Capítulo veinte: Café Caribeño

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Al llegar la noche, Leo estuvo agradecido de que el tiempo se pasara volando. Había estado encerrado en su habitación pues en algún momento se cansó de las indirectas que le tiraba la madre de Guang-Hong.

Sutilmente la señora Ji se había quejado de su casa, de su estatura, de su nivel económico y puso cara de asco al enterarse que era hijo de inmigrantes mexicanos que residían en Estados Unidos.
El joven no pudo más y fue a su habitación, no tenía idea de cuánto tiempo se había quedado ahí, recostado en la cama con los audífonos puestos escuchando Tame Impala mientras miraba el techo.

-Oh my love, can't you see yourself by my side
No surprise when you're on his shoulder like every night
Oh my love, can't you see that you're on my mind
Don't suppose we could convince your lover to change his mind
So goodbye...

Alguien tocó la puerta, interrumpiéndolo.
"¿De verdad canto tan feo?"

-Leo, acompañaré a mamá a su hotel. ¿Vendrás con nosotros?

-Ya es tarde y está obscuro allá afuera, me preocuparía mucho por ti, así que los acompañaré.

Se levantó y salió de la habitación, reuniéndose con Guang-Hong y Lian, quienes ya lo esperaban.

-Nos abandonaste así nada más, muchacho. Eso no está bien.-  dijo Lian con un tono severo. Leo simplemente le ignoró, conocía muy poco a su futura suegra, pero esas cinco horas le bastaron para considerarla una molestia.

Salieron del edificio y caminaron rumbo a la estación, abordaron un autobús y se dirigieron a la siguiente estación, la cual quedaba justo frente al lujoso hotel Harrison, donde se quedaría la mamá de Guang-Hong.

-Nos vemos mañana, hijo. Recuerda que te quiero mucho, aunque tomes malas decisiones en tu vida.

-Tranquila, soy feliz así.-le abrazó fuertemente y le dio un beso en la mejilla.

Cuando se aseguraron de que la señora Ji entrar en el lugar, se retiraron.

-perdón, mi mamá a veces es un poco desesperante y criticona, es especialista en quejarse y abrir la boca de más, perdón si te hizo sentir incómodo.

-No hay problema, seguro estaba cansada y se la agarró contra mi.

Se sintió mal por su novio, su madre era molesta, si, pero no creyó que fuera capaz de tratar a Leo de esa manera.
Al llegar a casa, el moreno decidió que en vez de preparar la cena, sería buena idea ordenar una pizza.

-Esta mierda es deliciosa...- dijo introduciendo un trozo de pizza a su boca y degustándolo con gran placer.

-Vaya, no creí que te gustara tanto la pizza.

-No... Prefiero los tacos. Pero aquí no hay algo tan bueno como eso.- siguió comiéndola.

Al terminar de cenar, Guang-Hong se puso a revisar los mensajes que le llegaban de su pequeño negocio de ventas de muñecos de peluche por internet, mientras que Leo se sentó a su lado, recargándose ligeramente sobre él, se dispuso a dormitar un momento. Estando al lado de su amado se sentía seguro y se sentía cómodo, le causaba una sensación de paz que aparecía de la nada y se quedaba con él el tiempo que estuviera cerca de su pequeño. No supo en qué momento se había quedado dormido.

Café Latte & Chocolate (LeoJi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora