Hasta los 18 «1° Temporada»

Capítulo XXIX

¡Hola!
¡Buen@s (Días, Tardes, Noches)!
Espero de encuentren bien y disfruten del capítulo.

No olviden de leer lo que escribí al final del capítulo, por favor.

En multimedia tenemos la imagen de Alan (Robbie Amell) posando para nosotros. ¿No es perfecto para su personaje? ¿Qué opinan ustedes? Mientras tanto, el vídeo de Water Under The Bridge- Adele- Subtitulada al español, espero la disfruten.
Ahora sí, ¡A leer se a dicho!
...

Estaba caminando hacia mi habitación cuando lo encontré apoyado en la baranda de la escalera. Pude sentir su fragancia a perfume y desodorante caros, que provocaron que me derritiera interiormente. Realmente no lo esperaba, y ahora que se encontraba frente a mis ojos no podía reaccionar, hasta que parpadeé y lo perdí de vista. Estaba a punto de considerarlo una estúpida alucinación sino hubiera colocado sus manos en mi cintura. Que rico que se sentía su tacto aún cuando había ropa de por medio.
Apoyando sus labios en la parte sensible de mi cuello, un gemido travieso se escapó de mi garganta y me odie por ser tan débil.
-Hola-Susurró. Su voz tan grave podía hacerme temblar, y más si me hablaba de esa forma al oído.
-Volviste.
Escuché un pequeño sonido proveniente de una risa. Perfecta-Mejor tarde que nunca.
-Blas... Yo lamento- Dije, girándome para quedar frente a él.
-Shhh... Los dos nos comportamos como idiotas, ¿Sí?- Acarició mis mejillas, sus manos tan calientes y mi corazón tan frío- Te quiero. Demasiado. Soy un idiota. Gabriel me contó lo que esta pasando y lo de Mar- Me abrazó- Lo... Realmente, lo lamento- Susurró, haciendo me temblar.
-No pasa nada- Dije separándome de èl y arreglando los nudos que se me habían formado en el pelo.
-Ahora tengo que prepararte con algunas cosas.
-¿Qué?
-Ángeles caídos. Dame tu celular- Lo miré confundida- Necesito que tengas mi número sea lo que sea que suceda. Llámame, aunque tengas ganas de matarme, sólo llámame- Asentí.
-Okey. No estoy entendiendo nada.
-Faltan dos semanas para tu cumpleaños y estoy muy preocupado. Necesito que sepas algunas técnicas para defenderte. Todos tenemos una debilidad y el Talón de Aquiles de los ángeles caídos son nuestras cicatrices  en donde se encontrarían nuestras alas. Clavás aunque sea un cuchillo en esa zona, y podes dejar a una "oveja negra" inmovilizada el tiempo suficiente como para poder escapar o pedir ayuda.
-¿Me estás invitando a clavarte un cuchillo?- Rió. Escucharlo se sentía tan bien.
-Claro que no, sólo te preparo para lo peor- Un escalofrío recorrió mi cuerpo y asentí.
-Esta bien, espero algo de esto me sirva en el momento de luchar... Aunque no tengo la menor idea de quién es mi asesino.
Ignorando mi acotación, como si ni siquiera me hubiese escuchado, habló:- Otra opción, aunque es muy complicada: Los ángeles caídos que aún conservan sus alas pierden plumas negras, lo mandaras directamente al infierno si quemas una de ellas, convirtiéndolo en nada más y nada menos que polvo.
-¿Algo más?- Asintió.
-Tené cuidado. Me tengo que ir, pero no estás sola.
Asentí, mis labios fruncidos, mi mirada seca.
-Chau- Sentencié en un susurró. Me dio una sonrisa de lado que dejó ver un hoyuelo perfecto. Le devolví la sonrisa mientras veía su cuerpo desaparecer. Se sentía tan mal ser cortante con él, pero no quería parecer desesperada.
Subí las escaleras de mi cuarto y agarré la carta que había escrito. La leí mientras lágrimas caían de mis ojos.
¿Por qué todo tenía que ser tan difícil?

Blas,
Me di cuenta de algo al instante en que te vi; sabía que me causarías problemas, que te odiaría por el sólo hecho de hacer cada día más interesante.
Estoy enamorada del misterio de tus ojos, de nuestro pasado juntos , del presente y del futuro que sueño compartir con vos.
Pero lo sé, estamos viviendo un amor prohibido y nunca imaginé que lo sería tanto como para que tu mejor amigo fuera el causante de mi muerte, pero no me importaría vivir diez mil vidas más si en cada una de ellas tuviera la oportunidad de enamorarme de vos.
Porque, tal vez, nuestro amor no dura toda una vida pero es para siempre... Mejor dicho, mucho más que para siempre.
Te quiere,
Astrid.