Diego no lo dudó y acudió con su víctima al lugar. Después de su habitual tributo de sexo, sometió a su víctima y la llevó al sótano, el cual, al ser tan profundo y aislado, se hacía casi a prueba de sonido, parecía estar hecho para este tipo de situaciones, simplemente era el lugar perfecto.
Dejó a la chica ahí, atada fuertemente a una silla de pies y manos mientras planeaba su funesto destino.
Diego daba vueltas y vueltas a su cabeza, los enérgicos gritos de aquella infeliz en suplicas de su liberación se escuchaban como música de fondo, no paso mucho tiempo para que Diego se hartara de esos chillantes alaridos.
Se acercó a ella y sin ninguna muestra de emoción comenzó a golpearla repetidamente, casi a punto de hacerla desfallecer.
Luego, cuando los golpes la habían dejado casi inmóvil, cosió su boca para asegurarse de no volver a escuchar aquellos ensordecedores alaridos nuevamente.
Hecho esto, se percató de un par de tijeras podadoras que se encontraban en el lugar, era como si alguien las hubiera dejado ahí para él, una voz en su interior le dijo: "úsalas", las tomó y sin titubear, comenzó a amputarle los dedos de las manos de la joven, los cortaba uno a uno, causándole un dolor insufrible, la chica desesperada, se olvido totalmente de los hilos que cosían su boca e intento gritar tan fuerte como pudo, pero al hacerlo, lo único que logro fue rasgarse los labios, logró abrir su boca pero el hilo no cedió, pero sus labios si lo hicieron.
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Juventud
HorrorEs solo una historia de terror. _____________________________ #324 Terror Todos los derechos reservados