Capítulo 2

544 53 11
                                    

.

—¡¡Papai!! —chilló Chile, haciendo que Mapu levantara la cabeza y observara a un par de jóvenes flacuchos, vistiendo como lo hacía cualquier mezcla entre europeo e indígena; con ropa gastada, como si se la pusieran y se la cambiaran cuando ya no podía entrarle un agujero más, y con las coronas y colgantes pertenecientes a su estirpe; uno de ellos con el pelo largo.

La mujer suspiró profundamente, mostrando un inicio de sonrisa que podía ser mucha muestra de alegría. Le causaba cierta gracia ver a su hijo siendo acosado por el otro, que se reía malicioso y lo apretaba entre sus brazos sin intenciones de soltarlo, al parecer diciendo cosas insinuantes en el secreto de su cercanía, tensando al menor y logrando que se removiera con más ganas.

Argentina se reía de lo lindo.

—¡Che, dale, ienú! —pidió alto, en una mezcla bárbara idiomas, bajando un poco más la cabeza y acercándose otra vez a su oreja, abrazándolo con fuerza por atrás, justo por la cintura—. Quiero darte un beso —canturreó. Y España estaría orgullosísimo del retoño que crecía bajo las manos de los indios, por cómo se comportaba con su compañero más reservado.

—¡Kimno! —insultó—. ¡No seái molesto!

Tehuelche llegó junto a Mapuche, que seguía sacudiendo la cabeza ante los insultos e insinuaciones entre los otros. El hombre alto y fornido, cubierto de pieles y con el pelo negro larguísimo, tenía a su caballo tras él, siendo su más fiel compañero. Observó a su nieto tratando de ser alejado por el chileno, con resignación.

Tasenk —murmuró con cierta desdicha, siendo escuchado por su acompañante.

—Se llevan bien, weñüy —señaló divertida—. Aunque a veces no entiendo lo que hablan.

—Ya son parte extranjera, ienú. Inca y Avá están en la misma situación con los suyos —suspiró, sentándose en el suelo a su lado—. Kalu no quiere mucho a los gringos, pero tiene especial rabia contra tu... ¿conocido?

—Inglaterra no es más que cercano a mi hijo hoy, y quiere más de lo que puede conseguir, trató muchas veces de poner a tu mocoso de su lado. No va a poder hacerlo, sin embargo, lo has dicho. Pero se ve que últimamente está viviendo con un par de ellos.

—España y Romano son otra historia, son quienes tratan de encargarse de él a la distancia, los acepta y mantiene al margen al mismo tiempo, lleva muchas costumbres de ellos.

Una pausa en la charla les permitió sentir el viento de la tarde sobre sus pieles, refrescándoles las ideas mientras veían sin ver a los más jóvenes, que jugaban de esa manera que se volvía costumbre, sin percatarse de cómo se iban alejando cada vez más de quienes los criaron.

Éstos eran quienes se daban cuenta de cómo crecían...

—¿Viene en tu busca cuando necesita ayuda?

Tehuelche negó. —Ni el tuyo llega a pedírtela tampoco —Ella le dio la razón sin mosquear.

Pero no podían evitar el dolor de sentirse apartados y pequeños, en comparación de lo que demostraban llegar a ser los mocosos ya no tan mocosos...

Se pusieron en pie apenas unos segundos después, dirigiéndose al sur en compañía. Los dos más jóvenes seguían en su mundo de riñas y juegos, revolcándose en el pasto, empujándose, maldiciendo y riendo.

Argentina le apretó las mejillas al chileno, que tenía lagrimones en los ojos y el entrecejo arrugado de molestia...

.

Inercia - [ArgChi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora