Alan hablaba de ella, no sería que... No, era imposible, él no podía gustar de la chica más desagradable, superficial y perfecta del curso. Preferí no disgustarme así que junté mis labios formando una línea recta y asentí como si procesara sus palabras. Sus ojos reflejaron que mi reacción no era lo que estaba esperando.
« ¿Qué esperabas, Alan? »
« ¡Habla por favor, no leo miradas! »
« ¡No aún! »
Cuando llegué al porche de mi casa saludé vagamente a mis dos amigos. Esperé a que se alejaran y a diferencia de cualquier otro día, me quedé observando un momento el exterior de mi casa. Estaba bastante deteriorada para una familia con altos recursos económicos, aunque jamas me había visto como una chica rica. Nunca había aceptado el dinero de mis padres y ellos no insistían tampoco en darmelo, era extraña nuestra relación.
En mi interior me sentía tan vacía como esa casa. Mi casa. Las escaleras y la entrada de madera estaban pintadas de un blanco ya desgastado debido a las lluvias y años de concentración de humedad. Las barandas que años atrás podrían habernos protegido de una guerra, habían perdido su fuerza y brillo. Toda la casa se había deteriorado y sus integrantes se estaban perdiendo con ella.
Miré las paredes de ladrillos pintadas de un color marrón azabache, parecían recistir más que cualquier otro objeto exterior. La puerta negra, degastada por rasguños y patadas de recuerdos que no quería revivir. Sin embargo, vivían alojados en mi cabeza, recordándome que eran reales y no un producto de mi imaginación.
Miré las ventanas blancas, parecían ser lo más limpio y nuevo de la casa, la señora que antes se encargaba de venir a limpiar fue despedida por mi madre, por sus celos y ataques de rabia, ella amaba demasiado a papá y no podía aceptar que otra mujer, excepto yo, estuviese cerca. Aunque a papá le ocurría exactamente lo mismo con cualquier otro hombre, el jardinero que trabajó por un tiempo en casa fue despedido por él, por la misma razón que mamá despidió a la empleada. Los dos siempre habían sido fieles con el otro, lo sabía y ellos también, eso fue la causa de que a los diez años comenzarán terapia de pareja y debido a eso le dieron más importancia a reavivar su amor que a mí.
Me gustaba que mis padres estuvieran juntos, siempre me gustó, pero las ideas estúpidas que el psicólogo les metió en la cabeza lograron transformar a mis padres en unos adolescentes desesperados por progresar. Las malditas marcas en la puerta fueron a causa de una discusión, mamá lo echó de casa y papá se fue furuoso. Eso ocurrió mucho antes de la terapia, aún tendría nueve años, él volvió de lo que imaginé un bar y estaba perdidamente borracho, rajuñó, pateó y golpeó la puerta mientras llamaba con lágrimas en los ojos a mamá. Esa noche fue la que todo se salió de control y comenzaron las peleas contínuas hasta llegar a tener que tomar una decisión complicada, intentarlo con ayuda psiquiátrica o tirar años de pareja a la basura.
Muchas veces intenté culparme a mí misma de que ellos nunca estuvieran, pero realmente sabía que fue a causa del psiquiatra, él les propuso que buscarán un hobby que pudiera encender la llama de su amor. No podía negar que fue un buen doctor en lo que se debía a la pareja, logró crear más confianza entre ellos y enamorarlos aún más, pero al cumplir con su objetivo hizo que yo desapareciera de sus planes.
Y nuevamente, aquí estaba yo, frente a la vieja y deteriorada casa donde en algún momento hubo una familia unida.
Algunas noches me acostaba y pensaba que esto era sólo un sueño, pero no, los sueños no duraban tanto tiempo y si así lo fuera, con todo lo malo que habíamos vivido ya estaría despierta.
Con desdén y arrogancia levanté la mochila hasta adentrarme a la casa y dejarla sobre la mesa del comedor. Suspiré al sentirme aún más vacía dentro. No podía creerlo, no podía creerme a mí misma, mientras mis padres afianzaban su relación viajando dos semanas al mes o más, yo iba perdiendo su amor.
"Tenemos que hacerlo" Recordé las palabras de mamá la primera vez que se fueron por una semana. "Es por el bien de la familia".
Pero no, se equivocaba, era para el bien de su pareja, de lo que ella consideraba su familia... Porque desde hacía tiempo que yo no formaba parte.
...
¡Hola!
¡Disculpen la demora!
¡Espero les haya gustado!
Nos leemos,
Beautifullie
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Hasta los 18 «1° Temporada»
Teen Fiction«Esta novela está siendo reescrita desde el 30/07/17» Sinopsis: En el ciclo de la vida todos tenemos un tiempo estimado en la tierra. Pero, ¿Si eso pudiese evitarse? ¿Si hubiera una persona que tuviese el trabajo de evitar tu muerte? « Y lo mejor de...