Capítulo XIX

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Hacía una semana que no sabía quien era yo misma. Estaba escondida en lo más profundo de mi ser. Me alejaba de todos y cada vez me volvía más extraña. Margaret y Alan intentaban ayudarme pero estaba tan perdida. Faltaba a clases o llegaba tarde intentando pasar el menor tiempo posible con él.

Ahora que sabía la verdad vivía con miedo. No podía diferenciar lo normal de lo anormal. Si los ángeles eran normales, ¿A qué realmente llamábamos anormal?
Estaba perdida, confundida entre lo real y lo irreal, miraba a mi alrededor y quería volver a cubrirme entre mis sábanas, pero eso no era lo peor. Ese momento en que nuestras miradas se juntaban y formaban una conexión extraña. No le dirigía la palabra y permanecía callada toda la clase. Cada tanto lo escuchaba hablarme pero ya no sabía si lo hacía moviendo los labios o en mi cabeza. Vivía prestando atención a los profesores o perdiéndome en la pintura gris de la pared.

Llegaba a casa y me salteaba el almuerzo para acostarme a llorar. Luego, me acordaba que podía merendar, pero al igual que en la cena perdía el apetito. Las ganas de llorar me alimentaban y no necesitaba nada más que desahogarme. A la hora de dormir cuando lo veía acercarse a mis sueños lo alejaba. No lo quería cerca, no quería sentir, pensar o cualquier cosa que tuviera que ver con él y sin querer darme cuenta, sin cuchillo y sin palabras, me estaba matando. Estar lejos de él dolía, y lo que realmente destruía era ser engañada por quién creías fiel a ti.

Estaba mirando la comida en mi plato con deseo, pero ni bien pinchaba un par de fideos con el tenedor el hambre desaparecía, así como mis ganas de vivir. Una lágrima se deslizó por mis ojos mientras deseaba nunca haberlo conocido, pero eso era mi culpa. Yo me había ilusionado y ahora recibía miles de puñales por la espalda, y aún así tenía la esperanza de que todo fuera mentira, de que de repente apa...

-Hola- Su voz ronca sonó en toda la habitación. Mi cuerpo comenzó a temblar.

¿Por qué sólo escucharlo hablar me partía en mil pedazos?

Sin girarme cubrí mi cara con ambas manos y me largué a llorar. Sentía sus pasos acercándose y agarré el tenedor para levantarme con una mirada asesina hacia él.

No había razón, ya sabiendo la verdad, para que preguntara como había entrado, solo busqué coraje y hablé:- Vete de aquí, Blas- Reconocí mi estúpida reacción y dejé caer el tenedor de mis manos. Su mirada expresaba culpa y había un lugar en mi corazón que le gustaba verlo así. Tan mal como yo me sentía.


-Escuchá...

-Andate y déjame en paz, por favor- Dije cubriendo mi rostro con ambas manos nuevamente.

-Quiero saber que te pasa.

-Vos me pasas. Ya se toda la verdad, sos un monstruo. ¿Matarme por que te sacaron del cielo por mi culpa? Andate a la mierda Blas- Grité con la poca fuerza que tenía.

-¿De qué estás hablando?- Dijo preocupado.

-Se que esperás matarme cuando cumpla los dieciocho años, así como ya hiciste años atrás- Se quedó en shock procesando mis palabras como si ardieran dentro suyo.

-¿Cómo podría matarte?-Preguntó indignado- ¡¿Cómo podría matar a la mujer que amo desde hace diecisiete siglos?!, ¿Cómo podría matar a la mujer que me hace feliz? EXPLÍCAME ESO- Sus palabras no tenían explicación, calaban tan hondo en mi corazón que no sabía que creer. Había algo dentro mío que quería creerle a él, elegirlo.

-Vos explícame. ¿Ahora vas a negármelo todo? Diana me lo advirtió. Se que sos un monstruo al igual que tu novia- Se rió irónicamente.

-¿Y vos justamente le creíste a Dania? Ella está completamente loca. ¡Te odia! Yo salía con ella cuando te conocí, y Dios no me arrepiento de haberla dejado para quedarme con vos, pero ahora es mi turno de hablar.

-No Blas, esta vez no voy a caer en tus trucos.

