Capítulo XXIII

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¡A leer se a dicho!
...

Estaba frente al edificio donde él vivía. La oscuridad de la noche lo hacía aún más tenebroso. Mi cuerpo comenzaba a tiritar por el viento amenazante que llegaba del Norte. Los pelos rebeldes que se escapaban del torpe intento de un peinado sofisticado se pegaban a mi cara golpeando mis mejillas repetidas veces. No fue necesario girarme para ver si estaba ahí, el viento había arrastrado su fragancia consigo, tardé unos segundos en encontrar las palabras correctas, él lo sabía todo sobre mí. No podía mentirle, era como jugar con un espejo, podía deducirme en menos de un segundo, y yo vagamente tenía que tomarme un buen tiempo para hacer lo mismo con él.

-No es necesario que leas mi mente, te lo voy a decir todo- Me giré hasta quedar frente a frente. No se veía muy contento. Quería pensar que no se debía a mí, pero todo era posible.

Sus ojos divagaron un poco sobre todo mi cuerpo y me mostró una sonrisa descarada- Lindo vestido- Rodé los ojos en un intento de llamar la atención- No leí tu mente, no voy a hacerlo más.

-¿Qué?

-Creo que necesitamos sernos sinceros, fui a la fiesta hoy, te vi besarlo- Sus ojos no se apartaron de los míos, eran tan oscuros que parecían formar parte de la noche. Quería dejarme llevar por ellos, quería dejarme llevar por él.

-No significó nada para mí- Fui sincera, o eso creí, había sido un beso impresionante, pero había sólo unos labios que quedaban perfectos con los míos.

-Vamos Astrid, está claro que esto nunca va a funcionar. Nunca funcionó, soy un monstruo, vos necesitas realidad, y yo sólo... No puedo darte lo que ellos te pueden dar- Sus palabras calavan hondo en mi corazón, intentó acercarse, pero me aparté.

-No- Dije negando con la cabeza repetidas veces- Yo... yo te elijo encima de todos- Rió irónicamente.

-Pequeña, vos necesitas alguien que te pueda dar todo. Cumplir con todos tus caprichos- Se acercó tan rápido que no pude retroceder y agarró mis manos con presión- Yo quiero salvarte, esta vez voy a lograr que sobrevivas... Creo que mereces una explicación, ya se acerca tu cumpleaños y no queda mucho tiempo- Mi cuerpo se estremeció.

-¿Mucho tiempo para qué?- Miró detrás de mí a la profunda oscuridad de la noche, para luego fundir su ojos en los mios. Podría ser desnudada miles de veces por su mirada y cada vez se sentiría mejor.

Su cuerpo se estremeció y se aclaró la voz antes de hablar:- Para tu muerte...

...

-Gabriel, entrá a la casa enseguida- Ordenó Blas con insistencia. Era un pequeño refugió de madera en el exterior, pero dentro era una guarida de hierro resistente a cualquier masacre. Gabriel se encontraba un poco confundido, pero nunca desobedeció a su amigo- Tenemos que bajar- Susurró en mi oreja y tiró de mí hasta llegar a unas escaleras que dirigían a un piso subterráneo.

Los tres bajamos a lo que parecía ser una verdadera casa. Habitaciones con puertas grandes que llevaban a vaya saber donde. El brazo de Blas rodeado al mío me arrastraba con velocidad hasta el living, el cual, era perfecto. Muebles antiguos, pero bien cuidados, paredes color bordó, una biblioteca llena de libros policiales, entre otros; y un suelo cubierto por una alfombra que hacía juego con las paredes.

Sus miradas caían sobre mí, sabía que tenía que permanecer bastante tranquila sobre las palabras que escucharía. Me senté en el sofá negro y me deshice de mis tacones blancos para luego sentarme con las piernas estiradas.

Tenía a cada chico rodeándome. Blas estaba sobre el respaldo con su mirada pegada a la mía mientras Gabriel mantenía una distancia aceptable, apoyado en el extremo del reposabrazos derecho.

Hasta los 18 «1° Temporada» Donde viven las historias. Descúbrelo ahora