Capítulo cuatro: Frappé

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El asiático no sabía muy bien lo que sentía en ese momento, pero las palabras de Leo, le hicieron sentir un calor intenso por dentro, llenando su pecho de una sensación de seguridad y calidez.

-Si fuera una chica, me gustaría salir contigo, Leo. Pero tienes novia... Jejeje.

Leo se quedó serio por un largo rato, Guang-Hong se preguntaba por qué de repente se puso así. Lo observó detenidamente, su sonrisa había desaparecido y en su lugar no había otra cosa más que una expresión vacía.

-No te enteraste, cierto?- dijo en un susurro entrecortado.

El pecoso sintió como si un gran peso lo aplastara, por alguna razón sintió horrible ver a su amigo Leo de la Iglesia ponerse triste. Respiró hondo y exhaló, lentamente posó sus manos sobre las de Leo, acariciando estás con sus dedos huesudos. Un escalofrío recorrió su cuerpo, el contacto con las suaves manos del otro lo hizo sentir como si solo existieran ellos dos. Clavó sus ojos en los del moreno, Leo sonrío levemente.

-Leo, si una chica llega a lastimar tu corazón... Recuerda que me tienes a mí, yo soy tu amigo.

-Gracias.- le devolvió una caricia con la punta de sus dedos.

Después continuaron conversando, sobre temas que no fueran tan complicados como el amor. Guang-Hong reía como foca retrasada ante las divertidas narraciones que Leo le hacía sobre su día.

-Jajajajajaja. ¿Y qué pasó después?

-No me quedó de otra que cargarlo hacia su casa, Plisetsky es ligero como una pluma. Tanto que terminé ese día con un dolor de espalda insoportable.

-Jajajaja, no me lo imagino. Tan rudo y malo siendo cargado como una princesa...

-Jajajaj debiste ver su cara...

-¿Eh? Oye, ¿más tarde puedes pasar por mí al entrenamiento ?

-Claro que si.- Recordó entonces que tenía algo que hacer. -Este... Debo irme, tengo que ir a hacer algunas compras antes de ir al entrenamiento, necesito jabón para platos y algunas vendas.

-Oh, ¿irás al supermercado? ¿Puedo acompañarte? Yo también necesito comprar algunas cosas.

Leo se quedó pensando, era algo muy extraño que de repente su amigo le dijera eso... Quizá si necesitaba comprar algo, pero más bien a él le daba la impresión de que Guang- Hong no quería separarse de él en ese momento.

Salieron de la cafetería y tomaron un taxi que los llevó al supermercado. Leo se dedicó a buscar las mejores ofertas por los pasillos, mientras Guang-Hong observaba con atención lo que el chico metía en el carrito: jabón para platos con olor a mandarina, vendas, cajas de galletas, shampoo y servilletas.

-Guang-Hong, ¿qué es lo que ibas a comprar?

-¿Eh? Ammmm este... Solo quería comprar refresco de uvas... Si, de uva.

Leo metió una botella de refresco de uvas al carrito y ambos se dirigieron a la caja.

-Oye, estás muy cerca.

-Lo...lo siento.- se apartó apenado. Los s chicos pagaron sus compras y salieron del supermercado con varias bolsas.

-Hay que apresurarnos, falta poco para la práctica, así que vayamos rápido a mi casa a dejar las cosas.

-Si!.- asintió feliz el chino.

Tomaron un taxi de regreso a la casa de Leo, entraron al pequeño departamento del chico y dejaron las compras en la mesa.
Guang-Hong tomó el refresco de uvas y lo abrió, pero como este estaba agitado, el líquido morado salió hacia el exterior de la botella, ensuciando la ropa del chico.

-Ya vamos.- Leo observó como el chico intentaba limpiar inútilmente la mancha que había en su ropa.- déjalo así, yo la lavaré llegando del entrenamiento, si quieres te prestaré algo de ropa limpia. Te quedará un poco grande pero al menos ya no olerás a refresco de uvas.- dijo Leo con voz amable, en seguida corrió a su habitación y regresó con un pantalón color crema y un suéter de rayas verdes y azules.

Guang-Hong se cambio de ropa rápidamente y dejó la sucia en la canasta de ropa sucia.

-Estás listo?

-Si, ya podemos irnos.- respondió el chico luciendo la ropa de Leo, le quedaba un poco grande pero se veía sumamente lindo.

"Vaya, mi ropa le queda bastante bien", pensó. En seguida tomó la sudorosa mano de Guang-Hong y juntos salieron de la casa y caminaron a paso veloz rumbo a la estación. Tomaron el autobús y en cuestión de minutos, ambos llegaron a la pista de hielo.
Al resto de los patinadores les sorprendió ver a Guang-Hong, pues debido a que estaba un poco enfermo había faltado a las prácticas.

Comenzó la práctica y todo había ido mejor que el otro día, Yurio no había fallado ningún salto durante el entrenamiento, Minami sufrió una pequeña lesión que lo dejó fuera, observando cómo los demás patinaban, mientras que Leo se veía más animado que el día anterior.
Mila, la rusa notó eso y sin hacer tanto rollo, fue directo al punto.

-Hey, Leo!- se acercó a él, rodeando la cintura del chico con su brazo izquierdo y tomando su barbilla con la mano derecha, provocando que Leo se pusiera un poco nervioso. -¿Qué tal te fue con la página de citas? ¿Acaso ya conseguiste a una chica?

-Mi...Mila, estás muy muy cerca...¿Podrías apartarte un poco?- Mila lo dejó libre-Si... Bueno, no, no es una chica, pero es un buen amigo.

La pelirroja sonrío ampliamente y no pudo evitar dar pequeños saltos de felicidad.
-Muy bueno! No importa si es hombre o mujer. Ahora lo que sigue, toma un poco más de confianza e invítalo a salir.

-Eso haré.- respondió Leo con seguridad.

Café Latte & Chocolate (LeoJi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora