Estábamos en la sala de mi casa, la rubia platinado no me había dirigido la palabra como si estuviera obligada a estar apoyada en la pared de mi casa vigilándome. Mientras tanto, yo me encontraba en shock sintiendo como mi cuerpo se hundía en el viejo y arruinado sofá.
Sus ojos claros eran preciosos y al mismo tiempo terroríficos, en algo no me había equivocado, era perfectamente hermosa con un físico inigualable y una personalidad que aún no conocía, pero debido a sus rasgos tendía a ser perfecta.
El silencio que yacía en la habitación me ponía muy nerviosa, en estos momentos necesitaba la contención de mamá, las palabras reconfortantes de papá, la comprensión de Mar, los puños cerrados y la furia de Alan hacia los agresores y la mirada preocupada de Blas.
Blas. Su nombre dejaba un sabor desagradable en mi boca y al mismo tiempo me motivaba a seguir de pie.
Un auto se escuchó aparcar en la acera de la calle y la rubia corrió la cortina para ver de quién o quiénes se trataba. Por un instante, creí que me diría que había llegado mi fin y que los lunáticos venían por mí.
-Tu príncipe azul ya llegó- Dijo de una forma desagradable, acompañado de unos ojos llenos de furia y una sonrisa asesina.
¿Miedo?, ¡Claro!, muchísimo. Si esta era una novia celosa yo no quería tener nada con él.
Sin embargo, mis movimientos fueron involuntarios y, ni bien lo vi entrar por la puerta, corrí a sus brazos. Su cuerpo se tenso antes de apoyar sus manos en mis omóplatos.
-Gracias- Susurré derramando lágrimas y mojando su remera. No me había dado cuenta de lo nerviosa que estaba hasta que apreté mis brazos tan fuerte alrededor de su espalda que un suspiro salió de sus labios y me acarició la mía delicadamente.
-No pasa nada pequeña- Lo escuché susurrarme, solté un sollozo más para después separarme y mirar a mis tres héroes.
-Perdón- Dije limpiando mis lágrimas- Gracias, realmente gracias.
El amigo de Blas, el chico de pelo rubio y ojos color verde oscuro me miraba con una sonrisa comprensiva y en ese momento la necesitaba de verdad. Su físico era un poco más pequeño que el de Blas, su espalda no parecía tan trabajada al igual que sus bíceps. Tal vez mi compañero iba al gimnasio seguido.
-No pasa nada, pasaste algo muy feo, nosotros te agradecemos por gritar... Justo nos estábamos yendo- Dijo como si intentara convencerse de sus propias palabras- Soy Gabriel y ella es...
-Diana- Interrumpió ella con desagrado. Tenía los brazos cruzados en mi dirección como si me estuviera mostrando su rechazo de una forma tan inocente, que me provocaba una especie de enojo.
-Chicos, vuelvo en unos minutos- Dijo Blas al verme bostezar- Vamos que te acompaño.
-No hace falta- Dije intentando ser cordial.
-Mejor nosotros te esperamos sentados- Dijo Gabriel con un poco de gracia pero a ninguno de nosotros pareció importarle. Le sonreí a él y después a Diana, que ni se inmutó al verme.
-Chau, y de nuevo... gracias.
Sus figuras fueron desapareciendo mientras subía las escaleras y me perdía en mi habitación. La veía tan vacía, sin razón alguna Blas me hacía sentir que estaba completa.
Extraño, lo sabía.
Torpemente lo invité a entrar, sus ojos divagaban por la oscura habitación y por un momento me sentí de nuevo en ese horrible callejón. Él prendió la luz de inmediato, como si pudiera leer mis pensamientos.
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Hasta los 18 «1° Temporada»
Novela Juvenil«Esta novela está siendo reescrita desde el 30/07/17» Sinopsis: En el ciclo de la vida todos tenemos un tiempo estimado en la tierra. Pero, ¿Si eso pudiese evitarse? ¿Si hubiera una persona que tuviese el trabajo de evitar tu muerte? « Y lo mejor de...