-Claro, caíste en los trucos de ella. Nunca estuviste equivocada, la señorita Patrick era real. Todas las noches en que soñabas conmigo no eran sueños normales porque yo realmente estaba ahí o en la mayoría de ellos. La vez que apareciste en mi habitación con tu camisón violeta, estabas realmente acostada en mi cama y por eso me sorprendiste.

-Entonces explícame, ¿Qué les pasó a las otras chicas?

-Murieron-Dijo en tono bajo, como si recordarlas lo partiera en dos- Pero yo no las maté.

-¿Qué les pasó?

-No puedo decirte- Levantó los ojos para fijarlos con los míos y yo reventé de furia, corrí en su dirección y comencé a golpear su pecho para luego, volver adónde estaba.

-¿Cómo qué no podés decirme?- Grité.

-No puedo decírtelo, ya estoy rompiendo demasiadas reglas... Y Diana ya nunca más será un ángel del cielo.

-¿Qué? ¿Por qué?

-¡No puede interferir en tu destino! ¡No puede darte información del cielo así tan libremente! NO PUEDE MENTIRTE ASÍ. El otro día ella no tenía que estar en esa fiesta, vos nunca tendrías que verla besándome. ¡Eso no estaba escrito!- Dijo furioso. Sus ojos estaban aguosos y estaba segura que si presionaba un poco más lloraría- ¡Nunca le levanté la mano a una mujer! Explícame, ¿Cómo podría matarte?- Una sonrisa irónica salió de su boca- Claro, ¿Cómo pude ser tan idiota?, tantos años intentando tenerte, tantos años siendo tuyo. Vos no vivís lo que tengo que vivir yo cada ciento diecisiete años.

-¡La verdad no importa! Sino me podés dar una razón que supere a todas las cosas que ella dijo, podés irte.

-¡Es inútil!, ¿No te podés dar cuenta de todo lo que abandoné por vos?- Una lágrima resbaló por sus ojos y fue la primera vez que me sentí un monstruo. Ver al hombre que amas derramando una lágrima, una lágrima por tu culpa, duele más que nada.

-¿Abandonar por mí? Queres matarme porque hice que te echaran del cielo- Me agarré de la mesa para no caerme, estaba demasiado débil. Esto era demasiado chocante.

-No es verdad. Sí, me echaron del cielo, pero no fue por tu culpa, yo hice algo que no estaba bien.

-¿Qué hiciste?- Dije intentando descifrar sus palabras. Sus ojos brillaron al verme. Se acercó a mí con pasos firmes y acarició mi mejilla derecha.

-Siempre supe que lo nuestro estaba mal, pero me hacías y me haces sentir tan bien- Una lágrima resbaló de mis ojos- Siempre me pareciste perfecta con tu espíritu libre. Yo no tenía que relacionarme con vos, pero un día me encontré desprevenido y me dejé ver, creí que te irías corriendo, pero no... Siempre te gustó saber lo que ocultaba mi pasado.

-Ve al punto Blas. ¿Qué hiciste que fue tan malo?- Sonrió y negó con la cabeza.

-Para los arcángeles fue malo, pero para mí, fue lo mejor que pude hacer en mi vida- Frotó sus ojos con una mano y me sonrió, mostrándome por completo la sinceridad que guardaba dentro- Te hice, bueno... hicimos el amor...


...
¡Hola mis amores!
Por fin llegamos al Lunes, esta semana se me hizo un poquito larga, pero aún así llegamos al día de hoy.
Supongo que la confesión de Blas no dejó perpleja solamente a Astrid sino a todos nosotros.
¿Cómo creen que va a reaccionar ella a todo esto? ¿Confiará en las palabras  del ángel o lo echará de su casa?
Espero empiecen con una sonrisa esta semana, porque para los que quieren vernos tristes es la peor forma de demostrarles que sus deseos malignos no pueden con nosotros, y ojalá la terminen aún sonriendo.

☆ Los quiero ☆

♡♡♡ Saludos ♡♡♡

Pd 1: En multimedia tenemos: El gif de Astrid (Lucy Hale, se la ve muy triste) y  el vídeo con la canción Wish You Were Here - Avril Lavigne-  Sub. en español. Espero lo disfruten ♡.
Pd 2: Quería agradecerles por llegar hasta este punto y por darle una oportunidad a la novela. Son un público increíble y les agradezco muchisimo. Nos leemos 👋👋👋

Hasta los 18 «1° Temporada» Donde viven las historias. Descúbrelo ahora