Capítulo dos: Expreso Doble

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Leo caminaba rumbo a casa por una colorida calle, llena de puestos de flores que despedían aromas penetrantes y de colores brillantes. Se detuvo entonces a comprar un ramo de rosas blancas, sus favoritas y continuó con su camino.

Llegó entonces a su casa, había recorrido el mismo camino de siempre, sin embargo ese día le pareció haber caminado el doble. Puso las rosas en un florero, le gustaba comprar flores cuando se sentía triste, pues estas le subían el animo con su belleza; se quedó contemplando aquellas perfumadas rosas durante un largo rato, mientras pensaba en aquella mujer a la que tanto quería, pero que ya no debía ver. Era la tercera vez que se lo hacía, incluso él ya no podía soportarlo más. "Qué debo hacer?" Pensaba... "Es acaso algo malo lo que hice?".

Su cuerpo se sentía pesado, su alma en ese momento estaba tan frágil que en cualquier momento podría desaparecer, dejándolo más vacío de lo que se encontraba.

No pudo hacer otra cosa que dirigirse a su habitación, un cuarto amplio, un poco oscuro pero lleno de su esencia. Prosiguió a quitarse la ropa y meterse en la cama, a pesar de que aún era temprano para dormir. Cerró los ojos y cayó en un profundo sueño del cual no quería despertar, pues sufría menos estando dormido.

Brrrr, brrrr, brrr.... Un sonido molesto lo despertó. Estaba medio adormilado aún, así que tomó su celular, que había estado vibrando y lo desbloqueo. Miró la hora; 9:29 am. Notó que tenía unas notificaciones de Facebook del día anterior, así que las abrió y se dedicó a contestar los mensajes y a dar likes a todas las publicaciones etiquetadas.
Todo iba bien hasta que en su inicio encontró una fotografía de su ex, quien besaba tiernamente a un chico de cabello rojo.

El moreno lanzó su celular al otro lado del cuarto, se envolvió en las cobijas e intentó reprimir su dolor, sin embargo, sintió como si una fuerte presión aplastara su corazón, su estómago se sentía lleno de mariposas, no como las que sientes al enamorarte, más bien como avispas enojadas, de esas que sientes ante una gran decepción amorosa. Se hizo un ovillo y comenzó a llorar, esta vez sentía que con cada sollozo, una parte de él se iba, le dolía pero siguió sacándolo cada vez más fuerte para después no sentir como si algo de su sufrimiento hubiese quedado dentro. "Qué debería hacer?"

Llegó al punto de que de tanto llorar le ardieron los ojos, su cara se sentía caliente y sus manos mojadas, llenas de ese líquido salado que representaba la tristeza que lo había inundado.
Rin... Rin...Rin... Sonó el timbre, se levantó entonces sin ánimo a abrir la puerta.
En la entrada se encontraba su amigo, Phichit Chulanot, quien era patinador al igual que él, además trabajaba como mesero en el café favorito de Leo.

-Vendrás al entrenamiento? Te estaba esperando desde hace un rato en la estación para irnos juntos, pero como no llegabas...

-Demonios! El entrenamiento... Lo había olvidado, pasa Phichit. Iré a cambiarme y nos vamos.

-Oki.- respondió el tailandés con una sonrisa.

Momentos después los dos chicos caminaban a paso lento a través de las frías calles de la ciudad, las cuales en ese momento se encontraban vacías.
Caminaban en silencio, pero una pregunta indiscreta interrumpió la calma del ambiente.

-Leo, viste lo que publicó Riley? Esa mujer no tiene corazón! Rompe contigo y se va a besar con... Oh! Oh! Lo siento! De verdad lo siento! Me alteré un poco.- se sonrojó.

-Lo vi, pero no te preocupes. Ya no importa, ella realmente está demostrándome quien es, si es esa clase de chica que cambia de novio como cambia de calzones, no me interesa más.

Café Latte & Chocolate (LeoJi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora