¿Cómo había llegado a eso?
Sentada en el borde de su cama, las persianas echadas, el silencio reinando, Regina estaba sola. Habría podido acostumbrarse: desde que la maldición se hubo roto, Henry había desertado de la mansión, dejándola sola y desamparada.
Solo su madre había atravesado sus muros...Pero ahora, ella se había ido para siempre. La magia no podía resucitar a los muertos, lo había aprendido a las malas hacía mucho tiempo, y aunque la idea de resucitar a su madre se le había pasado por la cabeza, sabía que era imposible.
Ya hacía una semana...Le parecía una eternidad. Desde ese día no había salido de su casa, prefiriendo la penumbra que ofrecía sus persianas cerradas a la luz del pueblo y a las miradas insistentes y despectivas de sus habitantes. Sí, era mejor así, encerrarse en su casa antes que enfrentarse a los demás.
La muerte de su madre era para ella una verdadera traición, una más por parte de Snow, pero mientras que hubiera podido dejarse hundir en una espiral de venganza y cólera, prefirió entregarse a la fatiga y a la lasitud.
Después, el alejamiento de Henry acabó por hundirla. Su marcha definitiva y sin regreso posible hacia la familia que encarnaba todo lo que ella ostentaba, todo por lo que ella había luchado y por lo que había lanzado esa maldición que había puesto boca abajo la vida de todos y cada uno.
Henry se había ido y ciertamente nunca más volvería por su propia voluntad. ¿Por qué lo haría? Había encontrado a su madre biológica, tenía a su padre biológico, a sus abuelos con quienes había establecido unos lazos sorprendentes. Tenía una familia estable, una casa, una ciudad, una nueva vida a la que parecía aclimatarse muy fácilmente y sin problema.
Ella ya no era nada: ni una madre, ni una hija, ni una alcaldesa, ni siquiera una reina. Sí, aquí, ella ya no era nada. Y nadie se preocuparía por ella, pasara lo que le pasara.
Como prueba, hacía más de una semana que no había puesto un pie fuera de casa. Para ser exactos, desde que le había dado un último homenaje a su madre en el panteón familiar. Después de haber intercambiado algunas palabras con Rumpel, aún estaba embriagada de dolor y de cólera, pero una vez en casa, el silencio y la soledad la envolvieron, se había dado por vencida. ¿Para qué serviría intentar nada si todos los intentos no habían hecho sino retrasar lo inevitable? ¿No habían hecho sino alejar a su hijo? ¿No habían hecho sino excluirla un poco más?
Había perdido, y lo mejor que podía hacer era rendirse. ¿Sería condenada? ¿Asesinada o encarcelada? ¿Henry mostraría algo de interés por su suerte o sería él quien dejaría caer la hoja de la guillotina?
Solo porque no conocía aún la respuesta a esa pregunta no había ido todavía a casa de los Charming a entregarse. No, había preferido exiliarse en su casa, no imponer su presencia a los ciudadanos. Solo se alimentaba con los platos que cocinaba con los ingredientes que hacía aparecer con su magia.
Porque su "buena" decisión de no volver a utilizar magia era para mostrarle a Henry que era capaz de cambiar, pero ahora, cuando él ni siquiera intentaba salvarla, ¿qué interés habría?
Así que, bastaba invocar algunos hechizos básicos para hacer aparecer la comida y saciar su hambre, aunque cada vez estaba menos deseosa de comer.
Ciertamente, una lenta degradación de su estado se dejaba ver: al principio, se paseaba por las estancias de la mansión como un león en su jaula, después dejó las estancias prescindibles y se conformó con las tres esenciales: el cuarto de baño, la cocina y su habitación. Y finalmente, desde hacía dos días, incluso desechó la cocina y su horno, prefiriendo comer en su cama la comida que, en otras circunstancias, le habría prohibido a su hijo. Pero ahora daba igual...
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Amber
FanfictionTRADUCCIÓN del fic francés del mismo título escrito por Sedgie. Después de la muerte de Cora - Mientras Regina se hunde en un profunda tristeza después de la muerte de Cora y del alejamiento de su hijo, una visita inesperada podría sacarla de su de...