Thomas Sanderson: uno de los mejores agentes secretos se verá envuelto en la aventura de su vida, al aceptar una misión que le dará la oportunidad de obtener el cargo que tanto desea; pero no será fácil. Todo cambiará cuando se enamore de la chica q...
La noche anterior había sido un verdadero caos, pero aveces las situaciones extremas son en las que realmente sacas tu verdadero yo. El hotel de Aris resultó ser un verdadero paraíso. Era una oportunidad para liberarte del estrés de la ciudad, pequeñas cabañas alrededor de un enorme y cristalino lago, con el fondo de las montañas daba la alusión de estar dentro de una pintura. Podías encontrar salones y restaurantes lujosos hasta las más sencillas y campiranas cabañas familiares.
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Estaba sentado en el pasto, gozando del hermoso paisaje, había valido la pena tan largo y ajetreado viaje.
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Pinos verdes altos que con su aroma llenaban de frescura tus pulmones. El sonido del caer de una hoja sobre el agua del lago te llenaba de profunda tranquilidad. La mezcla de frío y calor era algo que simplemente debía de pintarse en un cuadro de exposición. Tu vista se perdía entre las montañas y el cielo.
Creí que mi mundo estaba en paz, pero no era así.
El ruido de gente entusiasmada se hizo presente. Miré más allá de la barrera de rocas del lago.
Era un fotógrafo profesional con su equipo, estaba a punto de iniciar una sesión fotográfica de los novios. Ella se veía hermosa, su pelo largo color negro resaltaba con su vestido blanco, a la distancia no pude apreciar bien el vestido de novia pero no necesitaba mirar eso para saber que se trataba de ella. Debía de admitir que Bash lucia bastante bien pero sobre todo no tanto físicamente sino también en ánimo, la distancia no impedía percibir su alegría.
Sabía que aprovechaba mi ausencia para mirarla como yo la miraba. La abrumaba y hartaba, Bash era tan tonto como para no darse cuenta de que no le amaba. ¿Cómo era posible que después de tantos años de amistad aún no terminara de conocerla bien?. Es cierto que nunca terminamos de conocer a la persona, pero al menos Bash había estado ahí a su lado, había escuchado su risa, visto su sonrisa y secado sus lágrimas, como para no saber cuál de estas emociones le correspondía a él.
