Hasta los 18 «1° Temporada»

Capítulo XXXII

¡Hola!
Espero disfruten del capítulo y lean lo que escribí al final de este.

Ahora sí, ¡A leer se a dicho!
...

-Juro que vas a lamentar existir maldito hijo de puta- Grité al ver que agarraba las cadenas.

-Mi amor, ya lo lamento, pero vale la pena vivir todo lo que vivo para poder matarte una vez más. Ya llevo dieciséis vidas que te arrebato, esta va a ser la diecisiete y no sabes lo bien que se siente- Junté saliva y lo escupí.

-Asqueroso. Psicópata, ¡Sos un asesino!

-Linda- Dijo lamiendo el lóbulo de mi oreja mientras me movía desenfrenadamente intentando liberarme- Tengo toda una semana para torturarte antes de tu muerte.

-Mar... ¿Margaret realmente no podía ir a la fiesta?

-La verdad que tu amiga fue fácil de manipular mentalmente a diferencia de lo que nunca pude hacer con vos. Por alguna extraña razón, no puedo hacerte ver cosas que no están, solamente en los sueños, y eso...- Dijo apuntando a su cabeza con el dedo índice- Me vuelve loco y en el peor sentido.

-Un lunático como vos no tiene sentidos.

-Estás llegando muy lejos. La nueva tú me gusta mucho- Agregó apoyando las cadenas en la piel desnuda de mis piernas.

Una sensación terrible comenzó a adentrarse en mi piel. Sentía como si la carne se estuviera quemando bajo el metal, pero todo parecía estar intacto. La sangre me hervía y el dolor iba embriagando todo mi cuerpo.

-Serán los peores siete días de tu vida- Gritó para que pudiera escucharlo por encima de mis gemidos de dolor. Quería llamar a alguien, necesitaba ayuda, pero estaba sola y pérdida.

Comenzó a reírse como loco mientras rodeaba otro par de cadenas por mis hombros y comenzaba a convulsionar. Nunca había sentido tal dolor, era irreal y nada normal. Mis huesos se retorcían, el aire ya no entraba por mis pulmones y mi corazón no dejaba de latir a un ritmo descontrolado que podría morir antes de lo previsto.
Estaba a punto de dejar de luchar, pero por alguna razón, sentí una voz en mi cabeza que me decía que no me rindiera.

-Déjame- Rogué- Basta.

Vi como de un bolsillo sacaba una navaja, la de mis sueños.

-Estuve esperando mucho para poder usarla- Dijo con una sonrisa extremadamente grande- ¿Te gustaría en la cara?

-¡No! ¡Por favor, ya pasó hace demasiado tiempo! Yo no te engañé, fue ella. Ya basta- Rió irónicamente y de un momento para otro me pasó el filo por la cara, un camino de sangre caía por mi mejilla derecha donde se había producido el corte. Había sido tan rápido que no sentí dolor.
Un gemido de placer se escapó de sus labios y se acercó a lamer mi sangre.

-¡¿Qué haces?!- Grité haciendo gestos de asco y pánico.

-No hay nada más excitante que verte sufrir- Dijo pasando la navaja por mi hombro causando un corte largo y profundo. Si lograba salir de esto quedaría marcada. Lamió la sangre que, como si fuera la bajada de un río, se deslizaba rápido y contundente.
Grité intentando encontrar ayuda, pero nadie podía escucharme, la casa más cercana debería estar a kilómetros.

-¿Querés qué te cuente un secreto?

-¡No! ¡Ayuda!- No logré terminar mis palabras que sentí un golpe en mi abdomen. Quería inclinarme hacia abajo pero las sogas en el pecho no me lo permitían, por lo cual me aguanté las ganas de vomitar.