parte 12

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Al ver terminado su trabajo, Diego comenzó a cavar una segunda fosa en el sótano donde sepultaría a su nueva víctima. 

La tortura había durado tan solo ocho horas, acabo antes de lo pensado y se sintió de alguna manera frustrado al no tener más tiempo para hacer todo lo que hubiese querido. Ya había terminado con dos, ahora solamente le faltaba uno para cumplir su cuota. 

Veintisiete días han pasado y la salud de Diego comienza a decaer, la neumonía va tomando fuerzas gradualmente, sabe que no dispone de mucho tiempo antes que su plazo se venza. 

No ha ido a su casa en semanas, ni siquiera salía de Casa Barrios, sabe que nadie lo busca, sus amigos a penas se dan cuenta de su desaparición sin darle mayor importancia, y su familia, pueden pasar meses sin tener contacto con ellos sin causarles la mínima preocupación. 

El está solo, lo sabe y siempre lo supo. 

Esa mañana, a tres días de vencer su plazo estipulado, María, la encargada de la limpieza y mantenimiento de Casa Barrios, se hace presente para sus labores triviales. 

Ella no se percata de la presencia de Diego en la casa, hasta que este la sorprende por detrás golpeándole fuertemente la cabeza con un madero. María pierde el conocimiento y cae al suelo, ahora está a total disposición de Diego. María es una mujer mucho más corpulenta que las jóvenes anteriores, por lo tanto a Diego le cuesta mucho más trabajo el maniobrar su cuerpo aun cuando este inconsciente. 

La despoja de toda vestimenta, pero al no poder bajar las escaleras del sótano cargándola, la lleva al jardín trasero. La sienta en el suelo de espaldas a un árbol, le ata las manos rodeando el tronco del mismo y ata también sus pies que quedan extendidos en el suelo; la amordaza fuertemente y se asegura que aunque despierte, no podrá emitir sonido alguno. Ya habiendo colocado a María en su lugar y tomando todas las precauciones pertinentes, la despierta al verterle un balde de agua hirviendo en todo el cuerpo. 

María se estremece y despierta con la piel profundamente enrojecida y como Diego lo había anticipado, al estar atada de espaldas al árbol y fuertemente amordazada, es incapaz de moverse o emitir algún sonido audible a más de un metro.

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