Diego se notaba complacido, sabía que estaba obteniendo lo que tanto anhelaba; todo ese esfuerzo al fin estaba dando frutos. Permaneció en el limbo durante tres días, y como le había sido prometido, al tercer día despertó. Diego moría de ansias por encontrarse con su nuevo futuro.
Lentamente sus ojos se abrieron.
La oscuridad era total.
Su cuerpo se hallaba entumecido debido a la falta de movimiento. Poco a poco iba recobrando la vida y poco a poco también el horror se acrecentaba al infinito.
Se hallaba encerrado en un espacio reducido, apenas y había espacio para él. Palpando desesperado a su alrededor pudo darse cuenta que su temor se estaba volviendo realidad.
Las paredes acolchonadas con algodón y lino le comprobaban su realidad, se encontraba dentro de su ataúd, sepultado a tres metros bajo tierra.
Desgargantes gritos de pavor y auxilio comenzaban a emerger de aquel cuerpo antes inerte, gritos que eran apagados por las paredes del ataúd, semejantes alaridos eran solo comparables con aquellos que sus víctimas habían hecho antes.
En un atisbo de esperanza, comenzó a revisar sus bolsillos en busca de un teléfono... no encontró nada. Pero en la bolsa derecha de su pantalón había algo: una moneda de un centavo, no era ninguna fortuna, pero seguramente nunca iba a necesitar más que eso estando ahí adentro.
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Juventud
HorrorEs solo una historia de terror. _____________________________ #324 Terror Todos los derechos reservados